A punto de cumplir los ochenta, la vida no ha sido como doña Sofía la imaginó. La imagen de pareja feliz y enamorada que había imaginado para ella era la de sus padres. Pensó que el otoño de su vida discurriría plácidamente y sin sobresaltos. La reina emérita está en un momento muy difícil y triste a nivel personal. Nada es como imaginó.
1Un cuento sin final feliz
Doña Sofía atraviesa por uno de los peores momentos de su vida. La familia por la que tanto luchó está desmembrada. Cada uno va a la suya y se olvida de los demás. Han sido muchas las ocasiones en que la reina emérita se ha sentido sola. De hecho, desde que se casó con don Juan Carlos ha tenido que apretar los puños y seguir adelante con la pompa y el boato que exige la monarquía. Daba igual si la noche antes no había dormido por culpa de algún disgusto conyugal.
La reina emérita no ha sido feliz en su vida privada. El matrimonio idílico con el que soñó se vino abajo antes de la muerte de Franco. Don Juan Carlos no tenía alma de mártir y por eso sucumbió a cuanta tentación se le puso por delante. En este sentido, es muy Borbón, con un apetito insaciable. De hecho, en los informes que se remitían al dictador sobre la vida privada del príncipe se hacía mención a este punto. De ahí que Franco creyera que el matrimonio era la mejor opción para que don Juan Carlos canalizara la pasión vía lecho conyugal.