Amable, cercana, cariñosa, afable, simpática, divertida, tranquila, contenta, una madrina de excepción. Isabel Pantoja recuperó durante unas horas el esplendor de la artista que fue y que definitivamente está empeñada y preparada para recuperar.
Es la imagen que se puede ver en la portada de la revista Hola que adelanta su edición al próximo lunes. En la misma, Kiko Rivera e Irene Rosales ocupan la fotografía principal. Isabel, de lado, en una imagen muy tierna junto a su hijo es, sin duda alguna, el reclamo más esperado.
Isabel Pantoja que llevaba un color coral muy favorecedor, lucía el pelo semi recogido, sin demasiadas alharacas, ni mantilla, que no procedería al ser una boda civil. A pesar de que había en marcha una “operación” para destruir o al menos arruinar uno de los momentos más mágicos en la vida del clan Pantoja, no pudo ser. Kiko Rivera y su recién estrenada esposa, pueden enorgullecerse de que ninguno de los amigos invitados a su boda, les estropearan el enlace. Ninguna foto de la celebración verá la luz antes de que la revista Hola la publique este lunes. Tal fue el celo desplegado por la agencia de seguridad que las alianzas fueron custodiadas en una caja de seguridad. Nada podía fallar en un día tan especial.
Bernardo Pantoja puso la nota discordante cuando se acercó a la barra para tomarse unas copas antes de hora
Salvo un pequeño percance protagonizado por Bernardo, hermano de Isabel Pantoja, que quiso inaugurar la barra libre antes de tiempo, bajo el pasaporte de ser “hermano de”, todos los demás miembros de la familia estuvieron a la altura de… evitar el «qué dirán», pero no de la boda familiar.
Según me cuentan tito Agustín, no acudió con la mejor de sus sonrisas, sino con cara de circustancias, a sabiendas se encontraría con la presencia nada preciada de Chabelita. Tanto es así que, consciente de que era el día de su hermana y una prueba de fuego para ella en su resurgir social, no quiso presenciar la transformación de la madrina en diva una vez en el escenario.
El indisoluble trio Isabel Pantoja, Kiko Rivera e Irene Rosales fueron los mejores anfitriones -en una boda calificada por los asistentes como “entrañable, familiar y bonita”, aunque algunas voces discordantes me aseguraron que fue un poco “casposa”, sobre todo cuando se sirvió el caldito en copa de Martini. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos..
Kiko Rivera e Isabel Pantoja al igual que Irene Rosales -ya señora de Rivera-, se acercaron mesa por mesa, se fotografiaron con todos los invitados – fotografías que les harán llegar como parte del recuerdo de un día tan especial- departieron conversaciones con todos los asistentes. Especialmente cercanos estuvieron los novios, tratando con absoluta normalidad, cariño y cercanía a quién compartió días de adolescencia, conversaciones e inquietudes en la vida de Kiko, Diego Gómez, dándole el sitio que se ganó a golpe de silencio y apoyo, tanto fue así que la madrina dió ese paso al frente que le faltó en su día, manteniendo una conversación con quien compartió días de rosas, quizás los más estables de Isabel. Una conversación a solas, que a buen seguro sirvió como agradecimiento y como punto de partida para una nueva relación de verdadera amistad, porque si hay algo que la tonadillera necesita y carece de ella, es la lealtad. Lealtad a la persona y no a la artista.
La mesa presidencial, centro de la noche sin duda, fue ocupada de manera tradicional, tanto con Isabel Pantoja como con la madre de la novia y su hermano, quien ejerció de padrino de la novia, dado la destacable ausencia del padre de Irene, disconforme con la boda que un día el soñó para sus hijas.
Isabel demostró que, a pesar de llevar tiempo sin ejercitar su voz, está en plenas facultades para volver a los escenarios cuanto antes
Isabel estuvo exultante. No dudo en arrancarse y regalar su voz a los asistentes, abriendo el repertorio con las primeras notas de A tu vera. Fue tan mágica y especial la noche dibujada con sonetos de copla, que quedó demostrando a todos los asistentes que el color y tono de la voz de Isabel Pantoja, no se han visto mermados a pesar del tiempo pasado sin ejercitarla. Lo que confirma que Isabel estaría en plena forma para enfrentarse a su público por primera vez tras dos años de silencio impuesto. La cita será el próximo mes de noviembre. Lo hará por todo lo alto, una vez que cumpla con la justicia y cierre este amargo capítulo de su vida.
Estaba Isabel tan protegida en un entorno absolutamente familiar y ante el asombro de sus invitados, no tuvo ningún reparo para transformarse en el escenario y desplegar su embrujo, el mismo que la ha mantenido en los escenarios, convirtiéndose en historia viva de la canción contemporánea española, mérito aún no suficientemente reconocido. Nadie pudo aguar una noche tan especial, ni la propia Chabelita, que a pesar de las palabras cercanas que dedicó a su hermano, lo cierto es que estuvo distante y a “su aire”. Lo que evidencia que las palabras no van acordes a los hechos y que quedan muchas asperezas que limar.
Sin duda el momento más especial de la ceremonia fue la entrada del novio bajo la sintonía de la banda sonora de Leyendas de pasión, mientras que la novia lo hizo acompañada de los acordes de la canción que Kiko Rivera compuso para su mujer Cuentos de hadas. Esperemos que el camino que les quede por recorrer sea eso… un cuento de hadas.