Doña Letizia es una mujer de fuertes convicciones a la que no es fácil de convencer ni hacer entrar en razón. Tiene claro lo que quiere y como lo quiere, y esta actitud la transmite en su modo de vestir. Y es aquí donde provoca principalmente el malestar de los diseñadores nóveles y no nóveles que no saben cómo acceder al distinguido ropero de la reina, conocedores de la importancia que tendría en los resultados finales de las empresas españolas, que la reina luciese una blusa, falda o vestido de nuestros creadores.
Sin embargo, el criterio de Doña Letizia es bien distinto, y todos aquellas prendas que se reciben en palacio y que no han sido solicitadas y encargadas por su estilista Eva Fernández, contratada para estos menesteres son devueltos, eso sí con una nota de agradecimiento.Desde que Felipe VI accediera al trono y por arte de cetro, doña Letizia se convirtiera en reina consorte, tomó las riendas de palacio y comenzó a marcar poco a poco su impronta. Sin prisa pero sin pausa, hasta hacerse con el control absoluto. De hecho Doña Letizia como periodista y plebeya que fue en su anterior vida, conoce de la importancia de evitar convertir su imagen en el escaparate donde las firmas se reflejen. Conocedora además de la dimensión que su imagen transmite.
Desde entonces la reina no acepta regalos de las firmas que le envían, pero como nunca llueve a gusto de todo, los diseñadores han manifestado su malestar por esta situación porque consideran que es obligación y cortesía de la reina ayudarles en que su trabajo sea más visible. Desde entonces y para evitar malos entendidos Zarzuela tomó una drástica solución. La Secretaría de Su Alteza Real procura evitar que se manden trabajos de diseñadores a la Casa, fundamentalmente porque no pueden garantizar que la princesa se los ponga y se trata de evitar costes y de defraudar expectativas”. La solución más efectiva es enviar catálogos, lo cual es preferible, porque en ese caso dan oportunidad a ver los diseños y a hacer algún encargo llegado el momento.