Este martes falleció Julián Muñoz, exalcalde de Marbella, a los 76 años en el Hospital Universitario Costa del Sol de la misma ciudad. Su deceso fue consecuencia del agravamiento de un cáncer que padecía desde hace tiempo, y sus restos mortales fueron trasladados a la sala 1 del tanatorio de San Bernabé. La noticia de su muerte ha generado diversas reacciones en la sociedad y en el entorno político de la ciudad, principalmente debido a su controvertida figura.
Ángeles Muñoz, la actual alcaldesa de Marbella, no tardó en expresar sus condolencias hacia la familia de su predecesor. «Aprovecho para mandarle todo el cariño y apoyo a su familia», declaró la alcaldesa, subrayando que en estos momentos difíciles el apoyo emocional es fundamental. Sin embargo, a nivel institucional, aclaró que no se llevará a cabo ningún acto oficial en memoria de Julián Muñoz, señalando que «por coherencia», no es apropiado debido a la condena que pesaba sobre el exalcalde por malversación y cohecho.
El fallecimiento de Muñoz cierra un capítulo turbio en la historia política de Marbella, pero deja un rastro de reflexiones sobre poder, corrupción y redención.
La carrera política de Julián Muñoz estuvo llena de altibajos, marcados por momentos de éxito meteórico y un abrumador declive. Llegó a Marbella en los años 80, tras trabajar como camarero en Ávila, y rápidamente se involucró en la política local de la mano de Jesús Gil, el todopoderoso alcalde de entonces. Su ascenso fue rápido, y en el año 2002 ocupó el cargo de alcalde tras la dimisión de Gil. Pero lo que parecía una trayectoria ascendente se vio interrumpida apenas un año después, cuando perdió el poder tras una moción de censura.
El nombre de Julián Muñoz quedó grabado en la memoria de los españoles no solo por su gestión política, sino por su vida personal expuesta al escrutinio público. El romance con la tonadillera Isabel Pantoja se convirtió en carne de cañón para la prensa del corazón, y el matrimonio con Maite Zaldívar quedó marcado por su abrupto divorcio en 2003. La relación con Pantoja no solo acaparó titulares, sino que también se convirtió en uno de los principales elementos de la narrativa pública que rodeó a Muñoz.
El mandato de Julián Muñoz en la alcaldía estuvo acompañado por una serie de escándalos de corrupción que terminarían por llevarlo a la cárcel. En 2006 fue detenido en el marco de la segunda fase del Caso Malaya, el mayor caso de corrupción inmobiliaria en la historia de España. Acusado de malversación de fondos públicos y cohecho, fue condenado a 20 años de prisión. Su entrada en la cárcel de Alhaurín de la Torre fue tan comentada como sus idas y venidas debido a problemas de salud.
Muñoz se arrepintió públicamente de su implicación en estos delitos. En su última aparición televisiva, en el programa «De Viernes», confesó: «Tengo miedo a morirme», dejando claro que sus días estaban contados. Aunque aseguró haber sido feliz en su vida, también reconoció errores y pidió perdón por el daño causado.
A pesar de sus problemas legales, la imagen de Julián Muñoz como una figura de la prensa rosa nunca dejó de ser polémica. Su romance con Isabel Pantoja no solo fue objeto de seguimiento mediático, sino que también le sirvió para obtener ingresos a través de entrevistas remuneradas, donde revelaba detalles de su vida privada. Este aspecto de su figura pública contribuyó a consolidar una imagen de ambición desmedida y búsqueda de fama.
En los últimos años de su vida, Julián Muñoz intentó reconciliarse con su familia. Tras haber estado distanciado durante años, su exesposa Maite Zaldívar y sus hijas lo cuidaron en sus últimos momentos. Según se sabe, incluso se volvió a casar con Zaldívar legalmente este mismo año, un gesto que sellaba la reconciliación después de su tormentosa separación en 2003.
La familia que alguna vez dejó de lado por la vida pública, estuvo presente en sus últimos días, otorgándole el perdón que tanto anhelaba. Maite, quien alguna vez fue objeto de desprecios públicos por parte de Muñoz durante su relación con Isabel Pantoja, se convirtió en su principal cuidadora hasta el último momento.
El legado de Julián Muñoz
El nombre de Julián Muñoz quedará inevitablemente asociado a los escándalos de corrupción que sacudieron a Marbella, pero también al lujo y la ostentación que caracterizaron una época en la que la ciudad se convirtió en un destino de la jet set internacional. Puerto Banús, los yates de millonarios y las fiestas interminables fueron el contexto en el que Muñoz ascendió al poder, y del que cayó en desgracia.
Hoy, su muerte marca el final de una era que fue tan brillante como oscura. Las imágenes de Muñoz junto a Isabel Pantoja paseando en coche de caballos por El Rocío, que en su momento causaron escándalo, son ahora un recordatorio de cómo el poder y la fama pueden destruir a una persona.
Al final, Julián Muñoz falleció arrepentido, pidiendo perdón por sus excesos y errores. Su vida, marcada por la corrupción y la ambición, es un recordatorio de que el poder mal manejado puede llevar a la más profunda de las caídas. Pero, en sus últimos días, encontró el perdón de quienes más importaban: su familia. Una familia que, pese a todo, estuvo a su lado cuando más lo necesitaba.