Don Juan Carlos está destrozado. Ha sufrido una terrible pérdida, de esas que son irreparables y dejan huella. En estos momentos, el rey emérito está roto, sin consuelo, y eso ha motivado que haya buscado la mano de doña Sofía. Don Juan Carlos necesita asirse con fuerza a su esposa para no caer en lo más hondo del pozo. ¿Qué ha pasado? Te lo contamos todo a continuación.
El gran desengaño de don Juan Carlos
> Para don Juan Carlos, la actitud de su hijo ha significado un tremendo desengaño. Su relación siempre ha estado cargada de altibajos marcados por las infidelidades del rey emérito a doña Sofía. Don Felipe ha sido quien más ha apoyado a su madre en los momentos difíciles. Para la reina emérita la etapa de Corinna fue durísima. No entendía cómo su marido era capaz de humillarla públicamente de esa manera.
Don Juan Carlos ni olvida ni perdona que su hijo hiciera tanta fuerza para obligarle a abdicar. Sabe el rey emérito que don Felipe movió los hilos en su contra. De tal forma que se encontró atrapado y sin salida. Don Felipe no estaba solo. Le acompañaban doña Letizia y su madre. No era la primera vez que la reina emérita intentaba que su hijo subiera al trono. Ocurrió años atrás y el asunto se vendió como que doña Sofía quería que su marido descansara debido al gran desgaste que llevar la Corona le había producido.
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Juan Carlos pide ayuda a Sofía roto de dolor
> Don Juan Carlos siempre ha tenido buenos amigos. Uno de los más cercanos fue el conocido como príncipe Zourab Tchokotua. Esta fraternidad data de la época en que ambos estudiaban en un internado suizo. Cuando Zou se instaló en Mallorca, los amigos volvieron a encontrarse y ahí empezó una historia que salpicó de pleno al rey emérito. Su nombre se vio envuelto en un gran escándalo. El príncipe ha fallecido a los 81 años tras una larga enfermedad.
En 1988, Tribuna publicó un reportaje que escoció mucho a don Juan Carlos: “Así se forran los amigos del Rey. Sus fortunas y negocios”. En el texto se ponía el dedo en la llaga sobre la cercanía de Zou con el monarca. Era de los pocos que tenía hilo directo con don Juan Carlos y eso le valió para hacer muy buenos contactos que, según algunos, se transformaron en negocios millonarios. Lo cierto es que el rey emérito está destrozado. Tanto que no ha dudado en recurrir a su esposa. Ella mejor que nadie sabe lo mucho que se apreciaban. En estos momentos, los reyes eméritos han llegado a una entente cordial y, por supuesto, doña Sofía va a estar al lado de su marido.
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Sofía, víctima de las amistades peligrosas de su marido
> Los años ochenta y noventa fueron terribles para doña Sofía. El rey estaba despendolado y hacía lo que le venía en gana. Y lo peor, sin tomar precauciones. El fallecido Zou fue uno de los que más protegió el romance de don Juan Carlos con Marta Gayá. Se daba la circunstancia de que la mujer de Zou, Marieta Salas, y Gayá, eran íntimas amigas. En aquellos veranos locos, el rey se comportaba como un adolescente apasionado e impetuoso, llegando a poner en riesgo su integridad física.
Para verse con Marta Gayá, don Juan Carlos se escapaba por las noches de Marivent, y no precisamente por la puerta, sin escolta alguna. El rey estaba tan colado por Gayá que no dudaba en llamarla “Mi novia” en público. De hecho, estando en el Club Náutico de Palma, divisó a los padres de Marta y así se excusó ante sus acompañantes: “Disculpadme, voy a saludar a mis suegros”. Aquello provocó sonrojo entre la concurrencia porque doña Sofía andaba muy cerca. Y no solo eso, porque el rey puso en peligro su vida al realizar lo que se denunció como maniobras temerarias en el mar.
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Juan Carlos y Sofía se dan una segunda oportunidad
> En el otoño de su vida, don Juan Carlos y doña Sofía han decidido darse una segunda oportunidad. Quienes conocen al rey emérito aseguran que este cambio de tercio viene motivado tras una profunda reflexión sobre el trato que ha dispensado a su esposa a lo largo de su matrimonio. Don Juan Carlos sabe que no se ha portado bien y por eso quiere enmendar un poco el mal causado. Es consciente de que han sido muchas las lágrimas que doña Sofía ha derramado por su culpa. De hecho, la reina emérita ha necesitado ayuda psicológica para poder sobrevivir en un mundo de mentiras. Su papel institucional le obligaba a ofrecer la mejor cara mientras aguantaba estoicamente los feos y humillaciones que su marido le regalaba también en público. Sonreír por fuera y llorar por dentro ha sido su tónica durante años.
En cuando a doña Sofía, siempre ha estado profundamente enamorada de su marido. De hecho, ella confía en que él vuelva a sus brazos. No es viable la reconciliación romántica que espera pero sí una basada en la amistad. Han sido compañeros de viaje durante años y juntos han formado una familia. Al final, el cariño pesa y ha sido el artífice de esta segunda oportunidad que ha sorprendido a propios y extraños.