El caso de Daniel Sancho, condenado a cadena perpetua por el asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta, ha capturado la atención de los medios internacionales. El joven español, que ahora enfrenta un oscuro y difícil futuro en las temidas prisiones de Tailandia, ya ha comenzado a experimentar las duras condiciones en la prisión de Surat Thani, donde fue trasladado recientemente tras pasar su primer año en la cárcel más «amable» de Koh Samui. Su historia, no obstante, está lejos de encontrar un final feliz, ya que las posibilidades de ser transferido a las peores prisiones del mundo, ubicadas en Bangkok, son cada vez más reales.
Daniel Sancho fue sentenciado el 29 de agosto de 2023, y aunque su condena es a cadena perpetua, existen ciertos matices que podrían reducir su estancia en Tailandia. Si las gestiones diplomáticas son exitosas, Sancho podría cumplir solo 8 años en el país asiático, para después ser extraditado a España. Sin embargo, el presente del joven es sombrío. Surat Thani, a donde fue trasladado después de ser condenado, es una prisión que alberga a más de 4.000 presos, en comparación con los 300 reclusos con los que convivía en Koh Samui. La superpoblación, la falta de higiene y las tensiones constantes son algunos de los obstáculos que Sancho deberá superar en su nuevo hogar.
La realidad de las cárceles tailandesas es desoladora. Según el Departamento de Correccionales del país, Surat Thani es una prisión masificada, donde los reclusos se ven obligados a dormir en el suelo, hacinados unos junto a otros. La comida es escasa y de mala calidad, y las condiciones extremas de calor empeoran la situación. Estas circunstancias conducen a una tasa de mortalidad alarmante, con una media de un muerto por día, según el misionero jesuita Miguel Garaizabal. Además, las tensiones provocadas por la convivencia en condiciones tan precarias llevan a peleas y suicidios frecuentes entre los prisioneros.
El traslado a Surat Thani no es el final del camino para Daniel Sancho. Aunque su actual situación ya es preocupante, su destino podría ser aún más aterrador si es enviado a las temidas cárceles de Bangkok, como la famosa prisión apodada «El Tigre», conocida por ser una de las más peligrosas del mundo. En este entorno hostil, Sancho podría enfrentarse a niveles de violencia aún mayores, y a la presencia constante de las mafias locales que operan dentro de los muros de estas prisiones.
Entre los principales problemas que enfrenta Sancho, está la necesidad de navegar el peligroso mundo de los Chao Pao, una familia que tiene un control significativo sobre el sistema penitenciario tailandés. Este grupo, descrito como «los padrinos de las mafias locales», tiene influencia en diversas actividades ilegales dentro y fuera de las cárceles, desde el tráfico de drogas hasta el comercio de animales exóticos. Su poder es tal, que incluso miembros del gobierno y el ejército tailandés les rinden respeto. Para Sancho, evitar conflictos con esta peligrosa organización es esencial para garantizar su supervivencia en un ambiente donde la violencia es la norma.
El precio de la supervivencia para Daniel Sancho
Para Sancho, la presencia de los Chao Pao no es simplemente una amenaza, sino una realidad con la que puede verse obligado a lidiar. Según Javier Casado, miembro de la Fundación +34, que brinda apoyo a los prisioneros españoles en el extranjero, Sancho debe mantenerse al margen de cualquier problema con este grupo si quiere evitar represalias. «Lo mejor que puede hacer es pasar desapercibido y evitar conflictos. Tiene que ser invisible en la cárcel», aconseja Casado.
Sin embargo, para otros reclusos extranjeros que han pasado por el sistema carcelario tailandés, como Billy Moore, un ex preso británico, la colaboración con las mafias es la única forma de sobrevivir. Moore asegura que «sin dinero, no eres nadie» dentro de la cárcel, y relata cómo tuvo que pagar a las mafias para obtener protección, aunque esto no lo salvó de ser testigo de horribles abusos y violencia. Para Sancho, la opción de mantenerse «invisible» puede ser complicada, dada su notoriedad mediática y el hecho de que es extranjero, lo que lo convierte en un objetivo más visible y vulnerable dentro de la prisión.
El caso de Daniel Sancho sigue siendo objeto de atención tanto en España como en el extranjero. Mientras sus abogados intentan gestionar su extradición para que pueda cumplir parte de su condena en su país natal, el joven enfrenta un presente lleno de incertidumbres y amenazas. La prisión de Surat Thani, donde ahora reside, representa solo un preludio de lo que podría ser un futuro aún más aterrador si es trasladado a las temidas prisiones de Bangkok.
Para Sancho, la supervivencia dentro del sistema carcelario tailandés no solo dependerá de su capacidad para adaptarse a las condiciones extremas, sino también de su habilidad para evitar los peligrosos juegos de poder que se desarrollan detrás de los muros de estas prisiones. Su caso es un recordatorio de los horrores que enfrentan aquellos condenados en un sistema que, para muchos, es sinónimo de infierno en la tierra.