Ya estamos a mitad de noviembre y la marcha atrás comenzó hace poco más de un mes. Mientras que la vida de la Infanta Cristina vida transcurre «placentera» en su exilio de Ginebra, lo cierto es que la penitencia va por dentro. Si bien Casa Real sigue manteniendo en pie el muro que construyó para separarla, ni sus amigos ni su familia política le han abandonado.
Cristina de Borbón intenta, con el consentimiento -por omisión- de Casa Real, dar normalidad a su vida profesional, viajando con relativa frecuencia a las oficinas que La Caixa tiene en Barcelona. Sus idas y venidas tienen lugar ante el asombro indiscutible de sus antiguos compañeros, a los que no se les puede sonsacar una palabra sobre el desempeño laboral de su ilustrísima compañera.
Mientras todo esto sucede, todas las miradas se posan en Iñaki Urdangarín. Se espera que en las próximas semanas se haga público el fallo del juez que podría llevarle a la cárcel. Una pena máxima de veinte años de privación de libertad que separará al matrimonio. Lo que ha unido Dios, lo separará chirona. O no.