Antonio David Flores tiene magulladuras de primer nivel, aunque está acostumbrado a los embistes recibidos, más de quince años después de acudir a Tómbola para denunciar, de forma vehemente, que había sido víctima de constantes infidelidades. Aquel programa, que ostenta el récord de audiencia del inolvidable espacio de Ximo Rovira, supuso un cambio abismal en su vida. Pero también en la de Rocío Carrasco. La guerra se inició en los platós y acabó en los tribunales donde, en estos momentos, también se dirimen aquellos asuntos concernientes a sus hijos, aunque ahora solo ya uno, David, es menor de edad.
Es, precisamente la relación que Rocío mantiene con ellos lo que ha puesto a Antonio David de nuevo en el centro de la diana. Tiran a dar, aunque él se refugia en Olga para que los ataques que recibe sean menos hirientes, a pesar de que algunos le llegan demasiado hondo. Respira profundamente ante el ajetreo que estos días se vive en los medios. Y más desde que se conoce que Amador comparecerá en el Deluxe para tirar de la manta y descubrir, por vez primera, quién se esconde tras la imagen púdica de su sobrina. Pero ese es otro cantar del que Antonio lleva años hablando. Ahora está centrado en la educación de sus pequeños y es a ellos a quienes reclama atención y dedicación: «Que en este momento se ponga en tela de juicio que mi único deseo es que Rocío hable con mi hija, me resulta sorprendente, Me molesta que haya gente que piense así, pero es lo que yo deseo porque haría feliz a mi hija», me dice con rotundidad.