La entrada en prisión de Iñaki Urdangarín no ha hecho más que aumentar el problema que se desató tras la instrucción del Caso Noos. Este asunto divide a la Familia Real y ya ha causado graves enfrentamientos. El último tiene como protagonistas a doña Sofía y la Reina Letiza. Si antes se llevaban fatal, con el último movimiento de la Reina Emérita la distancia es ya insalvable. ¡Arde Zarzuela!
Pesadilla interminable

Tanto don Felipe como doña Letizia estaban deseosos de que se resolviera judicialmente el Caso Noos. El mismo significó el principio del fin para los ex duques de Palma y don Juan Carlos. Cuando se imputó a Urdangarín y a la infanta Cristina en la causa, salieron a la palestra documentos que mostraban muy a las claras que el Rey Emérito no era ajeno a las maniobras de su yerno. De hecho, existen ciertos correos electrónicos que el ex deportista intercambió con Corinna.
En un principio, desde Casa Real se decidió que Iñaki y su familia abandonaran Barcelona y se instalaran en Estados Unidos. Allí el entonces duque de Palma fue contratado por una importante empresa de telefonía. Como ya se empezaba a hablar abiertamente de que había aprovechado su posición para hacer negocios incorrectos, muchos abonados de la operadora de telefonía se dieron de baja.
La deslealtad de una hija

Para doña Sofía fue muy duro conocer que tanto su hija como Iñaki mantenían una buena relación con Corinna. Para entonces, la Reina Emérita estaba más que harta de que la sombra de la alemana la persiguiera. De hecho, en 2010, cuando don Juan Carlos fue intervenido en el Hospital Clínico de Barcelona, quien permaneció a la cabecera de su cama fue Corinna. Una hora antes de que llegara doña Sofía, a la alemana la conminaron a abandonar el centro médico.
La Reina Emérita sabía lo que se cocía y de ahí, como lleva haciendo desde hace años, que permaneciera las horas de rigor en el hospital pero en una estancia habilitada para ella. La realidad es que ni entró a visitar a don Juan Carlos. Todo esto hizo que se derrumbara cuando supo que Corinna, Cristina e Iñaki congeniaban muy bien. Quizás tuvo algo que ver el deseo de Urdangarín por acceder a un alto cargo deportivo o tal vez el hecho de que el Rey Emérito le prestara a su hija una importante cantidad de dinero para poder sufragar parte de los gastos que conllevó la adquisición del palacete de Pedralbes.
La insoportable Corinna

Don Juan Carlos dudó durante un par de años antes de decidirse a abdicar. Al final, agobiado por los escándalos pasó el testigo a su hijo. No fue una cesión fácil. El Rey Emérito luchó con uñas y dientes para que en Casa Real aceptaran su divorcio de doña Sofía. Lo que quería era irse a vivir con Corinna, pues estaba profundamente enamorado. Al final, no le quedó más remedio que desistir. La alemana comprendió que nunca ocuparía el lugar que creía le correspondía en la vida del monarca y desapareció muy enfadada. Si por ella hubiera sido, don Juan Carlos jamás hubiera renunciado al trono.
La idea de Corinna era que el Rey dejara claro que ella era su mujer a nivel sentimental mientras que con doña Sofía formaba equipo de trabajo. Muy cerca estuvo la alemana de conseguir su propósito pero consiguieron frenarla. Para entonces, los fieles a don Juan Carlos querían apartarla por su voracidad. Nunca tenía bastante. Siempre quería más poder, más reconocimiento, más mando en plaza…
Política de transparencia

Don Felipe tuvo claro que había que aplicar una política de transparencia y apartar a los que estaban manchados por la sombra de la corrupción. En el caso de Cristina, le pidió que renunciara a su título de infanta. Sin embargo, la mediana de los Reyes Eméritos se negó alegando que era hija de Reyes y que por nada del mundo estaba dispuesta a apearse del tratamiento de alteza real.
Al final, tras un intenso ir de venir de faxes entre Ginebra y Madrid, don Felipe despojó a su hermana y a su cuñado del título de duques de Palma. Quedó claro entonces que los dominios de la Familia Real estaban vetados para Iñaki, que fue declarado persona non grata. En cuanto a Cristina, don Felipe y doña Letizia manifestaron que no volverían a coincidir con ella en público y mucho menos posar para la foto.
Cristina teme a Letizia

Si alguien deseaba que se dictara sentencia en el Caso Noos era doña Letizia. El asunto le ha ocupado y preocupado por el desgaste que ha significado para la Corona y también porque no puede ver a Iñaki. Le vetó en cuanto supo que malmetía a don Felipe contra ella contando historias para no dormir. Quién lo hubiera dicho de un hombre que se manifiesta católico y practicante.
Tampoco las cosas entre la Reina y la infanta Cristina han ido bien. La mediana de los Reyes Eméritos no aguanta a su cuñada y la culpa del ostracismo al que ha sido sometida su familia. En 2010, la relación entre ambas era tan tirante que Cristina pidió a su padre que dejara atada y bien atada su herencia. Al parecer, temía las maniobras que doña Letizia pudiera hacer al respecto. Sabe que su influencia sobre don Felipe es mucha y de ahí que quisiera curarse en salud.
Doña Sofía cómplice de Iñaki

Iñaki Urdangarín llegó procedente de Ginebra a Madrid el día antes de entrar en prisión. En el aeropuerto le esperaban cuatro coches que se dedicaron a evitar que los periodistas pudieran descubrir dónde pasaría su última noche en libertad. Se montaron diferentes guardias en casa de algunos Borbones, como la infanta Elena o la infanta Pilar. Nada, por allí no apareció.
Se dice que Iñaki contó con el apoyo de doña Sofía para su última noche en libertad. Al parecer, la Reina Emérita habría preparado todo para que su yerno pudiera descansar antes de emprender el camino de la cárcel. En Zarzuela niegan que pernoctara allí. No hace falta dado que doña Sofía tiene a su disposición diferentes propiedades que sirven a su propósito.
La cólera de Letizia

Y una vez ingresó en prisión, la Familia Real quiso transmitir una imagen de normalidad. La infanta Cristina acudió a su trabajo en Ginebra. Doña Sofía y su hermana Irene fueron a comer a casa de la Infanta Pilar. Por su parte, don Juan Carlos comió en casa de su hija Elena. En cuanto a los Reyes, estaban de viaje oficial en Estados Unidos. Bien lejos de la zona de peligro y creyéndose a salvo.
La Reina Letizia montó en cólera cuando supo que doña Sofía había ayudado a Iñaki a solucionar su última noche antes de entrar en la cárcel. Y es que doña Letizia no entiende cómo a su suegra se le ocurrió semejante plan dado el perjuicio que los ex duques de Palma han causado a la Corona. La soberana interpreta el apoyo de la Reina Emérita a Urdangarín como una afrenta destinada a hacerle daño. Así las cosas, entre ellas es imposible tender puentes.
No hay vuelta atrás

La infanta Cristina está decidida a visitar a Iñaki en prisión. Doña Letizia es la más contraria a esta iniciativa dado que sabe lo que eso significa. Otra vez la monarquía en entredicho por culpa de la mediana de los Reyes Eméritos. La Reina Letizia considera que su cuñada está abducida por Iñaki y que no hay nada que hacer para quitarle la venda de los ojos. De hecho, trascendieron unos correos donde se confirmaba que el ex duque de Palma tenía una amante estando ya casado con Cristina. Pues bien, ni eso ha hecho mella en la infanta, aferrada a su marido de aquí a la eternidad.
Los emisarios que ha enviado don Felipe para que consigan cambiar la opinión de su hermana han regresado con las manos vacías. Sin duda, se trata del último órdago de la infanta a los Reyes. Ya ha dejado claro que piensa hacer su santa voluntad sin tener en cuenta si eso afecta a la Corona. Al fin y al cabo, considera que su hermano y su cuñada la empujaron por el precipicio cuando más los necesitaba. Un auténtico culebrón real.
La Reina Letizia está atravesando uno de sus peores momentos desde que entrara a formar parte de la familia real. Los hechos sucedidos en la última misa de Pascua en Palma, donde se comportó de forma muy fea con doña Sofía, le han pasado factura. Y de qué modo. Te lo contamos todo a continuación.
En la cuerda floja

Doña Letizia se enfrenta a un presente incierto. Su papel en Casa Real se ha visto perjudicado por los hechos sucedidos durante la pasada misa de Pascua en Palma de Mallorca. Como se recordará, la Reina impidió en varias ocasiones que doña Sofía se hiciera una foto con sus nietas. Lo intentó hasta en tres ocasiones pero su nuera se puso en medio para que no consiguiera su propósito.
Tras el bochornoso espectáculo, una buena parte de la sociedad censuró el comportamiento de doña Letizia. También quedó patente que el férreo control que ejerce sobre la educación de las infantas Leonor y Sofía de poco sirve. No es exagerado clasificarlo de fracaso si nos atenemos al detalle de la heredera, que no dudó en retirar el brazo de su abuela materna de muy malas maneras.
Cuestión de mala educación

Lo de Palma fue algo que irritó a muchos españoles. Ciertamente, ver a doña Letizia ejercer su papel de madre de forma tan abusiva hizo que la mayoría se solidarizada con doña Sofía. En Zarzuela no dejaron pasar mucho tiempo antes de poner en marcha una contraofensiva que parara el tsunami de críticas contra la Reina. De hecho, doña Letizia fue abucheada durante un acto público. Para el siguiente, mostró su mejor sonrisa y hasta se hizo selfies con los ciudadanos que esperaban en la calle para verla.
En Casa Real se escogió la visita de parte de la familia real al hospital para ver a don Juan Carlos, convaleciente de una operación. Y fue ante los periodistas allí congregados que doña Sofía se vio obligada a realizar una pantomima posando con la mejor de sus sonrisas y con Leonor y Sofía cogidas de la mano. Mientras tanto, los Reyes contemplaban la escena con agrado.
Quien la hace, la paga

En Zarzuela sabían que el gesto protagonizado por la Reina Emérita junto a sus nietas no serviría para acallar las voces críticas con la forma de ejecutar de doña Letizia. Así las cosas, se pusieron manos a la obra para diseñar un plan destinado a frenar el huracán que la Reina desató al mostrar sus malas formas y que conlleva importantes cambios en la familia real. Es Letizia Ortiz la que sale peor parada.
Cuando estalló el caso Noos, don Felipe decidió apartar a doña Elena de sus funciones institucionales por si acaso. Durante la instrucción de la causa, el nombre del secretario de las infantas, García Revenga, salió a relucir. Eso hizo que el Rey temiera que su hermana mayor también pudiera estar involucrada y la apeó de sus obligaciones como miembro de la familia real.
Ignorando a Elena

El caso Noos proporcionó a doña Letizia el as que hace tiempo llevaba esperando para realizar su desquite. La Reina hacía mucho que no se llevaba bien con sus cuñadas y aprovechó la circunstancia para opacar a nivel público a doña Elena. Exactamente, no se sabe bien qué tiene contra ella pero el caso es que siempre que ha podido, le ha dado. Como quedó patente cuando tras el divorcio de los duques de Lugo, se fue a comer con Jaime de Marichalar.
A don Felipe no le gustó nada el gesto de apoyo público de su esposa para con Marichalar y le pidió que no volviera a repetir nada semejante. Esto sentó fatal a otros miembros de la familia, sabedores de que Elena lo estaba pasando mal. Luchó con uñas y dientes para salvar su matrimonio pero no lo consiguió. Ni ella, ni los Reyes Eméritos ni su hermana Cristina entendieron cómo doña Letizia había llegado tan lejos.
El regreso

El episodio de Palma de Mallorca ha servido para que la infanta Elena vuelta a tener protagonismo institucional. Ya son tres los actos que ha desempeñado y todo indica que así va a seguir. Don Juan Carlos le hizo ver a su hijo que la infanta era uno de los miembros más queridos de la familia real y que era hora de levantarle el castigo que se le impuso de forma preventiva.
También el Rey Emérito hizo hincapié en la forma en que doña Letizia había tratado a Elena, injustamente y con desdén. Por otro lado, lo ocurrido en Palma había confirmado lo que era un secreto a voces, la mala relación en el seno familiar. Recuperar a la infanta era un primer paso para volver a los tiempos en que reinaba la buena sintonía, antes de la llegada de la periodista.
Pérdida de poder

Doña Letizia ya no tiene el poder de antaño. Al final, su carácter le ha pasado factura. Así las cosas, de momento, ya no puede hacer y deshacer a su antojo. Está previsto que toda la familia coincida en Palma este verano. Se trata de otro punto del plan concebido para lavar la imagen la Reina. Este mes de agosto, cuando vaya a Marivent, no podrá quedarse relajada en casa. Al contrario, se ha decidido que tiene que dejarse ver. Esto incluye a las niñas, las menos conocidas de la realeza europea.
Aunque no se conocen los motivos, el caso es que doña Letizia ha demostrado sobradamente que tiene fobia a Palma de Mallorca. Si por ella fuera, no pondría los pies en la isla. Así las cosas, el Rey y su familia no pasan más de cinco días al año en el enclave balear. Sin embargo, este verano será diferente. Parece complicado que la soberana pueda llevar a cabo una de sus máximas, vacaciones privadas.
La bronca

Si algo tuvo claro doña Letizia cuando llegó a Reina es que ejercería el cargo de forma diferente a doña Sofía. Con ella no iba eso de inaugurar hospitales y visitar a los menos favorecidos. Quería una agenda donde pudiera desarrollarse a otros niveles. Se comprende, la España de ella no es la de su suegra. Por tanto, el cambio es acertado. Y así caminaba doña Letizia, feliz por la senda que había trazado hasta que…
Según publican en Periodista Digital, doña Letizia abroncó a don Felipe al conocer que su papel durante el viaje a Estados Unidos sería meramente decorativo. El hecho de que le tocara merendar con Melania Trump fue algo que la hizo estallar. Intentó cambiar el acto pero le dijeron que la decisión ya estaba tomada y que nada podía hacerse.
Annus horribilis

El 2018 pasará a la historia como el año en que doña Letizia perdió poder en Zarzuela. Si hasta ahora don Felipe le había dado manga ancha para hacer y deshacer, ahora la vigila de cerca. Sabe que otra metedura de pata como la de Palma sería imperdonable para muchos españoles. Así las cosas, el Rey ha decidido que su esposa de un paso atrás. Es cierto que pone gran empeño en lo que hace pero también es verdad que a la Reina la pierden las formas.
Don Felipe es consciente de que su imagen también se ha visto perjudicada por lo ocurrido en Palma. Si hasta ahora hacía caso omiso a los comentarios que lo pintaban como un hombre plegado a los deseos de su mujer, sabe que llega el momento de cambiar, de ahí que haya hecho retroceder a la Reina. Seguirán formando equipo pero ella ya no tendrá un papel tan predominante. Y es que nada tan perjudicial para la imagen de la monarquía como una Reina mandona.
Letizia Ortiz dejó de ser ella misma el día en que se convirtió en doña Letizia. Mucho ha llovido desde entonces. En el camino se han quedado secretos que la Reina quiso esconder bajo siete llaves pero no lo consiguió. Episodios que ocurrieron, algunos, durante su metamorfosis de plebeya a noble. Esto es lo que la Reina Letizia esconde.
El accidente

Cuando Letizia Ortiz aceptó la petición de matrimonio que le hizo don Felipe ni lo dudó. El noviazgo de la pareja pudo mantenerse alejado de los medios debido a la Operación Silenzio. Se trataba de que nadie pudiera filtrar la noticia antes de que el heredero hubiera atado todos los cabos. Él mejor que nadie conoce a sus padres y sabía que su novia no iba a contar con su aprobación. Sin embargo, todo estuvo a punto de irse al traste por una jugada imprevista del destino.
A Letizia Ortiz le gustaba conducir. Un día, sufrió un accidente: “Al salir del túnel que enlaza la M-30 con la calle O´Donnell la sorprendió una tromba de agua. Los vehículos se agolpaban en la vía. Ella intentó frenar, sin poder evitar el aquaplaning, y provocó una colisión múltiple. ‘Está usted viva de milagro, se podría haber matado’, le recriminaron los efectivos del SAMUR. Antes que a ellos, Letizia hizo una sola llamada telefónica. Fue al príncipe Felipe. Él la calmó y envió hasta el lugar de los hechos a dos agentes de la Guardia Real, que la condujeron en moto a Torrespaña. Al llegar estaba muy nerviosa. Se tomó una tila y siguió trabajando toda la tarde. Aquello le podía haber costado un disgusto”, explicó Alfredo Urdaci para Vanity Fair.
Conducción temeraria

Tendría que pasar el tiempo para que Urdaci revelara la verdad que el accidente escondía. Doña Letizia, enterada de que el periodista escribía un libro donde ella tenía protagonismo, le telefoneó para pedirle que no incluyera el pasaje del accidente: “Me llamó y lo quité de mi libro por los problemas que le podía ocasionar aquel choque. Ella desde el coche llamó al príncipe y le mandaron motoristas. Tal vez no quería que se publicara ese episodio, porque le incomodaba que se supiese que iba sin cinturón y su afición a correr. A ella le gusta pisar el acelerador”, reveló Alfredo Urdaci en entrevista concedida a Vanitatis.
Durante la época en que trabajaron juntos en TVE, Alfredo y Letizia mantenían una buena entente. Sin embargo, desde el mismo momento en que se anunció el compromiso con don Felipe, se cortó la relación. Tendrían que pasar años hasta que volvieran a verse. Esta fue la sensación que tuvo el periodista tras el reencuentro: “Fue un encuentro que hablamos de asuntos que estaban pasando en la actualidad. Ella ya no es la Letizia que yo conocí. No tiene nada especial. La Letizia que encontré era una mujer muy cambiada y creo que hasta ella misma reconoce ese cambio. Hay una evolución tremenda y un cambio significativo”.
Una dolorosa renuncia
Para Letizia Ortiz no fue fácil tener que decir adiós a su trabajo de periodista. De hecho, intentó seguir llevándolo a cabo una vez convertida en princesa de Asturias: “Ella intentó seguir ejerciendo como periodista. Durante tres semanas realizó llamadas insistentemente, proponiendo incluso ocupar puestos sin gran relevancia. El entonces director de RTVE, José Antonio Sánchez, y yo nos reunimos con La Zarzuela para valorar las opciones, una de las cuales consistía en habilitar un despacho desde el que Letizia dirigiese programas especiales Pero era casi imposible mantener en secreto en qué iba a estar trabajando la princesa de Asturias. Todo acabaría por magnificarse. El asunto se llegó a consultar con otras Casas Reales europeas. Finalmente, la idea se desechó”, reveló una persona que trabajó con ella en TVE.
Quizás influida por la pena de no poder seguir ejerciendo su profesión, Letizia, en sus primeros tiempos, intentó trasladar su experiencia en televisión a su tarea en la Casa Real. No escuchó a quien le aconsejó que se equivocaba. A fuerza de errores, captó el mensaje aunque no lo haya puesto en práctica, formar parte de la familia real requiere cercanía y espíritu de sacrificio. Por tanto, colisiona con un horario fijo. La Corona por encima de todo, como siempre ha practicado doña Sofía.
La princesa imprudente
Durante los primeros meses de matrimonio, doña Letizia llevaba una libreta donde apuntaba todo lo que sucedía durante el día. Se trataba de una costumbre que adquirió siendo una niña. Ese diario pudo haber puesto a la Corona en serio peligro. Así se lo hizo ver don Felipe cuando se enteró. Lo descubrió de forma casual. Entonces, alarmado, advirtió del peligro que eso significaba en caso de pérdida o sustracción.
Hasta entonces, Letizia no veía nada malo en anotar en su libreta lo que acontecía en su vida diaria. Sin embargo, tras la explicación de su esposo, tomó conciencia y jamás volvió a poner en práctica semejante actividad. Enterados don Juan Carlos y doña Sofía, pusieron el grito en el cielo y tildaron de irresponsable a su nuera.
El mayor enemigo de Letizia
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarín fueron muy cercanos a doña Letizia. Se daba la circunstancia de que el ex deportista mantenía una buena entente con don Felipe. Aunque se ha dicho que los Reyes cortaron con los Urdangarín tras el estallido del Caso Noos, la historia sucedió antes. Una auténtica vendetta de Iñaki, tan desalmada como innecesaria.
El ex duque de Palma se dedicaba a poner a don Felipe en contra de doña Letizia. Para ello, explicaba historias truculentas que tenían como protagonista a una princesa malvada. El Rey, para no desatar un tsunami, al principio calló. Hasta que un día se hartó y le paró los pies a su cuñado. Para entonces, Letizia Ortiz ya había descubierto el doble juego de Urdangarín. Para ella fue muy duro conocer que uno de los suyos, pues ambos eran plebeyos, la ridiculizaba y criticaba con vehemencia ante todo el que quisiera escuchar. Sin duda, el Iñaki que hoy duerme entre rejas puede considerarse como el mayor enemigo de la Reina Letizia en sus primeros años como miembro de la familia real.