Laura Matamoros está feliz de la vida con su actual novio, el modelo e influencer Daniel Illescas, quien en las últimas horas ha sido protagonista de una polémica por algunas de las recientes fotos que ha ido compartiendo en su perfil de Instagram.
Además de guapo, el nuevo novio de Laura Matamoros (con el que sale desde comienzos de este año) es bastante solidario. Y por ello se encuentra desde hace unos días en Kenia, concretamente en la isla de Mfangano, donde está ayudando a crear comedores sociales para los niños más desfavorecidos.
Es un proyecto con el que lleva algún tiempo, gracias a su iniciativa Daniel Illescas With Índigo, en colaboración con la asociación Índigo, con la que pretende recaudar 20.000 euros para construir una cocina y un comedor con almacén.
Una buena causa
“Cuando viajé a Isla Mfangano, situada en la parte oriental del lago Victoria, mi objetivo era descubrir una realidad diferente y conocerme un poco más a mí mismo. La idea inicial era, por tanto, vivir una experiencia sin cámaras, sin filtros y sin K’s. Fue una tarde de lluvia la que lo cambió todo: descubrí que en esta mágica isla de Kenia cocinan al aire libre, por lo que cuando llueve, los niños se van a dormir sin cenar”, comienza diciendo Daniel lllescas en Kukumiku.com, la página web de crowdfunding solidario en el que tiene publicada la iniciativa, que a día de hoy tiene recaudados 237 euros.
Asegura que fue a raíz de este primer viaje cuando descubrió que su papel como influencer podía servir para algo más. “El último día, abandoné Kenia con mal sabor de boca. Los niños me volvieron a dar una lección al decirme que les había dado todo durante mi estancia pero que al regresar a España, los estaba abandonando. No voy a abandonarlos: voy a regresar y voy a construir la cocina que necesitan para no volver a acostarse jamás sin haber cenado un plato caliente”, puede leerse en la motivación de su proyecto.
No en vano, por su actitud en las fotos con los críos, hay quien le acusa de ir de “salvador blanco” o de utilizarles simplemente como “atracción turísitca”, para posturear, en vez de dar visibilidad a la causa que le ha llevado hasta allí. Sin contar que alterna las imágenes con los niños con otras suyas sin camiseta, presumiendo de pecho o abdominales.
Se repite la historia
Este episodio nos recuerda irremediablemente al ocurrido hace un año con Dulceida y su chica, Alba Paul. Porque las redes sociales las carga el diablo y una nunca sabe las consecuencias que pueden derivarse de lo que en principio pueda parecer una inocente foto.
En el caso de Dulceida, hubo quien vio una oportunidad de la influencer para promocionarse de forma frívola, cuando ella y Alba regalaron sus gafas de sol a unos niños sudafricanos. Y por si no fuera poco, Alba además presumió de baño espumoso en el hotel en mitad de la sequía que hace un año sufría el país africano. Totalmente desafortunada.
Ahora es Illescas el que ha comprobado de primera mano, cuán afilados pueden llegar a ser los comentarios y ataques en redes sociales.
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