Letizia Ortiz se consideraba suficientemente preparada para reinar cuando se casó con don Felipe. Fue en esa época cuando se dio de bruces con la realidad. No lo encajó bien porque le disgusta sobremanera no estar a la altura de las circunstancias. Y más entonces, que muchos en la familia la hacían de menos.
Letizia se pasó de lista

Letizia Ortiz cometió un gran fallo cuando se casó con don Felipe. Creía entonces que estaba suficientemente preparada para el cargo por su dominio de las cámaras. Sin embargo, pronto comprobó que nada tiene que ver la profesión de periodista con la de princesa. En realidad, formar parte de una familia real es complicado si no has nacido en el seno de una. Al respecto, doña Sofía relató hace años una anécdota que sirve para ilustrar este punto. Era pequeña y tenía que acompañar a sus padres a un acto. Le dolía muchísimo una muela y así se lo hizo saber a su madre, que le respondió que aguantara sin quejarse ni llorar hasta acabar el compromiso.
En cierta ocasión, don Juan Carlos le espetó a su nuera, “Letizia, ya sabemos que eres la más inteligente de la familia pero deja hablar a los demás”. La anécdota tuvo lugar durante una comida privada en la que doña Sofía y su hermano Constantino debatían sobre la guerra de Irak. Y allá que terció la entonces princesa para soltar una perorata que duró veinte largos minutos. Los allí presentes no daban crédito a semejante manera de monopolizar la conversación.
Haré de ti una Reina

Doña Letizia no quiso dejarse asesorar por nadie y decidió que aprendería lo que faltaba por su cuenta y riesgo. Esto provocó los primeros recelos en doña Sofía, que no entendían por qué su nuera no aceptaba la mano que le tendía. Parece que Letizia Ortiz le hizo la cruz y la raya el mismo día en que le dijo: “Aunque no me gustas, haré de ti una reina”. Tras esto, las relaciones de ambas mujeres quedaron muy tocadas. La esposa de don Felipe jamás ha hecho nada por tender puentes. Más conciliadora se ha mostrado la Reina Emérita pero sin suerte alguna.
El hecho de no controlar la situación en sus primeros años de casada hizo que doña Letizia mostrara su peor versión, en cuanto a carácter. Según recogió Andrew Morton en Ladies of Spain, la pareja protagonizó la siguiente anécdota: “En una ocasión iban en un avión privado y la princesa no paraba de quejarse al sobrecargo, diciéndole que hacía demasiado calor o demasiado frio. Al final, el sobrecargo le preguntó a don Felipe lo que debía hacer. El príncipe le contestó: ‘No importa, ella lo único que quiere es dar la lata. Estar al mando. Meterte un dedo en el ojo. Demostrar quién manda’”.
Un cuñado traidor

Curiosamente, una de las personas más hostiles de la familia real con Letizia Ortiz fueron sus cuñados. En el caso de Jaime de Marichalar, se opuso desde el principio a que una plebeya pudiera llegar a reinar. No se cortó un pelo a la hora de criticar su vestuario. En cierta ocasión, la tía de doña Letizia, Henar Ortiz, tuvo que pararle los pies porque ya se estaba excediendo en los comentarios. Si hubo un look que hizo que el marido de la infanta Elena estallara fue el escogido por la princesa para asistir a la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson. Aquel inolvidable vestido rojo y el peinado con ondas.
Marichalar coincidió con el criterio de quienes denostaron la elección de la princesa por considerarla más propia de una estrella de cine o celebrity que de una integrante de la monarquía. Sin duda, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Jaime debería recordar la época en que su esposa vestía con gran pompa solo de diseñadores extranjeros. ¿://www.cotilleo.es/wp-content/uploads/2018/01/292891_urdangarin-1024×576.jpg» alt=»Casa Real» width=»1024″ height=»576″ data-has-syndication-rights=»1″ />
Doña Letizia se alegró cuando don Felipe decidió cortar la sombra de la corrupción en Casa Real. Para ello, apartó primero a la infanta Cristina y, posteriormente, a doña Elena. Eso significaba que no había lugar en el seno de los Borbón para la hija mediana de los Reyes Eméritos ni mucho menos para Iñaki Urdangarín. Se acabó para Cristina y su familia recibir dinero de la Lista Civil que el Rey reparte según considera mejor entre los miembros de la familia. También la pareja fue despojada del título de duques de Palma.
Iñaki Urdangarín se vino arriba en cuanto matrimonió con la infanta Cristina. El hecho de entrar a formar parte de la primera familia del país le deslumbro tanto que llegó a cegarle. Cuando apareció Letizia Ortiz, en vez de darle la mano, la miró por encima del hombro y le dejó muy claro que no era de su agrado. Era de los que esperaban que doña Letizia se estrellara y acabó sucediéndole a él.
No olvida

Si algo tiene doña Letizia es que no olvida, hay quien dice tampoco perdona. Esperó pacientemente hasta que llegó el final de Urdangarín y entonces saboreó su venganza. Aquí hay que señalar que mucho antes de que estallara el Caso Noos, personas muy cercanas a la Reina ya estaban alertadas de que era cuestión de tiempo que todo saliera a la luz. Y llegó el día, y el chico guapo con fama de ligón y querencia por la buena vida fue expulsado del Olimpo de los Borbón.
Desde entonces, doña Letizia ha sido la más dura en la postura frente a Cristina e Iñaki. No quiere tenerlos cerca. Y cuando se trata de fuerza mayor, como algún funeral familiar al que la infanta ha asistido, la Reina muestra su malestar a través de miradas gélidas que petrifican. Este cordón sanitario lo ha hecho extensivo a sus hijas. De hecho, el asunto ha causado controversia. Al punto que el verano pasado, don Felipe compartió una jornada marinera con sus sobrinos Urdangarín. Doña Letizia no asistió a la excursión y solo transigió con hacer acto de presencia en la cena posterior que se celebró.
Y los reyes enmudecieron

El día en que don Felipe reunió a sus padres para decirles que había encontrado a la mujer de su vida, Zarzuela enmudeció. Don Juan Carlos y doña Sofía se quedaron de piedra al saber que la elegida era Letizia Ortiz, periodista y divorciada. Es probable que los soberanos pensaran en ese momento que eran víctimas de una broma con cámara oculta. Pero no, era pura realidad.
Don Felipe vio claro que su padre no tragaba con su elección y le echó un pulso. Le dijo que estaba dispuesto a todo, hasta a renunciar al trono por amor a Letizia. Ocurrió el 5 de octubre de 2003. Y tras dejar claras sus intenciones, el príncipe de Asturias cogió un avión y se reunió con la periodista en Nueva York, que se encontraba allí por motivos laborales. La pareja cenó con Woody Allen. Mientras tanto, Zarzuela ardía.
Don Felipe, desaparecido

Doña Sofía confiaba en que su hijo recapacitaría y atendería a razones. Sin embargo, volvieron a saltar las alarmas cuando don Felipe no acudió a una cita muy importante para la familia real, el desfile de la Hispanidad. Cundió el pánico porque el príncipe estaba ilocalizable y eso indicaba que no iba a moverse ni un ápice de su decisión. La periodista era la mujer de su vida e iba a casarse con ella con o sin el beneplácito de sus progenitores. En esta ocasión, no antepuso la Corona a sus sentimientos, como ocurrió con Eva Sannum.
Completamente distanciados don Juan Carlos y su hijo, doña Sofía y las infantas Elena y Cristina intermediaron para que se produjera una reunión. Felipe acudió a la cita y otra vez allí se reafirmó en lo que había manifestado desde el principio. Ante esto, el Rey, con todo el dolor de su corazón, porque creía que su hijo se estaba equivocando, dio su aprobación.
Letizia, una mujer endurecida

El periodista Isidre Cunill escribió en su libro Letizia, una republicana en la corte del Rey Juan Carlos, sobre la extrema delgadez que la Reina observó en sus primeros tiempos de casada. “Hasta tal punto la delgadez era extrema que se llegó a afirmar que doña Letizia padecía anorexia. Demasiado sufrimiento, demasiada incapacidad para frenar los rumores que sobre ella se decían. Todo este conjunto de situaciones la ha ido endureciendo. Si ya era inflexible y controladora durante su etapa de periodista ahora se ha convertido en una mujer déspota, dominante y autoritaria, que mantiene una actitud altanera respecto a su familia política y que actúa con autoritarismo con el personal de la Zarzuela, que le han asignado el apodo de La jefa”.
Isidre ahonda en la brecha abierta entre doña Letizia y su familia política: “Letizia sabe que tiene a don Felipe a sus pies, en una posición de sumisión y servilismo. El príncipe de Asturias está muy enamorado de su mujer y es un títere en sus manos. La princesa ha logrado dividir a la Familia Real y mientras el Rey no la soporta –desde el momento mismo en que supo que iba a contraer matrimonio con su hijo- la Reina como ‘gran profesional que es’, en palabras de don Juan Carlos, trata de mediar en tan conflictivo panorama.
Abuela solo hay una

Si en algo están de acuerdo don Juan Carlos y doña Sofía es en que reprueban que quien mande en la pareja no sea su hijo, sino Letizia. En su opinión, don Felipe ha cedido mucho terreno a su mujer y eso juega en su contra. Los Reyes Eméritos tienen catalogada a su nuera como una mujer sin educación exquisita, lenguaraz y con un gran afán de protagonismo.
Doña Sofía, sabedora de que la Corona es lo primero, decidió tragarse más de un sapo para no enfrentarse directamente con su nuera. Ha hablado con su hijo sobre lo poco que puede ver a sus nietas, Leonor y Sofía. Sin embargo, don Felipe no está dispuesto a contrariar a su mujer y se encoge de hombros cuando su madre le plantea la cuestión. Es como si la Reina hubiera decidido que sus hijas solo tienen una abuela, Paloma Rocasolano, omnipresente en la vida de las pequeñas. Mientras tanto, doña Sofía sufre en silencio cansada ya de los desplantes.
Don Juan Carlos y su fobia a Letizia

Que entre don Juan Carlos y doña Letizia no hay feeling es más que evidente. Al Rey Emérito le molesta sobremanera la forma que tiene su nuera de saltarse el protocolo. En diferentes ocasiones, doña Letizia no ha dudado en opinar frente a los periodistas que en ese momento estaban interesados en recoger la opinión de don Felipe o de los Reyes Eméritos. Ni corta ni perezosa, la Reina se ha metido en medio y ha terciado.
Al Rey Emérito no le gusta tampoco la manera en que su nuera ha trazado la nueva vida de don Felipe. Así lo relató Isidre Cunill: “Otro aspecto que preocupa en la Casa es la capacidad que ha tenido para encerrar al heredero en su propia burbuja y alejarlo de ciertas amistades que no son del agrado de doña Letizia. Además, la princesa de Asturias ha conseguido también que don Felipe abandone ciertas aficiones que a ella le parecen prescindibles. Y el enfado de los amigos íntimos del príncipe es mayúsculo”.
Cuñadas incómodas

Durante el noviazgo de don Felipe y doña Letizia, la infanta Cristina fue una de las grandes aliadas de la pareja. En su casa de Barcelona pernoctó la pareja en diferentes ocasiones. Eran los días de la Operación Zilencio, destinada a que la prensa no descubriera la relación del heredero y la periodista. Especial empeño puso el príncipe en que el secreto no llegara a la prensa del corazón. En su alma guarda un cierto rencor a los que forman el colectivo de lo rosa porque les considera, en cierta medida, culpables del fracaso de lo suyo con Eva Sannum. Está convencido de que las cosas hubieran ido de otra manera de no haber salido a la palestra tanta información sobre la vida privada de la noruega.
Tanto doña Elena como doña Cristina fueron dos grandes valedoras de la relación de don Felipe y doña Letizia. Sin embargo, una vez la pareja se unió en matrimonio y nacieron sus hijas, las cosas cambiaron. La entonces princesa de Asturias empezó a mostrarse altiva con sus cuñadas. Se empeñaba en mostrarles que era ella quien mandaba mientras que Elena y Cristina eran simples secundarias en el engranaje de la Casa Real. En alguna ocasión, las infantas han manifestado en privado que a Letizia se le ha subido el título y la posición a la cabeza. Deploran que no haya seguido el ejemplo de su madre y reprueban sus ganas de sobresalir.
Letizia a lo Maquiavelo

Una muestra de que entre la infanta Cristina y doña Letizia no hay nada que hacer se obtuvo en julio de 2005, fecha señalada para el bautizo de Irene Urdangarín. La princesa manifestó su deseo de ser la madrina de la hija pequeña de los entonces duques de Palma. Tanto Iñaki como su mujer se quedaron de piedra. No entendían semejante osadía con el trato que les dispensaba. Le dijeron que no y en su lugar eligieron a Rosario Nadal, con la que el matrimonio mantiene una sólida amistad.
Doña Letizia no tiene química con doña Elena. De hecho, cuando se juntan, saltan chispas. La Reina no se corta un pelo en darle la espalda. Muchos opinan que fue doña Letizia quien propuso que Elena saliera del organigrama de la familia real. Cuentan que aprovechó el estallido del Caso Noos para convencer a su marido que podrían salir cosas de su hermana que perjudicarían enormemente a la Corona. Como se daba la circunstancia de que el secretario de las infantas, Carlos García Revenga, salió a relucir en la cuestión, parece que don Felipe hizo caso del consejo de su mujer.
Punto y aparte

Desde que sucediera el enfrentamiento entre doña Letizia y doña Sofía algo se ha movido en Zarzuela. Este mes, doña Elena ha tenido dos actos reseñados en la agenda real. El incidente ocurrido durante la misa de Pascua en Palma ha marcado un antes y un después. El excesivo control, las ansias de protagonismo y el hacer de menos a su familia política ha pasado factura a la Reina.
Don Felipe ha roto la burbuja que creó su esposa a su alrededor y ha visto que las cosas han llegado al límite. Seguro que se arrepiente de haberle dado tanta manga ancha para hacer y deshacer. Sea como fuere, el caso es que ya se han diseñado los primeros cambios. Elena ha vuelto a la agenda real y está previsto que la infanta Cristina vaya a Palma este verano. La Reina va a tener que patearse la isla y parece complicado que pueda disfrutar de las vacaciones privadas que tanto le gustan.
La llegada de Letizia Ortiz a la Casa Real significó un antes y un después en su vida. De carácter controlador, la periodista quiso desde el primer momento que ningún miembro de su familia se saliera de la línea. Cuando ya han pasado catorce años desde que se casara con don Felipe, analizamos la relación de la Reina con los Ortiz Rocasolano.
El padre

La separación de Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz no se produjo en buenos términos. El padre de la Reina abandonó a su mujer porque se había enamorado de Ana Togores. Esto hizo mella en sus hijas, que se posicionaron al lado de su madre. Aunque se le han adjudicado algunas historias sentimentales, quienes conocen a Paloma aseguran que no ha vuelto a encontrar el amor tras el divorcio.
Quien bien conoce el paño asegura que para doña Letizia, el divorcio de sus padres fue un trauma. Tanto que su primo, David Rocasolano, llegó a afirmar que cuando eso ocurrió, la entonces periodista lo puso en su lista negra. Jesús y Ana vivieron juntos hasta que se supo del noviazgo de la periodista con el príncipe. Entonces, se casaron en una ceremonia organizada apresuradamente.
A pesar de todo, Ana Togores no estuvo en la boda real. En un principio se dijo que sí. Sin embargo, doña Letizia, siempre según su primo, le comentó que no era adecuado. Alegó que menudo papelón se les venía encima y que a ver cómo sentaban a sus padres estando su madrastra por el medio.
Así como Paloma Rocasolano tiene gran importancia en la vida de la Reina, no ocurre lo mismo con su progenitor. De hecho, todo indica que se ven una vez al año. El día de Reyes, cuando acuden por la tarde a comer el roscón a casa de Jesús Ortiz y Ana Togores.
La madre

Doña Letizia ha experimentado una metamorfosis retro tras convertirse en integrante del clan Borbón. Aquella mujer libre, poco convencional y acostumbrada a ir a su aíre, ha mutado en una dama bastante clásica. Mientras era periodista, la relación con su madre era bastante discreta. No se veían demasiado porque ella estaba inmersa en su trabajo y el tiempo libre que tenía gustaba de disfrutarlo con sus amigos.
Y una vez convertida en madre, la Reina ha redescubierto a Paloma Rocasolano. Tanto que no ha dudado en pedirle que acuda tres veces en semana a su casa para estar con Leonor y Sofía. Es Paloma quien se queda con las niñas cuando sus padres tienen que viajar. Sin duda, una relación muy estrecha la que mantiene con sus nietas. Algo que no se hace extensivo a doña Sofía, que se ha quejado de que no le dejan ver apenas a las pequeñas.
Lo cierto es Paloma Rocasolano sigue al pie de la letra las instrucciones de su hija, muy estricta en cuanto a horarios y alimentación. Jamás se le ocurría a la buena mujer dar una chuchería a las pequeñas. De hecho, esto es algo que la Reina deplora de doña Sofía, que tiene la costumbre de obsequiar con caramelos a sus nietos más pequeños.
La tía Henar

Henar Ortiz es tía materna de doña Letizia. Desde el principio, ya dio muestras de que la relación con su sobrina no era lo que se dice buena. Aunque no se sabe por qué, el caso es que no ha dudado en realizar declaraciones punzantes contra la hija de su hermano Jesús. Para empezar, se define como “Roja, laica y republicana”. Además, no se cortó un pelo a la hora de asegurar que “Mi sobrina no llegará a reinar”.
La relación entre Henar y doña Letizia está rota. Hace años la periodista Ángela Portero explicó que la díscola tía intentaba vender las fotos del primer enlace de su sobrina con Alonso Guerrero por 600.000 euros. Esto marcó un antes y un después entre ellas. Si hasta entonces la Reina le había perdonado sus declaraciones, lo de las imágenes significaba que no podía fiarse de ella.
Henar expresó que demandaría a Ángela Portero, Telecinco y la productora de Sálvame, La fábrica de la tele, y lo hizo. Sin embargo, la Justicia no le dio la razón. El Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación que interpuso contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias. El resultado es que por dos veces tiraron por tierra su petición de protección al honor por haberla señalado en el caso de la venta de las fotografías de la primera boda de doña Letizia.
La hermana

Telma Ortiz es uno de los grandes misterios de los Ortiz Rocasolano. Es como si la tierra se hubiera tragado a la antigua cooperante. Tras protagonizar un estruendo tremendo al demandar a cincuenta medios de comunicación por lo que calificó como “Insoportable y permanente acoso”, se esfumó. Sorprendió que la Reina Letizia diera alas a su hermana en esta aventura. De hecho, aseguran que la soberana y don Felipe se reunieron con personas destacadas de la prensa para convencerlos de que la reacción de Telmita estaba más que justificada.
Cuando se anunció el compromiso matrimonial entre doña Letizia y don Felipe, Telma estaba encantada de formar parte del grupo de amigos del heredero. Se la veía asistir a fiestas y tenía mucho éxito. Sin embargo, con los años, ha desarrollado una fobia al ojo público. Está obsesionada con que no se capten imágenes de ella. Sigue viviendo en Barcelona con su hija.
La relación de doña Letizia con su hermana es muy buena. Ella la secunda en sus ganas de privacidad. De hecho, se sospecha que la mano de la soberana está detrás de la orden de no comprar fotografías en las que aparece Telma por parte de las revistas del corazón. Su nivel de vida es alto. Parece que su divorcio de Jaime del Burgo la dejó en buena posición. Su hija Amanda asiste a uno de los colegios más caros y elitistas de la ciudad.
Telma y su hija viven en uno de los barrios de la zona alta de Barcelona. La hermana de la Reina intenta no dar que hablar y su entorno está absolutamente blindado. En cuanto a los lugares por donde se deja caer, los típicos de gente bien. Esto también se hace extensivo a su círculo de amigos. Entre otros, los Tous, ahí es nada.
El primo

David Rocasolano fue una de las personas más cercanas a doña Letizia. A él acudió para que controlara a la familia tras anunciarse su compromiso con el heredero. En su primo confió la Reina para que hiciera desaparecer el rastro de un aborto que se volvió incómodo tras entrar a formar parte de la familia Borbón. Eso era algo que doña Sofía ni entendería ni aceptaría, de ahí que pidiera ayuda a David para solventar la papeleta.
Quizás la Reina se equivocó el día en que decidió deshacerse de David. Ocurrió cuando lo relacionaron con un tema de corrupción. En ese momento, lo apartó de su lado. Un tiempo después, él se vengó escribiendo un polémico libro, Adiós, Princesa. En el mismo reveló detalles muy comprometedores para doña Letizia, dejando su imagen rota en mil pedazos.
Según David Rocasolano, la presión que doña Letizia ejercía sobre los suyos tuvo algo que ver en el final de Erika. También reveló que la soberana tenía una lista negra donde iba apuntando a aquellos que no hacían su voluntad. Tras la publicación del libro, el abogado desapareció. Se dijo que se mudó a Miami aunque se sabe que alguna vez regresó a Madrid para cumplir con sus obligaciones con la Justicia.
Suegras y nueras

“Aunque no me gustas, haré de ti una Reina”. La frase se le atribuye a doña Sofía, para quien doña Letizia afirman no era la candidata ideal. Sin embargo, el hecho de que su querido hijo la hubiera escogido, hizo que todas sus reticencias se vinieran abajo. Desde el día en que se anunció el compromiso oficial, la entonces periodista aseguró que su modelo a seguir era su suegra: “Con el ejemplo impagable de la Reina”, afirmó entonces.
Hace un tiempo, la periodista Pilar Eyre publicó en su blog de Lecturas que doña Sofía se había quejado de que apenas veía a sus nietas, Leonor y Sofía: “No sé ni cómo están. No me dejan verlas, vivo al lado y no puedo ir a su casa”. No era la primera vez que la Reina Emérita lloraba su pesar por la falta de contacto con las infantas. Se cuenta que una vez se acercó al palacio donde habita su hijo con su familia para ver a las pequeñas y que le dijeron que no podía pasar alegando algo parecido a que la señora no estaba en casa y que no tenía órdenes de ella para dejarla pasar.
El sumun de estas desavenencias se vio en la misa de Pascua en Palma de Mallorca. Doña Sofía quiso hacerse una foto con sus nietas y, por dos veces, doña Letizia lo evitó. Fue un asunto muy feo dado que la infanta Leonor retiró el brazo a su abuela y que la Reina limpió la frente de una de sus hijas que acababa de besar su suegra. Esto provocó un debate nacional en el que ganó de calle la Reina Emérita. Al final, el runrún fue tal que doña Sofía apareció con sus nietas del brazo en las puertas del hospital donde su marido convalecía de su última operación. Mientras tanto, don Felipe y doña Letizia contemplaban la escena encantados.
¿Obligaron a la Reina a hacer el paripé tras lo sucedido en Palma? Ciertamente, en Zarzuela saltaron las alarmas tras el episodio. La mayoría se puso al lado de doña Sofía. Fue la primera vez que doña Letizia tuvo que escuchar abucheos. Incluso, una de sus amigas, expresó que estaba destrozada por lo sucedido y que todo fue motivado porque ella es muy mirada con el tema de las fotos que le hacen a sus hijas. En el caso de la Reina Emérita no parece que hiciera falta solicitarle que se prestara a arreglar la metedura de pata de su nuera. Para ella, la Corona es lo primero, y así lo ha demostrado en numerosas ocasiones.
Donde las dan, las toman

Quienes bien conocen el paño aseguran que don Juan Carlos no puede con su nuera. Y no por sus orígenes plebeyos, sino por su forma de conducirse. Y es que al Rey Emérito le pone de los nervios que siempre quiera demostrar su cultura y conocimiento de la actualidad. Ocurrió durante una comida en Zarzuela en la que se hablaba sobre la situación en Irak. En el tema participaban muy animadamente doña Sofía y su hermano Constantino.
De repente, doña Letizia terció y dio su opinión. Afirman que la misma duró veinte minutos. El Rey Emérito, desesperado ante la cháchara de su nuera, le dijo: “Letizia, ya sabemos que eres la más inteligente, pero, por favor, deja hablar a los demás”. Cuentan que la entonces periodista se quedó de piedra y no volvió a abrir la boca.
Hace años se habló de una fuerte crisis matrimonial entre don Felipe y doña Letizia. Parece que don Juan Carlos terció y le recomendó a su hijo que se separara. La Reina se vengó de su suegro no dejando asistir a la infanta Leonor a la misa por el centenario del nacimiento de don Juan de Borbón, padre del Rey Emérito. Esto sentó fatal a don Juan Carlos que, desde entonces, evita a su nuera siempre que puede.
Los griegos

Durante años, Constantino de Grecia y su familia fueron habituales de los veraneos en Palma. Doña Sofía adora a sus hermanos y le encanta tenerlos cerca. De hecho, la princesa Irene vive en Zarzuela y es uno de sus grandes apoyos. Tanta visita dio pie a comentarios en la prensa. La cosa se avivó cuando se conoció que don Juan Carlos hizo que el gobierno del PSOE mediara para que a la Familia Real griega se le devolvieran los bienes que les habían sido confiscados.
A la Reina Emérita le dolió tener que renunciar a las visitas de su hermano y su familia en Palma y en Madrid. Le molestó sobremanera que se dijera que sus vacaciones corrían a cargo del erario público. Se armó tanto ruido que hace años que dejaron de venir. Parece que el rey Juan Carlos respiró aliviado, pues no se lleva demasiado bien con su cuñado quien, en alguna ocasión, le ha reprochado su falta de tacto y delicadeza con doña Sofía.
Don Felipe siempre ha tenido una especial afinidad con su primo Pablo. De hecho, cuando celebró su cincuenta cumpleaños, se desplazó a Inglaterra para acompañarle en tan señalada fecha. En la fiesta estaban también su hermana Cristina e Iñaki Urdangarín, aunque parece que no coincidieron en toda la noche. Doña Letizia dio plantón una vez más a la familia de su marido. Ni encaja con los Borbón ni con los Grecia.
Cuando saltó el encontronazo de la catedral de Palma, la mujer de Pablo de Grecia, Marie Chantal Miller dio su opinión en Twitter. Dejó muy claro que ninguna abuela merece ese trato y que, por fin, doña Letizia había mostrado su verdadera cara. Horas más tarde, el twit fue borrado. Como puede comprobarse, la Reina siempre haciendo amigos.
El principio de fin

La relación de don Felipe con sus hermanas siempre ha sido excelente. Desde pequeños, los tres mantuvieron un estrechísimo contacto. Compartían habitación de juegos, hacían los deberes juntos y era uña y carne. Así lo quiso y fomentó doña Sofía, sabedora de que esos lazos siempre estarían ahí pasara lo que pasase. Para ella, el vínculo con sus hermanos, Irene y Constantino, ha sido vital en momentos difíciles.
Cuando don Felipe comentó a sus padres que había encontrado el amor, don Juan Carlos no estuvo de acuerdo. El hecho de que Letizia estuviera divorciada era algo que no agradó al monarca. Sabía que eso sería motivo de fuertes críticas a la Corona y que muchos ciudadanos no lo verían bien. Por su parte, la reina Sofía, aunque sabía que no era la candidata ideal, apoyó a su hijo.
Las infantas Elena y Cristina se pusieron de parte de su hermano. Ni lo dudaron. Para ellas, su felicidad estaba por encima de todo. Y más tras lo mucho que había sufrido al romper con Eva Sannum. En esa ocasión, la razón de Estado ganó al corazón. Sin embargo, con Letizia, don Felipe no estaba dispuesto a dejar que ocurriera lo mismo. Todo iba bien entre ellos hasta que ocurrió un hecho que marcó un antes y un después.
En julio de 2005 en Zarzuela se celebró el bautizo de Irene Urdangarín. Al parecer, los padres de Iñaki Urdangarín no tenían donde alojarse, algo debió ocurrir que provocó semejante situación, y la infanta Cristina pidió a don Felipe y doña Letizia si podían quedarse en su casa. Sin embargo, su cuñada respondió que no, que tenía muchas molestias debido al embarazo y que no estaba para huéspedes. Aquello fue el principio del fin. Los desencuentros continuaron hasta desembocar en un muro de incomunicación.