Ya han pasado casi dos semanas desde que diera comienzo ‘Quiero dinero’, el concurso que se engloba dentro del magacín estrella de Telecinco. Los colaboradores participantes han de someterse a pruebas que rozan lo bochornoso o responder a preguntas muy íntimas si quieren ganar algo de calderilla. En pleno 2020, y con todo lo que ha pasado este año, parecía difícil que la televisión pudiera sorprender todavía más al espectador, pero Sálvame lo ha conseguido.
Chelo García-Cortés y Antonio David Flores han sido los primeros tertulianos en degradarse a la altura del betún a cambio de unos cuantos miles de euros que en su mayoría irán destinados a pagar deudas y más deudas. El programa presentado por Jorge Javier Vázquez ha conseguido hacer un circo grotesco de la más lamentable necesidad humana, y a nadie parece importarle.
La tele basura 2.0
> 27 de enero de 1993. Tras dos meses de incansable búsqueda, los cuerpos de Desirée, Miriam y Toñi; las niñas de Alcácer, fueron encontrados sin vida en medio del monte. Esta pequeña localidad valenciana fue invadida entonces por un tremendo despliegue de medios sin precedentes en España. Todas las cadenas de televisión querían cubrir el atroz crimen y alimentar a una opinión pública hambrienta de morbo, que durante más de sesenta días había sido bombardeada con las imágenes de las tres jóvenes y con el doloroso testimonio de las familias. Muchos expertos coinciden en que se data en este momento el origen de la telebasura patria, esa en la que las lágrimas, el dolor y la desgracia humana aglutinan a millones de espectadores frente a la caja tonta.
21 años después, el panorama no ha cambiado mucho… El sufrimiento ajeno sigue siendo un reclamo que las cadenas generalistas utilizan de forma constante para engrosar esos índices de audiencia que en los últimos años están de capa caída. Parece que todo vale en la pequeña pantalla con tal de no bajar una sola décima, y Sálvame se ha convertido en el mejor paradigma que lo refleja. No es ninguna novedad que el espacio de corazón insignia de Telecinco lleva a sus colaboradores al extremo para generar contenido, y ellos aceptan estas condiciones a cambio del empujón profesional que les supone trabajar en la corrala de Mediaset. Pero en las últimas semanas se han cruzado ciertos límites que irremediablemente llevan a uno a cuestionarse: ‘¿Vale todo por dinero?’
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Sálvame, un abusón de patio de colegio
> Al César, lo que es del César. El programa vespertino de Telecinco ha hecho historia de la televisión y su éxito resulta innegable. Tras esas cinco horas de corazón televisado trabajan a destajo decenas de personas cuya profesionalidad queda reflejada en este excelente formato de entretenimiento que acompaña a millones de espectadores desde hace más de diez años. Pero tampoco es ningún secreto que esta gloria de la que presumen se ha conseguido, en buena parte, a costa de los colaboradores. Como si fuera un abusón de patio de colegio, Sálvame les da en su punto más débil y los machaca emocionalmente hasta conseguir que de sus ojos broten unas cuantas lágrimas.
A través de una especie de contrato tácito, el espectador aceptaba no cuestionarse hasta qué punto era moralmente aceptable ese martirio diario a cambio de recibir sus dosis de entretenimiento. Pero parece que las cosas han cambiado a raíz del estreno de ‘Quiero dinero’, la nueva sección de Sálvame que obligó a la mismísima María Patiño a apagar su televisor porque no soportaba la imagen de su compañera Chelo García-Cortés mostrando sus bragas a cambio de 1.500 euros: “Me daba mucho pudor”. Por lo visto, muchos espectadores hicieron lo propio, teniendo en cuenta que las cifras de audiencia no paran de bajar en esa franja horaria, en pro de su rival más fuerte, Pasapalabra, que lidera las tardes a partir de las 20:00 horas.
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Sálvame ha elegido muy bien a sus víctimas
> No parece baladí que los dos primeros participantes de ‘Quiero dinero’ hayan aireado anteriormente sus problemas económicos. Sobre Chelo García-Cortés se ha comentado que ha vivido por encima de sus posibilidades y que ahora tiene tantas deudas que todo lo que ingresa se destina a ‘tapar agujeros’. Por otra parte, Antonio David Flores ha clamado a los cuatro vientos que la batalla judicial que todavía mantiene contra su exmujer, Rocío Carrasco, lo ha dejado sin blanca y aún tiene que hacer frente a numerosas pagamentas. Estas circunstancias los han convertido en el blanco perfecto para Sálvame, que ha visto un filón muy rentable en los apuros de sus contertulios.
Ya lo dijo Gema López: “Chelo, estoy segura de que, si no necesitaras el dinero, no te prestarías a esto”. Al fin y al cabo, solo alguien muy necesitado pondría precio a su dignidad, y solo alguien sin escrúpulos es capaz de humillar al que sabe que pasará por el aro porque no le queda otra. Sálvame ha escogido muy bien a sus víctimas. Ni Kiko Matamoros, ni Kiko Hernández, ni María Patiño o Belén Esteban llegarían tan lejos, si es que participaran, como sus compañeros más necesitados lo han hecho en ‘Quiero dinero’.
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La audiencia castiga a Sálvame
> Lo cierto es que las últimas situaciones que se han dado en ‘Quiero dinero’ han sido grotescas. Chelo García-Cortés se ha tenido que hacer un piercing, ha sido escayolada y hasta tuvo que meter la cabeza en una caja llena de cucarachas. Por su parte, Antonio David Flores se ha quedado casi desnudo y ha sido atado a una muñeca hinchable, justo cuando los rumores de infidelidad lo señalan. La cosa se ha ido de madre y, a pesar de que los espectadores de Sálvame están acostumbrados al estilo grosero y vulgar que caracteriza al programa, parece que algo ha empezado a rechinarles en las últimas semanas.
La audiencia se ha percatado de que con ‘Quiero dinero’ se han traspasado ciertos límites morales y le resulta incómodo observar desde la comodidad de sus sillones como Chelo García-Cortés se arrastra por unos cuantos euros. No, no todo vale en televisión, no todo vale por entretener, no todo vale por que el espectáculo continúe. No todo vale y, por fin, los espectadores han empezado a darse cuenta.