La conexión entre don Felipe y doña Sofía siempre ha sido mucha. El rey ha visto sufrir a su madre por las deslealtades de su padre y siempre ha estado ahí para consolarla. Un comportamiento muy diferente han tenido sus hermanas. Elena y Cristina han jugado a dos bandas, no queriendo verse perjudicadas en la relación con don Juan Carlos. Don Felipe ha decidido que ya es hora de apoyar a la reina emérita públicamente. La decisión deja a Letizia fuera de juego y más enfadada que nunca.
Letizia no consigue hacerse con el cariño de los ciudadanos

Annus horribilis el que vive la monarquía en España este 2018. Y es que ha pasado de todo. Uno de los suyos ha entrado en prisión y el cabeza de familia ha sido apartado de la foto oficial. Sin duda, un panorama desolador que ha obligado a don Felipe a hacer cambios drásticos. El rey sabe que la institución se desmorona si no consigue enviar un mensaje de unidad y transparencia. No es fácil porque los actuales representantes de la familia real no tienen buena relación entre ellos.
Doña Letizia no quiere cerca a la reina emérita. Por más paripés que representen, está claro que no traga a doña Sofía. La reina lleva años intentando que su imagen gane enteros ante la opinión pública y no lo consigue. No puede romper la férrea barrera que la separa de una parte de la ciudadanía. Las diversas estrategias que ha puesto en práctica han caído en saco roto. Sin duda, la soberana está desolada.
Letizia y Sofía, dos maneras radicalmente opuestas

Doña Sofía es una de las mejores reinas de su generación. Aprendió el oficio de niña y sabe lo que tiene que hacer en todo momento. Por otro lado, está su forma de llevar la corona. La reina emérita sabe que nada más débil que la monarquía, cuesta una vida construirla y bastan cinco minutos para derrumbarla. De ahí que siempre esté al pie del cañón. Este sentido de la obligación es algo que ha heredado su hijo.
En cuanto a Letizia, aunque desde el 22 de mayo de 2004 es miembro de pleno derecho de la familia real, hay cosas que sigue sin aceptar. No entra en su cabeza esa servidumbre a la Corona que ejercen doña Sofía y don Felipe. Para ella se trata de un trabajo con horario de entrada y de salida. Es impecable en cuanto a los actos a los que asiste pero su lenguaje corporal destaca que tiene ganas de acabar para irse. De hecho, en alguna ocasión, ha abandonado alguna recepción sin su marido.
El rey aparta a Letizia

Hasta que estalló el escándalo Corinna, don Felipe miraba para otro lado al respecto del trato que doña Letizia prodiga a la reina emérita. Sin embargo, el rey ha considerado que ya es hora de hacer algún gesto público para reivindicar a su madre. Mientras que para la reina se ha dibujado un perfil más bajo, doña Sofía recupera todo el protagonismo. Sabe don Felipe que es uno de los grandes activos de la monarquía y de ahí que haya recurrido a ella para que le eche una mano en estos difíciles momentos.
En esta semana que entramos, la reina emérita tiene cuatro actos programados mientras que doña Letizia solo 3. Sin duda, esto es algo que ha molestado a la reina ya que significa que su marido ha tomado conciencia de que su imagen resta más que suma y de ahí ese perfil bajo que ha decidido para ella. Este cambio conlleva también una pérdida de poder y el dolor de saber que la sombra de su suegra ha conseguido atraparla. Imposible salir ganadora teniendo enfrente a una reina de la talla de doña Sofía.
La sabelotodo

La seguridad de la que hace gala doña Letizia es su peor enemigo. Tras matrimoniar con don Felipe, la periodista creyó que podía desenvolverse en su nueva vida echando mano de su experiencia ante las cámaras y con las clases puntuales que recibió en diferentes materias de estudio obligado para los miembros de la familia real. Esta forma de producirse hizo que no aceptara la mano que le tendió doña Sofía.
La reina emérita insistió en diferentes ocasiones para que Letizia escuchara. Quería que su camino no fuera tan duro como el de ella, que cuando se casó con don Juan Carlos y se instaló en España, recibió muchos desplantes por su nacionalidad. “La extranjera”, la apodaban y pronunciaban de forma despectiva. Sabía doña Sofía que su nuera no lo iba a tener fácil. Los comentarios vertidos tras el encuentro de Felipe y Letizia con los medios así lo presagiaron.
Los desplantes de Letizia a Felipe

A doña Letizia le ha pesado más de lo que nunca admitirá su origen plebeyo. Lo demostró en sus primeros años como princesa. Cada vez más delgada y con peor carácter. Lejos de sumergirse en su nueva vida con total naturalidad, la soberana se empeñaba en repasar una y otra vez los errores cometidos para corregirlos. Su máxima, la perfección. Peor compañera de viaje, imposible. Sin embargo, se aferró a ella para que nadie pudiera criticarla.
Tantos nervios y perfeccionismo pasaron factura a la pareja. En 2003, don Felipe y doña Letizia estaban al borde de la separación. El príncipe se cansó de aquella mujer malhumorada que a todo ponía pegas. Lo peor fue que doña Letizia no se cortaba en público y eran continuos los desplantes a su marido. Un espectáculo, en ocasiones, bochornoso.
Y Sofía huyó de Letizia

Cuando don Felipe fue coronado, Letizia se creció. Fue entonces cuando quiso que todos supieran que ella era la reina, consorte, pero reina. Y ahí empezó a aplicar mano dura. Como una especie de correctivo contra aquellos que la habían desairado, siempre según su percepción. Don Felipe intentó mediar pero imposible reconducir la situación. Una de las que más sufrió fue la infanta Elena, que siente devoción por su hermano.
Doña Sofía se refugió más que nunca en su hermana Irene y puso tierra de por medio. Ya no pasaba tanto tiempo en Zarzuela. Fueron meses de viajes a Londres y a Grecia, donde se mudó su hermano Constantino. Allí, ante sus familiares, explicó lo mal que lo estaba pasando. Su mayor dolor, el poco contacto que Letizia le permite con Leonor y Sofía.
Letizia resta más que suma

Don Felipe sabe que la presencia de doña Sofía y la infanta Elena suma para mejorar la imagen de la institución. Por desgracia, también es consciente de que su mujer resta más que suma. El rifirrafe entre reinas hizo que el rey meditara profundamente sobre la situación y llegara a una determinación, frenar a Letizia. Su comportamiento desabrido y lejano es algo que don Felipe no puede permitirse dados los problemas con los que tiene que lidiar.
Esta nueva estrategia ya ha sido puesta en práctica. En Palma, pudo verse durante el posado real que la reina observaba un más que discreto segundo plano. También estuvo comedida en el primer acto oficial de la princesa Leonor. Doña Letizia sabe que toca hacer cambios porque la institución está en juego. Tampoco fue casualidad que el otro día apareciera sin maquillar a acompañar a sus hijas al colegio. Se trata de suavizarla y hacerla pasar desapercibida para no despertar comentarios negativos. Algo así como si no suma, al menos que no reste.
Extrema delgadez

Pero está claro que esta es solo una polémica más de las muchas que rodean a nuestra reina. Letizia Ortiz tiene un cuerpo de esos que llaman la atención. A lo largo de sus apariciones públicas la vemos siempre perfecta, dejando ver algunas partes polémicas. Sus brazos son lo que más evidencia una extrema delgadez. Es evidente que se trata de una persona que cuida su alimentación y realiza ejercicio.
No vemos ni un centímetro de grasa, toso es hueso o masa muscular. En algunas ocasiones estaría mejor si no se viera tan delgada. Dicen que es su propia estilista, de ser así debe prestar atención a las prendas que lleva. Hombros y brazos es mejor que vayan cubiertos para que se vea más proporcionada.
Cambios de peinados constantes

Dicen que cuando cambiamos de peinado es porque no nos sentimos a gusto con nosotros mismos. En este caso Letizia Ortiz es una de las maestra de los cambios. La podemos ver modificar su peinado en muchas ocasiones durante el año. El resto de reinas del firmamento son mucho más conservadoras en este aspecto.
La reina Sofía lució y luce el mismo peinado desde hace décadas, por poner un ejemplo. Tal vez, Letizia Ortiz no haya encontrado todavía su estilo personal o no se sienta segura con ninguno de los looks que le proporcionan. Ondas, rizos, cortos o largos, todo es posible, nunca se sabe con qué peinado nos sorprenderá.
Unos retoques más que evidentes

De la Letizia Ortiz de sus inicios poco queda ya. En su día se informó de que se había sometido a una rinoplastia por prescripción médica. Al parecer la reina no podía respirar bien. No solo le arreglaron la nariz, al parecer decidieron seguir con el bisturí. Pómulos, nariz, mandíbula o barbilla, todo parece distinto.
El paso de los años es un proceso natural del cuerpo que parece que no afecta a Letizia Ortiz. Al contrario que al resto de los mortales, aparece cada vez más joven frente a los medios de comunicación. Bótox biológico, vitaminas y colágeno debe ser el desayuno de su majestad, porque a sus 44 años no tiene ni una arruga.
Las joyas de la corona

Las joyas es un elemento que Letizia Ortiz no debe tener muy estudiado. En sus apariciones públicas equilibra el gasto en prendas de ropa de grandes marcas con bisutería. No dispone de unas piezas de diseño a la altura, prefiere servirse de elementos demasiado sencillos. Los pendientes parecen ser su debilidad.
Para no llevar, no lleva ni su propia alianza de boda, un hecho un tanto extraño. En algún acto muy oficial ha optado por un broche con un cierto toque vintage, pero nada del otro mundo. Debería tener un joyero oficial que le permitiera lucir un poco más como la reina que es de España.
Zapatos imposibles

Los zapatos son unos complementos que parece que a Leticia Ortiz le gustan especialmente. No le importa invertir grandes sumas de dinero en marcas reconocidas y en grandes tacones. En algunas ocasiones ha intentado destacar demasiado esta pieza de su vestuario. Un ejemplo claro lo tenemos en la comunión de Leonor.
Letizia Ortiz escogió unos zapatos transparentes con plataformas plateadas que aunque seguramente eran carísimos, le quedaban fatal. Demasiado atrevidos para una ceremonia religiosa. Solo se los ha vuelto a poner una vez, les debe usar para ir cómoda en casa o los ha dejado apartados en el rincón donde deberían estar.
Nunca bebe alcohol

Letizia Ortiz cuida mucho su alimentación y por eso nunca bebe nada de alcohol. En los actos oficiales en los que por protocolo se brinda, ella simplemente levanta la copa pero nunca bebe. Este gesto ha dado mucho de qué hablar, desde posibles embarazos hasta problemas con el alcohol.
Estas anécdotas la hacen ser una reina más que atípica en la que prima más su carácter que sus obligaciones. Probar alguno de los vinos españoles no le haría ningún mal. Dicen que el vino tinto es antioxidante y aporta grandes beneficios. Para Letizia Ortiz no son suficientes para saltarse su dieta.
Una reina en chándal

Hugo Boss le jugó una mala pasada a Letizia Ortiz. Su colección de invierno traía unos pantalones que han sido muy polémicos. En la recepción que protagonizó en Zarzuela a una asociación de enfermos de Cáncer, su chándal fue uno de los más comentados de la jornada. Totalmente inapropiado.
Aunque es una tendencia de temporada, puede ponérselo en su casa, pero no en actos oficiales. Los comentarios que llegaron después de este patinazo estilístico seguramente le llevaron a guardar estos pantalones en el armario. Son más apropiados para una de sus largas jornadas de yoga o de batuka.