Sevilla extendió su alfombra roja para la inauguración de la discoteca Hoyo de la que Kiko Rivera se ha convertido en socio y propietario. Un local situado en un enclave perfecto que será punto de referencia de la noche andaluza.
Numerosos rostros conocidos quisieron acompañar al artista en una nueva, atrevida y apasionante aventura profesional que oficialmente arrancará este próximo fin de semana. Se trata de una apuesta arriesgada que también es un sueño cumplido. Hoyo, que ha sido integralmente reformada, cuenta con dos barras, amplias zonas de baile y un chillout por el que pasarán famosos tan dispares como Suso (Gran Hermano) con el que los asistentes podrán hacerse fotografías y compartir una noche diferente. La (re) inauguración de Hoyo es la culminación de una de las mejores etapas profesionales para Kiko que ha conseguido influencia y presencia en el difícil mundo de la música electrolatina.
A pesar de lo angosto que ha sido el camino, Kiko Rivera brilla ahora con luz propia. Es mucho más que el hijo de Isabel Pantoja o el personaje de esa famosfera donde es reclamo necesario para el engranaje televisivo. La realidad es que Kiko es el reflejo más evidente de una vida de esfuerzo y constancia. Con su trabajo ha logrado superar metas inimaginables, consiguiendo, por ejemplo, llenar plazas tan complicadas como la de Nueva York, Punta Cana o Ibiza. Las reproducciones de sus singles acumulan más de quince millones en Spotify y cada uno de ellos se convierte en la sintonía perfecta en los conciertos que, además, le han llevado a recorrer todos los rincones de la geografía española. Y no solo eso, pues Kiko ha empezado a realizar colaboraciones musicales de alto voltaje, como la grabada junto a Dcai en un single que verá la luz el próximo 1 de noviembre.
En el terreno sentimental, Kiko Rivera atraviesa un feliz momento. No hay más que ver la complicidad que tiene con Irene Rosales para entender que nada hay de cierto en los comentarios que le relacionan con una mujer, colaboradora de televisión, con la que solo tiene o ha tenido una amistad lograda tras meses de convivencia. Los maledicientes ocultan la identidad de la susodicha con la única intención de seguir manteniendo incandescente la llama de la polémica. La falacia acabaría reventando cualquier insinuación.
Sin embargo, uno y otra protagonista de esta fábula niegan cualquier parecido con la realidad y ambos advierten que emprenderán acciones legales si intentan torpedearles con falsedades e inexactitudes. Una sabia decisión sobre todo para proteger el honor de Irene, para quien Kiko siempre tiene palabras de amor, respeto y profundo agradecimiento. Verles juntos, unidos y compenetrados es la única respuesta a tantas preguntas incómodas. ¡Viva el amor!