Cristina Pedroche nunca ha renunciado a sus orígenes. Detrás del éxito que la ha llevado a convertirse en uno de los rostros más famosos de la televisión, encontramos a una chica de barrio humilde que no lo ha tenido fácil en esta vida, pero que se muestra orgullosa de sus padres, de quienes ha aprendido la cultura del esfuerzo, el sacrificio y el ahorro.
Cristina Pedroche, con los pies en el suelo
La presentadora de La Sexta nunca ha ocultado cuáles eran sus orígenes, mostrando su orgullo por el barrio que la vio crecer. Aquella niña de Vallecas que años después se convertiría en uno de los rostros más populares de su país.
Un éxito que a sus 32 años – recién cumplidos – ha sabido gestionar con cabeza y sin despegar nunca los pies del suelo, algo en lo que, según ella, han tenido mucho que ver los valores del sacrificio y la humildad que mamó desde cría.
“Desde los 16 años llevo trabajando, porque vengo de una familia que no estamos mal pero tirando a humilde”, recordaba Cristina Pedroche en una entrevista para Risto Mejide recuperada por el portal Divinity. “Si a mí me apetecía comprarme 3 pares de vaqueros, pues quería todos y si mi madre solo me podía comprar unos, pues yo quería los otros dos también”, explicaba.
“Aunque mis padres siempre se han matado para darme lo mejor, tenía que trabajar si quería ciertas cosas”. Una lección sobre el esfuerzo que le hizo madurar de un plumazo en aquel piso de las afueras de Madrid.
Su primer trabajo
Cristina Pedroche ha estado trabajando desde que tenía 16 años, cuando empezó a ejercer de modelo para algunos catálogos. Lo que le reportó su primer sueldo. Pero el primer trabajo que suele destacar la madrileña fue cuando apenas acababa de cumplir la mayoría de edad y trabajó de camarera en un bar llamado Lolita, situado en Getafe.
“Ella empezó antes de unas Navidades. Tenía un novio metre en la sala Moon en Moncloa y le quería regalar algo para el día de los Reyes Magos con el dinero que sacara”, comentó para El Español uno de los empleados que compartió barra con la comunicadora.
Según apuntaba la fuente, ya entonces irradiaba la humildad que caracteriza a la presentadora: “Era una chica muy simpática y agradable. En el bar no se arreglaba mucho porque decía que ella estaba allí por su trabajo y no por su físico. No solía utilizar tacones e iba siempre en zapato plano o manoletinas”.
De acuerdo con el ex colega de Pedroche, ya entonces lucía un físico similar al actual, lo que le llevó a pasos agigantados hacia el mundo de la comunicación: “Ya era muy guapa y resultona en aquella época. Recuerdo que nos contó que había hecho una campaña para Terra Mítica”. Mucho ha cambiado desde entonces para la colaboradora de ‘Zapeando’, que se ha convertido en una diva de la televisión e incluso ha llegado a desfilar por las pasarelas.
De sus padres, Paco y Domi, ha aprendido la cultura del esfuerzo, el sacrificio y el ahorro
A pesar de haber cosechado una gran fama que le ha llevado a trabajar y ganar dinero como imagen de grandes firmas y proyectos televisivos, Pedroche siempre ha explicado que esto no ha beneficiado a lo que ocurría en su entorno más cercano; por ello, la presentadora ha sabido gestionar sus emolumentos televisivos.
Su padre se quedó en paro y su madre ha trabajado como limpiadora en un colegio ganando 800 euros. “Mis padres siempre han sido hormiguitas y han guardado dinero por lo que pudiera pasar”, reconocía para la revista Hola.
Ahora la presentadora cuenta con un colchón para ayudar a sus padres. “Todo lo que he ganado en estos años lo he guardado muy bien, para poder tener un soporte y ayudar a mis padres”, reconoció. Por su parte, el padre ha pasado a ser el ‘chico de los recados’: “Mi padre es el que me lleva a todos sitios, es mi chófer”, aseguró.
Una felicitación para su madre acompañada de imágenes del pasado
En 2016, Cristina Pedroche publicó una entrada en su blog para felicitar a su madre en su día, compartiendo fotos de su humilde infancia y en las que también destaca su etapa de adolescente con un look muy alejado del glamour que la rodea hoy en día.
Para acompañar las fotografías, Pedroche escribió una tierna carta que dedica a su madre, confesando que a pesar de no ser “muy original”, lo hace porque sabe que a ella le hará ilusión.
“Gracias por darme la educación que tengo. Gracias por mimarme. Gracias por esmerarte para ayudarme a hacer los deberes. Gracias por mantenerme los pies en el suelo. Gracias por darme los valores que me acompañarán durante toda la vida. Gracias por enseñarme que la mentira no debe formar parte de mí. Gracias por quererme sin condiciones. Gracias por nuestras discusiones, aprendo mucho de ellas. Gracias por hacerme la vida más fácil. Gracias por estar siempre ahí. ¡¡¡Gracias por todo!!! Cuando sea madre (que lo seré) ojalá sea la mitad de buena que tú, con eso me sobraría para ser una gran mamá”.
Cristina Pedroche: un 2020 “atípico, raro y malo”
Cristina Pedroche ha definido a este 2020 como un año “atípico, raro y malo”. Recordemos que la presentadora perdió a su abuela en un contexto de emergencia sanitaria, por lo que no pudo despedirse de ella. “Sé que la causa por la que estamos todos luchando es más importante y por eso no salgo de casa, por eso no voy a darle un último beso a mi abuela Dominga”, compartió en las redes sociales.
Otro aspecto que le ha afectado está relacionado con su marido, el afamado chef David Muñoz, con el que se casó en 2015 y que ha estado padeciendo los estragos de la pandemia en sus restaurantes. Su restaurante DiverXO ha cerrado hasta tres veces en los últimos meses y su local londinense StreetXO tampoco pasa por su mejor momento.
No obstante, Cristina Pedroche continúa formando parte del elenco de colaboradores de ‘Zapeando’, donde es uno de los rostros más conocidos.
Las Campanadas
Uno de sus grandes retos para la presentadora fue aparecer en los últimos episodios de ‘El secreto de Puente Viejo’. “Salir en el final de la serie me hace muy feliz. Cuando me pidieron que lo hiciera no me lo pensé”, afirmó. Y aún le queda presentar las Campanadas de fin de año desde la Puerta del Sol de Madrid para Antena 3, cita en la que no suele pasar desapercibida.