El de este sábado en Madrid era el concierto más esperado de Isabel Pantoja, y la tonadillera no defraudó. Con un Wizink Center entregado y lleno hasta la bandera, se dejó la piel sobre el escenario con un derroche de voz inconmensurable dejando claro que sigue siendo la gran reina de la copa en nuestro país.
Y todavía muy emocionada por este éxito en mayúsculas en su primer concierto en la capital en 4 años, la viuda de Paquirri abandonaba el hotel en el que se ha alojado los últimos días para regresar a casa. Feliz y cargada de regalos de lo más variopintos de sus fans -como un robot aspiradora o una plataforma vibratoria de gimnasia- decía adiós a una de las semanas más completas y especiales de los últimos tiempos.
Apenas una hora después, y como ya se ha convertido en una costumbre, la cantante llegaba al aeropuerto de Jerez de la Frontera en avión privado y, antes de poner rumbo de nuevo a Cantora con su hermano Agustín Pantoja, nos regaló varias sonrisas de esas que antes nunca le veíamos y que reflejan el gran momento personal y profesional que está atravesando.
Agradeciendo la enhorabuena de las cámaras por el éxito sin paliativos que ha tenido en Madrid -«pues sí» ha reconocido de lo más risueña- Isabel abandonaba la furgoneta que la había recogido a pie de pista para subirse al vehículo que la llevaría a su finca. Un momento en el que Agustín, mostrando una vez más la poca simpatía que tiene por la prensa, pedía al conductor del monovolumen que subiese el volumen de la radio para no escuchar a la prensa, que lo único que ha hecho ha sido felicitar a la artista por su concierto. Algo que no ha hecho ninguna gracia a su hermana, que ha cambiado su gesto feliz por uno serio y pensativo, mirando al horizonte hasta que por fin han cargado en el coche las maletas y los regalos y han podido regresar a Cantora.