Pongamos el caso de una reina que se ha propuesto hacer todo para opacar a su suegro. ¿Cómo se llama la película? Doña Letizia contra don Juan Carlos. Y es que la consorte real ni olvida ni perdona lo que el padre de don Felipe le ha hecho pasar. Pues bien, demostrando que en su ánimo no está tender puentes, ha vuelto a pasar al ataque. Sin duda, un gesto innecesario porque bastante humillación lleva ya a cuestas el rey emérito. Sin embargo, la reina no tiene suficiente. ¿Por qué Letizia se empeña en saciar su sed de venganza aunque eso afecte negativamente a la monarquía?
La inquina de Letizia
Letizia Ortiz peca de soberbia. Esto le ha costado más de un disgusto. Y eso que los asesores de Zarzuela le han recomendado que siga las consignas indicadas para mejorar su imagen. Sin embargo, la reina va por libre. No hace caso a nadie. Don Felipe ya ha tirado la toalla con respecto a su esposa. La deja por imposible. Lo mismo ocurre con el resto de los familiares del rey. Ambas ramas, Borbones y Griegos no tragan a Letizia.
La reina consorte es como la criadita respondona. Se ha hecho famosa por su empeño en quedar encima como el aceite. Lejos de respirar hondo y esperar a que baje la tensión, tira para adelante y se manifiesta. En ocasiones, la inquina la lleva a cometer actos para olvidar. Como el sucedido con don Juan Carlos recientemente. Mucha tela que cortar que te contamos a continuación.
La reina y su forma de opacar
El pasado seis de diciembre era un día importante. Por fin don Juan Carlos y doña Sofía iban a recibir el homenaje que merecían por su papel durante la Transición. Los cuatro reyes estuvieron en el Congreso. Los eméritos, sentados al lado de los ex presidentes de gobierno. Don Felipe y doña Letizia, junto con sus hijas en la tribuna. Se lo debía don Felipe a sus padres el reconocimiento público, y así lo expresó en su discurso: “Una Monarquía Parlamentaria, en el seno de una democracia, que impulsó mi padre el Rey Juan Carlos I, de forma tan decisiva y determinante, durante aquel periodo trascendental de nuestra historia. Y siempre junto a él, el apoyo permanente y comprometido de mi madre, la Reina Sofía”.
Al acabar el discurso don Felipe, doña Letizia aplaudía con mucha fuerza. En un momento determinado, el rey le indicó que era hora de retirarse. Sin embargo, ella seguía batiendo palmas cual posesa. Era mucha la emoción que le embarga. No obstante, hay quien observa otro propósito en el comportamiento de la reina consorte. ¿De qué se trata? Sigue leyendo y te enterarás.
A Letizia le gusta dar la nota
Ha sido Carmen Rigalt quien ha señalado la intención de tanto aplauso por parte de doña Letizia. Así lo explica la periodista: ” Volviendo al Congreso, lo que me ha llamado la atención es la salida de tono de la Reina joven, que se ha quedado sola aplaudiendo a su marido. Dicho sea en honor de los protagonistas: Felipe VI no sabía dónde meterse. Estuvo a punto de esconderse tras las cortinas (si la tribuna fuera un escenario teatral las cortinas marcarían la zona de paso hacia las bambalinas)”.
Así continúa Rigalt con su narración: “A nuestra Reina le gusta dar la nota. Todo el mundo supone por qué se quedó sola aplaudiendo a Felipe VI: no le gustó que los Eméritos le sacaran ventaja en el aplausómetro. Yo eché en falta que las cámaras recogieran la reacción del Rey Juan Carlos, que es listo como el hambre y estas cosas las pilla al vuelo”. Sin duda, Carmen pone el dedo en la llaga e invita a los lectores de El Mundo a pensar. (Imagen: Casa de S.M. el Rey)
Funcionarios contra Letizia
Y ahí va un consejo de la escritora para doña Letizia: “Las Reinas no deben ser obvias ni previsibles, sino todo lo contrario. La Reina Letizia, al quedarse sola aplaudiendo en la tribuna mientras su marido intentaba escabullirse, protagonizó un episodio digno de pasar a la historia. Hay que explicarle a Letizia que ser Reina no consiste en hacer de menos a otros reyes, como parece que se ha propuesto. Y si no, que traiga ella la República”.
El análisis de Carmen Rigalt hace que, inevitablemente, se piense en las malas relaciones familiares. Doña Letizia estaba deseosa de que don Felipe se convirtiera en rey. De hecho, durante años, no se cortaba un pelo a la hora de expresar ante los funcionarios de Zarzuela: “Esto cambiará cuando reinemos nosotros”. Aquello extrañaba porque en palacio no estaban acostumbrados a este tipo de confesiones. Sin embargo, la entonces princesa se animaba a comentar esta y otras cosas mientras iba libreta en mano por Zarzuela preguntando a quienes allí trabajaban por la labor que desempeñaban. También se interesaba en conocer otros aspectos, como si se encontraban cómodos, si estaban casados…
Juan Carlos, cada vez más alejado de su hijo
El hecho de que la reina consorte quisiera empatizar con los empleados hizo que estos la percibieran como una persona débil y con ganas de agradar. El resultado fue que algunos le hicieron el vacío y no le pusieron las cosas fáciles. Al respecto, Bárbara Busch explicó una anécdota. Cuando llegó a la Casa Blanca, quiso poner en práctica una serie de cambios. Viendo que no le hacían caso, habló con el funcionario encargado de la cuestión y este expresó: “Señora, los presidentes pasan y los funcionarios quedan”.
La relación entre don Juan Carlos y los reyes está rota. El emérito no perdona que no se hayan cumplido ciertas promesas que le hicieron si accedía a abdicar. Por otro lado, el hecho de que no se haya reconocido su papel como eje de la Transición hasta el último momento es algo que que ni olvida ni perdona. Está más que arrepentido de haber abdicado. Todo ha ido de mal en peor desde que cedió la corona a don Felipe. Otra de las personas en su punto de mira es doña Sofía. Don Juan Carlos ha podido confirmar que su mujer movió los hilos a su alcance para favorecer la entronización de su hijo.
La venganza de Juan Carlos
Quizás el hecho de que don Juan Carlos estrechara la mano del príncipe Salman en Dubai no fuera un despiste, sino algo premeditado para meter en un lío a Casa Real. El rey emérito es un hombre informado y sabe lo que se cuece. Don Juan Carlos amenazó con boicotear el ochenta cumpleaños de doña Sofía. Su propósito era no acudir. Con la medida quería manifestar públicamente su descontento. Eso hubiera provocado un importante lío mediático porque no existe excusa que justifique algo así. Al final, gracias a la intermediación de algunos familiares, el emérito recapacitó y estuvo presente.
Por cierto, que su querida nuera también dio la nota. Primero con el estilismo que escogió. No parece el más apropiado para una foto que ha pasado a la historia porque en ella se incluye a la infanta Cristina y sus hijos tras años de ostracismo familiar. Después, por la manera de coger a la princesa Leonor. Ya no es una niña para que esté siempre encima de ella. La reina se quedó a comer pero se marchó antes de que sirvieran el café alegando que tenía cosas que hacer.