Ana de Armas, la célebre actriz hispanocubana que ha conquistado la gran pantalla, ha tomado una decisión inesperada: ha dejado atrás los focos de Hollywood y se ha refugiado en un idílico entorno rural en Vermont. A los 36 años, y tras una carrera en pleno auge, la actriz ha revelado que se siente más feliz que nunca desde que cambió la frenética vida de Los Ángeles por la tranquilidad del campo.
En una reciente entrevista durante el Festival de Cine de Toronto, donde presentó su última película Edén, la actriz compartió que su nuevo hogar en Vermont le ha permitido encontrar paz. «Hoy en día, todos queremos alejarnos de la locura del mundo», confesó. Esta afirmación refleja su profundo deseo de desconectar de las presiones de la fama y la atención mediática constante, una situación que se intensificó tras su mediática relación con Ben Affleck y su nominación al Oscar por su interpretación en Blonde. El cambio fue radical, pero necesario.
La decisión de mudarse a Vermont no fue casual, sino parte de un proceso de reflexión personal que Ana venía experimentando desde hace tiempo. Tras romper su relación con Affleck en 2021, y tras iniciar una nueva etapa junto al ejecutivo de Tinder, Paul Boukadakis, Ana de Armas se dio cuenta de que necesitaba un cambio de aires. Primero fue Nueva York, lejos del bullicio de Los Ángeles, pero incluso allí sentía que no era suficiente. La necesidad de paz, intimidad y tranquilidad la llevó a buscar un lugar donde poder realmente desconectar. Y así fue como encontró su refugio en Vermont, un entorno rodeado de naturaleza y con la privacidad que tanto anhelaba.
Ana de Armas adquirió su casa el año pasado por la impresionante suma de 6,3 millones de euros. Una mansión que se ha convertido en su particular paraíso, con seis habitaciones, ocho baños y vistas panorámicas al bosque. Para Ana, no se trata solo de un espacio físico, sino de un lugar donde puede sentirse verdaderamente en paz. «Puedo serenarme y llevar allí solo a la persona con la que quiero estar», comentó, dejando entrever la importancia de su nuevo hogar como un santuario alejado de la vida pública.
Su mudanza a Vermont también refleja un deseo creciente entre las celebridades de buscar espacios más privados y alejados de los centros urbanos. En un mundo donde las redes sociales y los paparazzi pueden convertir la vida privada en un espectáculo público, Ana ha decidido trazar una línea. La actriz explicó que su vida en Los Ángeles había alcanzado un nivel de frenesí que ya no estaba dispuesta a tolerar. «Simplemente sientes cuando es hora de cambiar», comentó. Para Ana, ese momento había llegado.
La Cuba natal de Ana de Armas
Este cambio de rumbo no es solo una huida de los focos, sino una reconexión con sus raíces y una búsqueda de lo que realmente importa. Ana de Armas dejó su Cuba natal a los 18 años con apenas 270 euros en el bolsillo, y desde entonces ha forjado una carrera que la ha llevado a la cima de la industria cinematográfica. Sin embargo, a pesar de sus logros, la actriz parece haber llegado a la conclusión de que la fama y el éxito no son suficientes para garantizar la felicidad. «Hay un momento en el que aprendes lo que es bueno para ti y lo que no», reflexionó.
Los problemas de privacidad fueron clave en su decisión de mudarse. En 2020, Ana de Armas vendió su casa en Venice, California, y aunque intentó establecerse en Nueva York, las colinas de Hollywood seguían presentes en su mente. «Pasar por eso confirmó mi pensamiento de que ‘este no es el lugar para mí'», reveló en una entrevista anterior con la revista Elle. El constante escrutinio de los medios y el público sobre su vida privada, especialmente después de su relación con Affleck, fue una de las razones por las que decidió buscar un entorno más aislado.
A pesar de este retiro en Vermont, Ana de Armas no ha renunciado a su carrera. Su pasión por el cine sigue intacta, como lo demuestra su participación en Edén, una película en la que comparte protagonismo con Jude Law. Sin embargo, parece que ha encontrado un equilibrio entre su vida profesional y personal. Al estar a solo cinco horas en coche de Nueva York, donde vive su hermano, el fotógrafo Javier Caso, Ana mantiene una cercanía con su familia mientras disfruta de la paz que su nueva residencia le ofrece.
Ana de Armas ha demostrado que, aunque la fama puede ser un sueño para muchos, para otros, como ella, puede convertirse en una carga. En una industria donde el éxito y la visibilidad son tan valorados, la actriz ha optado por priorizar su bienestar personal. En su refugio en Vermont, lejos del bullicio de Hollywood, ha encontrado su propio «Edén», un lugar donde puede ser simplemente Ana, y no la estrella que el mundo admira.
Con este paso, Ana de Armas se une a una tendencia creciente entre las celebridades: alejarse del glamour y la exposición constante para vivir una vida más tranquila y auténtica. Aunque su presencia en la gran pantalla seguirá cautivando a millones, ahora lo hará desde la distancia, desde un lugar donde, como ella misma dijo, puede «serenar su alma» y construir su espacio seguro.