Lo ha vuelto ha hacer. Doña Letizia vuelve a optar por su color fetiche, y repite el mismo modelo que ya lució en 2014 durante la primera gala en la que ejerció como reina durante la visita oficial que la presidenta de chile, Michelle Bachelet, realizó a nuestro país.
Nuevamente la reina confió en el color negro, por varias razones. Por un lado sabemos que a doña Letizia no le gusta arriesgar con sus estilismos, por lo que en determinados momentos en los que hay que mantener un exquisito protocolo siempre va a apuesta segura, y por que conocedora de las buenas críticas que obtuvo con su estilismo entonces, ha optado por repetirlo, teniendo encuentra además, que el corte sirena le sienta como un guante a su envidiable figura. Y por otro lado, la ya conocida como «reina austera» prefiere sacar más partido a su fondo de armario, repitiendo los modelos en los que se encuentra segura y guapa. En cuanto a las joyas, ya conocemos que doña Letizia no tira de joyero real, por lo que esta vez, y a pesar de ser una cena de gala, decidió prescindir de tocar su cabeza con una tiara, aunque sorprendió que Isabel de Herédia, duquesa de Braganza, acudiese a la cena con tiara. Por tanto o Isabel de Herédia cumplió con la rigurosa etiqueta, o doña Letizia, volvió a hacer suyo el lema «menos es más».
Pero este no fue el único error de protocolo, en los que doña Letizia tiró una vez más de profesionalidad y salvó la situación. Como era de esperar, Marcelo Rebelo no estuvo acompañado por la mujer con la que comparte vida desde hace 30 años, pues al no estar casados ni vivir juntos, se ha convertido en el primer presidente de un pais sin primera dama. De este modo todas las miradas se fijaron en la otra reina…. la «it girl» Sara Carbonero,quien comparte muchas cosas con la reina. Ambas son periodistas, madres y abandonaron su profesión por amor. Sara consciente de que es una «influencer» de la moda, optó por un vestido de falda blanca larga – marcado por el protocolo- con estampado y cuerpo negro de tul, que realzaba su figura y que no daba mucho margen al error, salvo por dejar su melena al viento. Su look hubiera sido impecable si hubiese optado por un elaborado recogido.
En definitiva doña Letizia brilló con luz propia en el Palacio de los Duques de Braganza situado en el casco mediaval de Guimaräes al norte de Portugal, donde Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de la República portuguesa ejerció de anfitrión, en una visita que cobra especial importancia al ser el primer viaje oficial de los reyes al extranjero desde la formación de gobierno en España, retomando con ello su agenda exterior, lo que afianza aún más las excelentes relaciones que mantenemos con el país vecino.