Las noticias relacionadas con Tamara Falcó y su boda con Íñigo Onieva se suceden a un ritmo vertiginoso. Cuando todavía estamos procesando el drama de quedarse sin vestido de novia por su ruptura con ‘Sophie et Voilà’ a 50 días de dar el ‘sí quiero’, y no nos ha dado tiempo a analizar al detalle su viaje relámpago a Nueva York para reunirse con Wes Gordon y perfilar cómo será su diseño nupcial de Carolina Herrera, la polémica sacude de nuevo a la pareja del momento.
Por un lado, se ha confirmado que Íñigo se ha quedado sin trabajo al interrumpir de forma amistosa y de mutuo acuerdo su contrato como relaciones públicas de los restaurantes ‘Tatel’ y ‘Totó’, donde su proyección estaba demasiado limitada después de dos años. Al parecer el grupo Mabel Hospitality le habría ofrecido un nuevo cargo sin tocar la retribución económica, por lo que al no llegar a un acuerdo habrían roto su contrato.
Y mientras su prometido se reinventa profesionalmente a mes y medio de su boda, Tamara habría tomado una decisión drástica. Según ‘Sálvame’, la hija de Isabel Preysler va a ingresarse en un centro especializado en pérdida de peso para, con un plan de alimentación estricto y ejercicio físico, adelgazar en pocos días 8 o 9 kilos para estar perfecta en su gran día.
Se apunta a que el lugar en el que permanecerá durante cerca de 20 días para perder esta considerable cantidad de peso sería la Clínica Buchinger de Marbella, aunque teniendo en cuenta que se casa el próximo 8 de julio, que tiene numerosos detalles por concretar de su enlace y que por delante le esperan 3 o 4 viajes a Nueva York para probarse su vestido de novia, el ingreso tenría que ser inminente.
Informaciones que Tamara ni confirma ni desmiente, dando la callada por respuesta y manteniendo un inexplicable silencio que deja entrever que sus planes para adelgazar drásticamente antes de su boda podrían ser ciertos.
Inseparable de Íñigo, la marquesa regresaba a su domicilio este domingo en coche y, muy seria, ha decidido no dar explicaciones sobre su posible ingreso en una clínica para perder peso. Minutos después, y tras encargarse de aparcar el coche, era el ingeniero el que llegaba a casa, parco en palabras como su prometida y dejando en el aire qué proyectos profesionales embarcará tras quedarse en el paro hace unos días.