Don Juan Carlos está decidido a hacer su santa voluntad. A pesar de que gran parte de la culpa de la crisis que arrastra la monarquía es suya, el rey no para de dar disgustos a Casa Real. En esta ocasión, una polémica decisión ha puesto contra la pared a doña Letizia y a don Felipe. Se trata de un órdago que don Juan Carlos ha lanzado a los reyes y que tendrá consecuencias. Sigue leyendo porque se trata de una historia sorprendente. ¡Arde Zarzuela!
El origen de la mala relación entre Juan Carlos y los reyes
El reinado de don Juan Carlos acabó en abdicación. No le quedó más remedio que ceder la corona a su hijo ante tanto escándalo. Para entonces, ya se sospechaba que había maniobrado para librar a su hija Cristina de ser imputada. Además, sonaban con fuerza los ecos de una vida de lujo y pasión que hacía años arrastraba. Si tiempo atrás existía un pacto no escrito entre medios para no publicar asuntos privados del monarca, desapareció hace mucho. Al final, Corinna resultó un caballo de Troya y arrasó con el rédito de don Juan Carlos.
Mientras tanto, Felipe y Letizia estaban a la espera de acontecimientos. Doña Sofía quería que el trono fuera a parar a manos de su hijo. En parte, por venganza, así se la devolvía a su marido por tantos años de sufrimiento. También porque sabía que el declive de don Juan Carlos hacía imposible que siguiera pilotando la nave. Al fin, tras dos años deshojando la margarita, el rey que llegó con la Transición cedió el testigo. Desde entonces, su figura cotiza a la baja porque cada vez son más los escándalos que se le atribuyen.
El rey Juan Carlos reivindica a la infanta Cristina
El ochenta cumpleaños de la reina Sofía sirvió como excusa para que la infanta Cristina y sus hijos volvieran a la foto oficial. Estaba previsto que eso ocurriera el pasado verano, pero la aparición de las grabaciones de Corinna lo evitó. En la imagen de familia, puede observarse que Cristina está feliz. Por fin se acabaron su días de exilio. De momento, seguirá viviendo en Ginebra. Está por ver qué ocurre en los próximos meses, pues su deseo es regresar a España. Quiere instalarse en Madrid y hasta retomar la función institucional.
Cristina ha dado un paso más en su reinserción dentro de la familia este fin de semana. Ha viajado con su padre a Abu Dabi. ¿La excusa? Don Juan Carlos quería acompañar a Fernando Alonso en su última carrera antes de abandonar la Formula 1. En Zarzuela no dan explicaciones sobre el viaje de padre e hija y echan balones fuera alegando que es un tema de carácter personal que no entran a valorar. ¿Y cómo afecta este asunto a don Felipe y doña Letizia? Te lo contamos a continuación. (Imagen: @carlosmiquelf1 vía Twitter)
Felipe y Letizia, ante el abismo
Antes de que saltara el Caso Noos, doña Letizia nada quería saber de Cristina. La relación se rompió por culpa del proceder de Iñaki Urdangarín y la infanta. A la pareja no se le ocurrió otra que aprovechar la menor ocasión para ridiculizar a la reina. Y no se escondían, puesto que hacían estos comentarios en presencia de don Felipe. Al final, la cuestión explotó y Cristina e Iñaki quedaron fuera del círculo social de los reyes. Posteriormente, llegaría Noos para llevarse a la pareja bien lejos de Zarzuela. Se decretó una especie de cordón sanitario alrededor de los Urdanganrín para que no contaminaran más a la institución. La infanta no ha parado de señalar a doña Letizia como responsable de este duro castigo.
Que la infanta asistiera al cumpleaños de doña Sofía era algo comprensible dado el carácter familiar del acto. En cuanto a que apareciera en la imagen oficial, era algo en lo que se llevaba trabajando desde hacía tiempo. Con Iñaki en prisión, vía libre para el regreso de la infanta a Zarzuela. Sin embargo, lo de Abu Dabi es considerado por doña Letizia como una exhibición innecesaria. Algo completamente prescindible y que debería haberse evitado. ¿Por qué? Sigue leyendo.
La pérdida de poder de la reina
Con la foto repartida a los medios con motivo del cumpleaños de doña Sofía era suficiente en cuanto a visibilidad de Cristina de Borbón. El mensaje ya quedó claro. Estaba previsto que la próxima aparición de la infanta en Zarzuela ocurriera en Nochebuena. Sin embargo, su padre ha actuado por su cuenta y se ha pasado las directrices marcadas por don Felipe y su nuera por el forro. Sobrepasados los ochenta, el rey Juan Carlos sigue igual de indomable que siempre.
El encaje de la infanta en el seno familiar hay que hacerlo con cuidado. Es cierto que no ha sido mal recibido por la sociedad pero tampoco hay que precipitarse. En este sentido, don Felipe y doña Letizia optan por observar cautela. La monarquía está en crisis y cualquier palito en las ruedas puede acabar con el esfuerzo que los reyes están haciendo para remolcar el barco real. Así las cosas, se comprende el enfado de la reina. Además, lo sucedido no hace más que recalcar la pérdida de poder sufrida tras el rifirrafe con doña Sofía.
La venganza del rey Juan Carlos
Observando el asunto de Abu Dabi no es exagerado imaginar que todo haya sido una venganza urdida por don Juan Carlos. Las cosas están mal entre padre e hijo. El rey Juan Carlos se arrepiente de haber abdicado dado que ciertos pactos que se hicieron no se han cumplido. Por ejemplo, se contemplaba que siguiera desarrollándose como representante de la familia real en actos. También se le garantizó reconocimiento por su labor como Jefe de Estado durante décadas. Al final, todo quedó en agua de borrajas y el emérito vive su etapa más oscura. De ahí que haya optado por ese autoexilio en Galicia donde todo es felicidad. En nada veremos por allí a la infanta Cristina.
El malestar de don Juan Carlos quedó patente cuando se negó a acudir al cumpleaños de su mujer. Con la medida, buscaba reventar la fiesta. Fue necesaria la intervención de algunos familiares para reconducir la cuestión. Y allí estuvo. Y luego, desapareció. El emérito está convencido de que doña Sofía maniobró en la sombra para apartarle del trono y entregárselo a don Felipe. Su guerra con doña Letizia viene de antiguo. Cuando se encuentra con ella, ni una sola palabra. Idéntico ejemplo sigue su hija Elena, su más fiel aliada en tiempos difíciles.
De vuelta a la oscuridad
Hace ya mucho tiempo que los miembros de la familia real van cada uno por su lado. La relación entre ellos es prácticamente inexistente. El escándalo Corinna provocó que don Juan Carlos fuera condenado a galeras sin posibilidad de absolución. El rey emérito sigue la misma senda que Cristina. Ambos han sido apartados de la institución por su comportamiento poco ejemplar. Sin duda, inesperado final para un hombre que consiguió acuñar juancarlistas en un España que despedía a Franco y daba la bienvenida a la Democracia.
Fue don Juan Carlos quien consiguió que Elena fuera reinstituida en su función institucional. Para algunos, la infanta es una secundaria de lujo que da brillo a la Casa Real en los actos a los que acude. Sin embargo, la caída en desgracia de su padre y la tensa relación que mantiene con don Felipe y doña Letizia le ha costado volver a la oscuridad. En Palma pudo verse que las cosas están más tirantes que nunca entre Elena y los reyes. No hay solución. La reina no soporta a su cuñada y viceversa.
¿Está preparada Letizia para reinar?
Lo de doña Letizia y la infanta Elena es irreconciliable. Todo indica que jamás se han llevado bien. La reina no tuvo una buena acogida en Zarzuela por parte del rey, que soñaba con otro tipo de mujer para su hijo. El pasado de la periodista jugó en su contra. Sin embargo, el rey emérito no tuvo más remedio que autorizar la boda ante la amenaza de espantá de don Felipe, que aseguró estar dispuesto a renunciar al trono si no podía compartirlo con la mujer que amaba.
La cuestión es que todo lo que va, vuelve, y así, doña Letizia se ha alegrado un poquito al ver a su suegro en la picota. De hecho, hizo llegar el mensaje a los medios vía algún buen samaritano. Vino a decir que todos esperaban que fuera ella quien metiera la pata y, paradojas de la vida, el error ha venido de alguien muy bregado en asuntos reales. Nada más y nada menos que de su suegro, quien a punto de acceder a la abdicación, tras dos años de ahora sí, ahora no, preguntó: “¿Está preparada Letizia para reinar?”.
El hombre entre la reina y la infanta
Uno de los elementos discordantes entre doña Letizia y Elena ha sido Jaime de Marichalar. Durante años, la reina y su cuñado mantuvieron una relación muy tensa. Él no dudaba en criticarla. Sobre todo, en lo relacionado con sus looks. Para Jaime fue un imperdonable exceso que Letizia optara por aquel recordado traje rojo para asistir a la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson. De hecho, acaparó todas las miradas y fueron muchas las críticas recibidas por un vestido y peinado más propios de actriz que de princesa.
El destino marcó un punto de inflexión entre Jaime y Letizia. Ocurrió tras la muerte de Érika Ortiz. Ahí el duque de Lugo demostró estar a la altura de las circunstancias reconfortando a la reina, quien en su sexto mes de gestación, estaba embarazada de Sofía, lo pasó fatal. Sabía que su hermana pequeña no se encontraba bien pero estaba confiada en que el tratamiento hiciera su efecto. Al final, algo falló y Érika fue encontrada sin vida en su casa. La noche antes había dejado a su hija al cuidado de una amiga. Junto al cadáver, frascos de pastillas.
Elena va por libre
Cuando Elena y Jaime separaron sus caminos, doña Letizia tomó partido por su cuñado. Se les vio almorzando juntos y ella le apoyó mucho cuando su madre falleció. Todo esto acabó de rematar la escasa relación con su cuñada. Desde entonces, no se dirigen la palabra y la reina prefiere no coincidir en actos públicos con Elena. Y como buena Borbón, la infanta no cesa en su empeño de desafiar a su cuñada. Lo hace mostrando su apoyo público a Cristina. Curiosamente, las hermanas han sido inmortalizadas en muchas de las ocasiones en las que se han encontrado.
Una vez más, doña Elena ha vuelto a hacerlo. Este fin de semana, mientras los reyes y doña Sofía estaban en Asturias volcados con los Premios Princesa de Asturias, la infanta se dejó ver junto a su padre en una cena solidaria a beneficio de AECC donde abundaron los lazos rosas. La misma se celebró en Sanxenxo, donde el rey emérito ha encontrado consuelo a su desconsuelo con un grupo de amigos que le arropan en uno de sus peores momentos. Es Elena el único apoyo familiar que le queda tras la Operación Salvar al Rey que se inició en Zarzuela coincidiendo con la aparición de las grabaciones de Corinna.
Los Borbones, traiciones familiares
Ni a don Felipe ni a doña Letizia les gusta que Elena se deje ver con don Juan Carlos porque eso significa devolverlo a la actualidad en un momento en que lo quieren bien lejos. Sin embargo, la infanta no piensa renunciar a aparecer con su padre. Están muy unidos y ella tiene claro que necesita apoyo y visibilidad. Considera que don Felipe no ha obrado bien quitándose de encima a su padre y de ahí no la mueve nadie. Sin duda, la historia se repite. Ocurrió con las infantas Pilar y Margarita, durante años, muy críticas con su hermano porque condenó a don Juan de Borbón a estar en la oscuridad hasta que consiguió que abdicara en su favor.
En el caso de doña Letizia, considera que Elena ha sobrepasado todos los límites al contravenir las órdenes expresas de alejamiento paterno. El fin del rey emérito ha significado una liberación para la reina consorte, que puede hacer y deshacer a su antojo. Ya no tiene nadie que la observe ni ponga en duda su trabajo. La sombra de don Juan Carlos ha desaparecido del camino y ella se siente libre. Es el dulce sabor de la venganza de una mujer que dicen ha soportado mucho por amor.
Sofía, simplemente perfecta
En cuanto a doña Sofía, considera que su unión con don Juan Carlos está rota. Se siente liberada y ha decidido hacer su santa voluntad. Don Felipe la necesita porque es una carta segura a jugar en momentos convulsos para la monarquía. Lo cierto es que la reina emérita goza del cariño popular y no duda en encadenar compromisos. Es como si se multiplicara. Esto no es algo que guste a doña Letizia porque opaca su figura. Sin embargo, el rey ya ha dejado claro que es lo que hay y que todo va a seguir así hasta nueva orden.
Tan solo hay que observar el discreto segundo plano que la reina observó durante las vacaciones en Palma. La presencia de Sofía a su lado fue una constante. Mientras la reina consorte no parecía en su salsa en aquella mañana de chicas con la que se quiso poner fin a los comentarios sobre la mala relación entre suegra y nuera, la reina emérita manejó la situación de principio a fin. Se notaba que era quien llevaba la voz cantante. Doña Letizia quedó en mera figurante, un paso por detrás de doña Sofía.
Leonor y Sofía aprenden la lección
Leonor y Sofía también han entendido que no puede repetirse lo sucedido en la última misa de Pascua. En cuanto a la princesa, se ha dado mucha importancia al hecho de que se deshiciera del brazo de su abuela. Leonor se vio en una situación incómoda y no quiso contrariar a su madre, que se propuso evitar una fotografía de lo más normal. La reina emérita suele hacer estos guiños a los fotógrafos que cubren los actos donde tiene presencia. Sabe del valor de una imagen y por eso las facilita.
Han sido varias las ocasiones en que doña Sofía se ha acercado a los periodistas que cubrían alguna noticia relacionada con la familia real para hablar con ellos. Se para y no duda en responder a algunas preguntas. Especialmente agradecida y respetuosa se muestra con el trabajo de los reporteros en los hospitales. Nada que ver con doña Letizia, que se pone de los nervios en cuanto divisa una cámara.
Suavizando a Letizia
No ha pasado desapercibido que desde Zarzuela se intenta potenciar una imagen más cercana y cariñosa de la reina. No es casualidad que acudiera sin maquillaje el primer día de colegio de Leonor y Sofía. Se trataba de mostrarla como una madre más que acude a acompañar a sus hijas. Por otro lado, sonríe con asiduidad. Poco a poco, el rictus serio de su rostro se va borrando. Necesita empatizar con esa parte de la sociedad que la rechaza y critica. No es fácil pero hay que reconocer que lo está intentado con fuerza. Al César lo que es del César.
En otro orden de cosas, doña Letizia está preocupada por la repercusión mediática que está teniendo su sobrina tras alcanzar la mayoría de edad. A la reina le gustaría que Carla Vigo observara un perfil más bajo. Sin embargo, no está dispuesta a renunciar a vivir a su manera. El problema es que la reina no es amiga de redes sociales y la hija de Érika sí. Es por eso que le ha pedido que aminore el ritmo virtual. Está por ver si sigue su consejo. De momento, lleva desde el 3 de octubre sin publicar mensaje alguno en abierto.
La realeza se mueve por parámetros diferentes a los establecidos para el resto de los mortales. Ingresar en el club de los royals tiene un precio en caso de divorcio. Es la cara B de una institución donde la trastienda permanece cerrada a cal y canto para que nadie pueda acceder a ella y conocer sus secretos. Doña Letizia estaba decidida a poner fin a su matrimonio con don Felipe. Sin embargo, algo lo impidió.
La metamorfosis de Letizia
Desde el momento en que Letizia Ortiz decidió unir su destino al del príncipe Felipe todo lo que había representado y sido hasta entonces quedó en el fondo del armario de la memoria. Tocaba un cambio de vida y había que empezar de nuevo. La periodista que se comportaba como cualquier otra mujer de su tiempo, desapareció. En su lugar, brotó una dama que adoptó usos y costumbres que jamás había practicado porque no iban con su forma de pensar.
El tema religioso está muy presente en la familia real. Doña Sofía se convirtió al catolicismo y, desde entonces, su relación con la iglesia ha sido muy estrecha. De hecho, este fin de semana ha estado presente en el Vaticano en el acto de canonización de Pablo VI y Oscar Romero. Una vez más, la reina emérita ejerce de representante de la familia real. A punto de llegar a los ochenta, la madre de don Felipe está en estupenda forma.
Periodista y católica de eventos
Doña Letizia tuvo que aparcar su ateísmo para reconvertirse en practicante. Este hecho ha llamado mucho la atención entre quienes la conocieron antes de entrar a formar parte de la familia real. Su tía Henar Ortiz habló así sobre la cuestión: “Está bautizada y recibió una educación católica al uso. Que yo sepa iba a algunas bodas. Lo que se llama católica de eventos”. En cierta ocasión, la reina declinó reunirse con una persona muy cercana porque la hora que le proponía para el encuentro era la misma que estaba fijada para asistir a misa. Esto sucedió en fin de semana, lo que indica que los reyes y sus hijas tienen la costumbre de disfrutar del oficio religioso en Zarzuela.
Cuando la cúpula eclesiástica conoció la identidad de la futura esposa de don Felipe se crearon dos bandos. Algunos no estaban de acuerdo en que la periodista se casara por la iglesia habiendo estado unida en matrimonio civil con anterioridad. Por otro lado, ya empezaba a hablarse de una intervención a la que se sometió Letizia Ortiz de forma voluntaria. El príncipe hizo todo lo posible para que doña Sofía no se enterara de la cuestión porque sabía que era algo que no aceptaría. La unión de la pareja estaba en juego y Felipe y Letizia decidieron mover todos los hilos a su alcance para que el expediente médico desapareciera.
La novia miró para otro lado
Uno de los apartados más espinosos del noviazgo real es el que hace referencia a las capitulaciones matrimoniales que los reyes firmaron en un despacho de Madrid. Las mismas recogían una serie de cuestiones importantes. Por ejemplo, la situación de doña Letizia en caso de separación y lo referido a la custodia de los hijos que estaban por llegar.
La periodista pidió ayuda a su primo, David Rocasalono, quien le aconsejó no firmar aquel documento arguyendo que solo un juez puede decidir sobre la custodia de los hijos. En este punto, don Felipe fue inflexible y dejó muy claro que no se haría ningún cambio en cuanto al redactado inicial. La periodista intentaba convencerse y convencer acerca de que aquello tan solo era una mera formalidad y que la separación jamás se plantearía entre ella y Felipe.
El día en que la reina firmó lo que no debía
El día en que Letizia Ortiz firmó las capitulaciones matrimoniales no sintió nada especial. Tendrían que pasar algunos años para que ese episodio volviera a su mente. En 2013, la relación entre los príncipes hacía aguas. Atravesaban un fortísima crisis matrimonial que se hizo pública cuando ambos mostraron malestar en algunos actos. Quienes estuvieron cerca de la pareja en aquellos días recuerdan que se vivieron momentos de máxima tensión.
Doña Letizia planteó a don Felipe la posibilidad de separarse y eso hizo que saliera a colación el tema de la custodia de sus hijas. En caso de ruptura, Leonor y Sofía quedarían bajo la tutela de la Casa Real en la persona del rey. A la princesa se le recordó que solo tendría derecho a disfrutarlas en fines de semana alternos y periodos vacacionales.
El destino de Leonor y Sofía
La princesa Leonor y la infanta Sofía vivirían con su padre en El Pabellón del Príncipe de lunes a viernes. No había opción a que se mudaran con su madre a alguna de las residencias que tendría a su disposición tras hacerse efectivo el divorcio. En cuanto a los fines de semana y periodos vacacionales que le serían asignados a la reina para estar con las niñas, estaba marcado que se cumplirían siempre que Leonor y Sofía no tuvieran que estar presentes en algún acto relacionado con las institución que representan.
Una de las personas que más instó a la reina a que reclamara los derechos que como madre le correspondían fue Jaime del Burgo. Ejerció, o quiso hacerlo, como consejero de Letizia cuando se plantearon las capitulaciones matrimoniales. El que fuera marido de Telma Ortiz insistió en que la periodista debía quedar totalmente cubierta a nivel económico si la ruptura matrimonial llegaba a producirse. Fue durante esa importante crisis de pareja, ocurrida en 2013, cuando la reina decidió alejarse del empresario. Su forma de proceder no le gustó y lo eliminó de su lista de los afectos.
Rica pero sin libertad para el amor
Como mujer divorciada, doña Letizia tendría derecho al uso y disfrute de tres viviendas, con el correspondiente personal de servicio para atenderlas, así como una más que generosa compensación económica. En el punto material, ningún problema. En cuanto a su presencia en la familia real, quedaría reducida a los actos familiares relacionados con sus hijas, cumpleaños, bodas, comuniones…
Tampoco tendría Letizia Ortiz libertad para rehacer su vida a nivel sentimental. En este punto, debería ser muy discreta y, por supuesto, nada de aparecer en público con pareja en caso de enamoramiento. Eso no le está permitido a la madre de la heredera al trono, más bien muy desaconsejado, tan solo hay que ver como acabó Lady Di por amor a Dodi Al Fayed.
Letizia recibe el mensaje definitivo
Si algo tiene Letizia es que no puede vivir sin sus hijas. Está completamente volcada en ellas. Según algunos, en exceso. Leonor y Sofía son el centro de su universo desde que nacieron. Ningún detalle relacionado con las niñas queda al azar. La reina se ocupa y preocupa en tenerlo todo controlado. Tal como ha podido comprobarse, es una mamá muy cariñosa. No duda en abrazarlas y prodigarles gestos de amor en público.
Cuando en Zarzuela vieron que doña Letizia estaba dispuesta a romper el matrimonio con don Felipe, “los hombrecillos grises de palacio”, como así se refería Sarah Ferguson al personal con mando en plaza en Buckingham Palace, movieron los hilos para enviar un mensaje contundente a la reina sobre cuál sería su situación. Más o menos, le dijeron que junto a don Felipe, todo. Alejada de él, nada.