Todo cambió para Letizia Ortiz cuando su hermana pequeña falleció. Érika Ortiz se bajó del tren de la vida el 7 de febrero de 2007. Dejó una hija de seis años de edad, Carla, cuya custodia ha sido objeto de enfrentamiento familiar. Un asunto poco conocido sobre el que arrojamos luz.
La vida fundió a negro

El 7 de febrero de 2007 el cuerpo sin vida de Érika Ortiz Rocasolano fue hallado en su domicilio, el piso que su hermana Letizia le cedió tras trasladarse a Zarzuela para iniciar una nueva vida en el seno de la familia real. Allí vivió Érika con quien fuera su pareja durante años, Antonio Vigo, y la hija de ambos, Carla, entonces de seis años de edad.
Hacía tiempo que la hermana menor de la reina Letizia arrastraba una fuerte depresión que desembocó en suicidio. Érika se vio sobrepasada por los cambios que el compromiso matrimonial de don Felipe y doña Letizia hizo en su vida. La atención que despertó la periodista se trasladó también a sus familiares. Unos supieron capear la situación y otros, como Érika Ortiz, no.
Cansada de vivir

Hacía años que la vida le pesaba a Érika. Se unió a Antonio Vigo pero no tuvieron suerte en el plano laboral. Ambos se habían formado en Bellas Artes pero no tuvieron suerte. A ella se le ocurrió abandonar Madrid para instalarse en un lugar menos concurrido. Creyó que en Asturias, Antonio tendría más suerte para colocar su obra dado que la competencia era menor.
La pareja, junto a su hija Carla, se instalaron en un caserón que carecía de las mínimas comodidades. Quienes han estado allí consideran que era inhabitable. Se caía a trozos. No había agua caliente… El invento no funcionó y Érika y Antonio volvieron a hacer las maletas para regresar a casa de Paloma Rocasolano en Madrid. No renunciaron a desempeñarse profesionalmente en su ámbito pero tuvieron que ejercer oficios diversos.
Llegó el final

Antonio recibió una beca en Uruguay y quiso que su mujer y su hija le acompañaran. Para entonces, Érika ya estaba agotada y se sintió sin fuerzas para iniciar una nueva aventura al otro lado del charco. Aunque las condiciones eran buenas, la hermana de doña Letizia prefirió quedarse en Madrid con Carla. Eso hizo que la pareja se planteara la separación. No fue una cuestión al azar. Lo hablaron largamente hasta que llegaron a la conclusión de que cada uno tenía que ir por su lado.
La entrada de doña Letizia en la familia real también tuvo su cara para Érika, que encontró trabajo en el departamento de diseño de Globomedia. Allí conoció a su última pareja, Roberto, que fue quien la encontró sin vida en su domicilio de Valdebernardo. Alrededor del cadáver se hallaron frascos de pastillas vacíos y cinco cartas que fueron custodiadas por la jueza encargada de la investigación. Aunque todo parecía indicar que se trataba de una muerte escogida, se siguió el protocolo habitual.
El divorcio que fracturó a los Ortiz-Rocasolano

Érika Ortiz tenía una excelente relación con su padre. Les bastaba una mirada para entenderse. El matrimonio de Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano hacía años que no funcionaba. Mucho se ha hablado acerca de que el sexo femenino es una de las grandes debilidades de Jesús. Todo indica que Paloma conocía de las salidas de su marido pero miraba para otro lado en pro de seguir unidos, dicen que ella estaba enamoradísima.
Cuando Jesús Ortiz anunció que su deseo era la separación, Paloma Rocasolano se derrumbó. Las hijas del matrimonio pronto conocieron la noticia y cada una de ellas tomó partido por un bando. Letizia y Telma, por su madre. En cuanto a Érika, apoyó a su padre. Intentó que sus hermanas entendieran que tenía derecho a ser feliz y que no conducía a nada continuar con una relación que estaba rota hacía muchos años.
Un grito en el funeral de Érika

Doña Letizia estaba embarazada de seis meses cuando conoció la noticia de la muerte de su hermana. Faltaban doce semanas para que diera a luz a Sofía y el adiós de Erika la sumió en un profundo dolor. Estaba rota y lloraba sin consuelo. Telma se encontraba en Filipinas y volvió a toda prisa. Tampoco doña Sofía estaba en Madrid.
Se ofició una misa funeral donde Antonio Vigo protagonizó un hecho sorprendente. El escultor lloraba cuando se giró y miró al lugar donde estaban sentados los reyes y pronunció: “Vosotros la habéis matado”. Esta tensa situación la relató David Rocasolano en Adiós, princesa, un libro considerado imprescindible para entender el universo de Letizia Ortiz y sus más allegados una vez emparentados con la primera familia del país.
Una investigación top secret

No existe versión oficial sobre las causas de la muerte de Érika Ortiz Rocasolano. La investigación se llevó en el máximo secreto dado el parentesco con doña Letizia. Desde Zarzuela indicaron que se trataba de un asunto privado y no ofrecieron información alguna al respecto. Sea como fuere, en la memoria de una buena parte de la sociedad ha quedado que la hermana pequeña de la reina se suicidó. Pero no todo el mundo cree esta versión.
David Rocasolano expresó al respecto: “Los periodistas insinuaron desde el principio que se trataba de un suicidio. Ingesta masiva de barbitúricos, aventuraban ahora desde la radio. La cronología de los hechos hacía pensar que la decisión de Érika había sido meditada. La tarde anterior, había dejado a su hija Carla en casa de una amiga. Y la antevíspera había pedido dos días libres en Globomedia. Muy calculado. Muy frío. Muy poco Érika”.
Letizia quiere la custodia de la hija de Érika

La debilidad de Érika Ortiz era su hija. Al fallecer ella, Carla se fue a vivir con su padre. Sin embargo, entre medias hubo un tira y afloja. Ni Paloma Rocasolano ni la reina Letizia se lo pusieron fácil al escultor, llegándole a decir que querían la custodia de la pequeña de seis años de edad. Así discurrió la llamada que recibió David Rocasolano de Antonio Vigo: “Te llamo porque no sé a quién recurrir, David. Es que… Bueno. No te lo vas a creer. Letizia y Paloma me han pedido que suscriba un régimen de visitas regulado de mi hija Carla”.
El primo de Érika Ortiz se quedó de piedra al conocer las intenciones de Paloma y la reina Letizia. Así continuó Antonio Vigo: “Que me quieren quitar la custodia de la niña, David. Que quieren la custodia para ellas”. Así le respondió David: “Pero eso es un disparate, Antonio. Eso no lo pueden hacer. Por muy princesa de Asturias que sea Letizia, no te pueden quitar a Carla”.
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Carla, una más en casa de los reyes

David Rocasolano le explicó a Antonio Vigo cuál era su posición en tan espinoso e insólito asunto y le aconsejó que se mantuviera firme y no cediera ni se amilanara ante el envite de Paloma y Letizia. Así lo hizo el escultor. A pesar de lo sucedido, Antonio Vigo ha facilitado el contacto de Carla con su familia materna. Sin duda, un diez en su faceta de padre.
Para la reina Letizia, su sobrina es una de sus máximas prioridades. La ya adolescente forma parte de la intimidad de los reyes. Suele pasar fines de semana con su familia materna, también ha viajado con ellos en periodos vacacionales. Carla adora a Leonor, Sofía y Amanda, la hija de Telma. Si algo tienen las mujeres Ortiz es que son una piña, unidas en lo bueno y en lo malo.
Letizia Ortiz sigue despertando el mismo interés en la sociedad que cuando se anunció su compromiso matrimonial con don Felipe. Ocurrió el 1 de noviembre de 2003. Quince años se han cumplido desde aquel día en que la periodista entró en nuestras vidas. Sobre ella se han dicho muchas cosas. Existen versiones muy edulcoradas de su realidad. Por ejemplo, la relación con Érika y Telma. Esta es la historia de tres hermanas mal avenidas.
Letizia en versión Cenicienta

Letizia Ortiz y el príncipe se conocieron en una fiesta organizada en casa de un periodista. Al parecer, Felipe se sentía cautivado por la periodista y movió los hilos para conocerla en persona. En esa cena, el heredero cayó rendido a los pies de aquella Letizia que le hablaba con total ausencia de protocolo. Le dijo lo que pensaba sin inmutarse. Y fue entonces cuando saltó la chispa que hizo que ambos desearan volver a verse a solas.
En aquellos días, Letizia estaba muy ilusionada. Ni ella misma creía que el príncipe Felipe la cortejara. Tuvo que pellizcarse varias veces para comprobar que era real, que no había soñado que salía con el heredero. En los planes de la periodista no entraba ennoviarse en plan formal pero allí estaba Felipe poniendo el mundo a sus pies. Y ella se dejó llevar.
Se cumplieron los peores temores de Sofía

Tanto Felipe como Letizia sabían que su relación no aguantaría el escrutinio popular, tampoco el real por parte de don Juan Carlos y doña Sofía. Así las cosas, al heredero no le quedó más remedio que lanzar un órdago a sus padres. Anunció que renunciaba a sus derechos dinásticos si no podía casarse con la periodista. Los reyes se echaron a temblar pensando en la que se venía encima. Nadie mejor que doña Sofía sabe lo que significa que no te acepten. A ella le ocurrió cuando se instaló en Madrid tras el enlace con don Juan Carlos. De forma despectiva la llamaban “La extranjera”.
A la reina emérita siempre se le ha dado bien aparentar que está feliz cuando sus enemigos le han hecho feos en público. Tiene un aguante digno de admiración. Ella sabía que a Letizia le faltaba fuelle para lidiar con las críticas. El tsunami estaba a punto de estallar. Doña Sofía quiso explicarle ciertas cosas para que todo fuera más fácil. Sin embargo, su nuera no quiso o no supo escuchar. Debido a su carácter fuerte no es dada a recibir recomendaciones.
Letizia y su obsesión enfermiza por controlarlo todo

Letizia quería que su familia no diera que hablar tras el anuncio del compromiso matrimonial con el heredero. En esta cuestión empleó gran parte de su tiempo. Eran continuas las llamadas a miembros del clan Ortiz-Rocasolano para conminarles a que se mantuvieran alejados de los medios de comunicación. El hecho de que su abuelo taxista se mostrara locuaz ante las cámaras era algo que traía a mal traer a la periodista. Estaba convencida de que esa imagen alimentaba las críticas que iban destinadas a hacerla de menos por su origen social.
También la abuela Enriqueta dio lugar a divertidas situaciones con los medios. Esto hizo que doña Letizia pidiera a su madre que estuviera pendiente de sus abuelos para que no se produjeran esas imágenes que recordaban que las dos Españas iban a emparentar. Y así lo hizo Paloma Rocasolano, se ocupó de sus padres para que no volvieran a sacar los pies del tiesto.
Telma, objeto de la ira de Letizia

La obsesión de doña Letizia por controlar el tema mediático en relación a su familia llegó un momento en que fue motivo de importantes discusiones familiares. A la periodista no le hizo ninguna gracia que Telma se uniera a la pandilla del príncipe Felipe y que participara de fiestas y reuniones con asiduidad. Su imagen empezó a cotizar al alza y la cooperante fue captada en multitud de ocasiones.
Fiel a su estilo habitual, cuando la reina veía que alguna de sus hermanas salía en los medios, telefoneaba para largarles su perorata. En aquellos días, Telma Ortiz estaba encantada de ser objeto del deseo del papel cuché. Además, no veía nada malo en aquellas imágenes que se publicaban. Por tanto, cuando su hermana la contactaba, la conversación acababa en bronca.
Letizia y Telma, historia de su mala relación

Don Felipe aconsejó a Letizia que se relajara en relación al tema de las imágenes de su familia. Le recordó que era normal dadas las circunstancias que se vivían. Nada consiguió el entonces príncipe porque su chica se cerró en banda. Para entonces, la relación fraternal se había resquebrajado a tal punto que en público, Letizia y Telma jugaban a ser las hermanas bien avenidas. Sin embargo, en privado, todo eran peleas. Telma no podía más con la injerencia de su hermana. Incluso hasta amenazó con no asistir a la boda.
En el caso de Letizia y Telma la pelea fue de igual a igual. Ambas tienen mucho carácter y están acostumbradas a hacer su santa voluntad. Ni piden ni aceptan consejos. Tienen las cosas claras y de ahí no se mueven. La cooperante siguió haciendo lo que le vino en gana y obviando los reclamos de su hermana. En el medio se encontraba Paloma Rocasolano, que ya empezaba a mostrar esa mirada de fascinación por Letizia cada vez que posaba sus ojos en ella.
Érika, la gran damnificada por la boda real

Erika lo pasó muy mal antes, durante y después de la boda de su hermana con don Felipe. Era una mujer sensible, tímida y sin ganas de protagonismo. Por tanto, para ella fue muy duro tener que lidiar con la prensa. Saltaba a la vista que no estaba cómoda con la situación. Pues ni por esas se libraba de las llamadas telefónicas de Letizia conminándola a mantener un perfil bajo.
Y Érika lloraba, lloraba mucho porque estaba sobrepasada con la situación y se sentía desamparada. Letizia, en vez de arroparla, se mostraba enfadada y le recordaba que en su mano estaba el hacer algo más para evitar a los medios. Érika se quedaba sin habla ante unas palabras que consideraba injustas y creía no merecer. Ciertamente, no se las daba de nada y seguía con su vida de siempre. Tan solo hubo un cambio, que doña Letizia le cedió su piso de soltera y allí se instaló con su familia.
El motivo que distanció a Érika de su madre

Paloma Rocasolano se sentía más cercana a Letizia y Telma. Y así como intentó mediar entre ellas para que se produjera el acercamiento, en el caso de Érika se mantuvo al margen. Quizás su forma de actuar se debiera a que cuando se produjo la separación con su marido, Érika manifestó que su padre, sino era feliz, tenía derecho a hacer su vida. En cuanto a Letizia y Telma, se pusieron de parte de su madre y le declararon la guerra a Jesús Ortiz.
Chus tenía una conexión muy especial con Érika. Eran muy parecidos. Sensibles, soñadores y siempre corriendo en busca de la felicidad. Las tres hermanas estaban muy apegadas a su padre hasta que ocurrió el divorcio. De hecho, hay quien dice que doña Letizia todavía no han digerido la noticia. En realidad, la pareja había hecho aguas mucho tiempo atrás. Paloma no lo quería ver pero Jesús Ortiz era consciente de la realidad.