La monarquía española ha mantenido un estrecho vínculo con el mundo taurino, una relación que se ha transmitido a lo largo de las generaciones hasta llegar a Felipe VI. Esta conexión es enfatizada por Andrés Amorós, crítico de El Debate, en su análisis del libro «Desde la Maestranza» de Juan Manuel Albendea. La afición a los toros ha sido una constante en la familia real, comenzando con Doña Mercedes, quien era una asidua espectadora en el palco real de la plaza de Las Ventas en Madrid.
Se cuenta que era común escuchar en los tendidos: “¡Anda, si está ahí la Madre!”, cuando se hacía presente. Esta pasión fue heredada por el Rey Juan Carlos y, posteriormente, por la Infanta Elena, hasta llegar a las nuevas generaciones representadas por Victoria y Felipe de Marichalar. Sin embargo, surge la pregunta: ¿por qué el Rey Felipe VI apenas frecuenta las plazas de toros?
El pasado miércoles, el Rey Felipe VI asistió a la Corrida de la Prensa, ocupando el palco. Estuvo acompañado por figuras relevantes como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el ministro de Agricultura, Luis Planas, la presidenta de la Asociación de la Prensa, María Rey, y el asesor taurino Francisco Rivera. A los aficionados taurinos les habría gustado ver al monarca en la barrera, un lugar que tradicionalmente ocupa durante esta corrida.
A diferencia de su padre, el Rey Juan Carlos, quien era un habitual en la barrera y disfrutaba de mezclarse con la gente, conversar con los toreros y sentir de cerca la emoción de la lidia, el Rey Felipe VI muestra un carácter distinto. Su presencia en los toros es significativa como un apoyo explícito a la Fiesta, especialmente en momentos difíciles cuando el ministerio de Cultura está dirigido por un político antitaurino como Urtasun. Sin embargo, su asistencia a las plazas es esporádica.
El periodista Andrés Amorós proporcionó una explicación esta semana durante un acto en la Real Academia Española. José María Álvarez del Manzano y el crítico taurino de El Debate transmitieron al Rey Felipe VI el deseo de muchos aficionados de verlo más frecuentemente en las plazas, apoyando la tauromaquia, una Fiesta tan profundamente española. Según Amorós, el Rey respondió de manera clara: “Él no tenía absolutamente nada en contra de los toros, su único problema era que no entendía mucho”. Amorós, en un tono jovial, sugirió que, al igual que muchos otros españoles, la solución sería que alguien más experto lo acompañara.
Felipe VI, aplaudido en Las Ventas
Esta falta de entendimiento por parte del Rey Felipe VI no ha pasado desapercibida para los aficionados, quienes ven en su presencia un respaldo crucial en tiempos adversos. La asistencia del monarca no solo reafirma su apoyo a una tradición cultural profundamente arraigada, sino que también envía un mensaje de resistencia frente a los detractores de la tauromaquia. En una era donde las corridas de toros enfrentan crecientes críticas y restricciones, la figura del Rey como espectador se convierte en un símbolo de continuidad y legitimidad para la Fiesta.
La relación de la monarquía con los toros ha sido un reflejo de la evolución de la sociedad española. Desde la presencia constante de Doña Mercedes en Las Ventas hasta las esporádicas apariciones de Felipe VI, cada generación ha manifestado su vínculo con la tauromaquia de manera distinta. Mientras que Juan Carlos I era un rey cercano, que compartía y disfrutaba del ambiente taurino, Felipe VI ha adoptado una postura más reservada, en parte debido a su falta de conocimiento sobre la lidia.
A pesar de esto, la Fiesta sigue viva y cuenta con un apoyo significativo en diversos sectores de la sociedad española. Las recientes declaraciones del Rey Felipe VI, aclarando su postura, podrían abrir la puerta a una mayor participación en el futuro, siempre y cuando encuentre una guía adecuada para comprender mejor este arte tan complejo y apasionante.
La presencia de Felipe VI en la Corrida de la Prensa y su postura abierta hacia la tauromaquia, a pesar de su desconocimiento, representan un equilibrio entre tradición y modernidad. La monarquía continúa siendo un pilar importante para la tauromaquia en España, y la evolución de esta relación seguirá siendo observada con interés tanto por los aficionados como por los críticos de la Fiesta. La herencia taurina de la familia real, con sus diferencias y continuidades, sigue siendo un aspecto fascinante de la cultura y sociedad españolas.