Detrás del maquillaje que habitualmente luce Oto Vans, uno de los concursantes de la nueva edición de Supervivientes, se esconde un duro pasado muy alejado del brillo y la purpurina que a menudo adereza su vida de influencer de éxito.
Nació en 1995 en Croacia, pero salió de este país con su madre y uno de sus hermanos cuando solamente tenía cinco años. La razón fue los problemas de sus progenitores con las drogas. Una circunstancia que marcó su infancia, pues los servicios sociales tenían la intención de retirarles la custodia.
Él mismo ha contado en alguna ocasión (como en la entrevista que le hizo Sindy Takanashi en el programa de Flooxer Las Uñas), que hicieron el trayecto desde Croacia en furgoneta. Se dirigían hacia Portugal, pero tras dos días de viaje, ésta se averió en País Vasco y decidieron quedarse allí, pues la asociación que iba a ayudarles, también tenía sede en esta zona. Su padre se permaneció rehabilitándose en Croacia y llegó a España cinco meses más tarde.
Pasaron allí catorce años y Oto reconoce que fue una experiencia dura, pues tenía que esconder su homosexualidad al no estar aceptado en dicha organización, donde el componente religioso estaba muy presente. Estuvo prácticamente aislado en un pueblo de 68 habitantes en el que apenas tenía contacto con otros chicos de su edad, lo que le marcó bastante.
Rompiendo moldes
Y puede que fuera toda esa represión y frustración el germen del que surge la forma de ser provocadora, explosiva y expansiva de Oto Vans, que se hizo famoso hace unos años a través de los vídeos que colgaba en redes sociales. Comenzó comentando su vida, riéndose de sí mismo y de quien se cruzara por el camino (lo que le ha generado más de una crítica), pero siempre siendo auténtico y sin miedo de mostrarse tal y como es. En definitiva, libre. Tanto es así, que ha llegado a confesar que se prostituyó de vez en cuando.
Y además, ha roto moldes de género apostando por una estética eminentemente femenina que inspira por igual a chicas y chicos. No obstante, esto ha provocado un distanciamiento con su padre, que no acepta que Oto se maquille o hable en femenino. Incluso llegó a prohibirle comer helados de fresa porque eran de color rosa.
Ahora Oto tiene más de 325k seguidores en Instagram (aunque le han cerrado el perfil cinco veces), vive en Madrid la vida que siempre soñó y gana más dinero que su padre. Oto Vans es todo un superviviente. Y ahora tendrá la oportunidad de demostrarlo en Honduras. Por cierto, su verdadero apellido es Tomicic, pero usa Vans porque le gusta mucho esta firma de zapatillas. Lo dicho: autenticidad en estado puro.