El mundo ha vivido esté sábado una jornada histórica, y es que por primera vez en siete décadas estamos viviendo la coronación de un monarca inglés. El agraciado Carlos III, pasará a la historia como Rey de Inglaterra. Pero no hay que olvidar que el hijo de la Reina Isabel II se convirtió en rey desde el primer momento del fallecimiento de esta el pasado mes de septiembre, pero hoy se ha coronado formalmente con una ceremonia tradicional, pero que ha dejado algún momento para la innovación, leve, pero al fin y al cabo innovación.
Una ceremonia solemne que hemos seguido desde primera hora de la mañana cuando los Reyes, Carlos y Camila llegaban a la abadía de Westminster con la presencia de miembros del actual Gobierno, incluido el primer ministro Rishi Sunak, y antiguos inquilinos de Downing Street, así como representantes de casas reales y jefes de Estado y de Gobierno de otros países.
LOS REYES ÚNICA REPRESENTACIÓN ESPAÑOLA
Por parte española han estado presentes nuestro monarca Felipe VI y Doña Letizia, ambos han acudido a una ceremonia en la que han estado ausentes los reyes eméritos, Juan Carlos I y Sofía de Grecia. Tampoco fue Leonor, heredera al trono español.
Los reyes de España llegaron puntualmente a las 10.30 horas a la Abadía de Westminster tras abandonar la embajada española, situada en el barrio de Chelsea y que es la residencia oficial para los reyes españoles en sus visitas a Londres. Una vez allí se situaron en los bancos destinados a los miembros de las diferentes casas reales, cercanos a las casas reales nórdicas. Hay que recordar que los Reyes son los únicos representantes de nuestro país en este acto y su llegada ha ocurrido sin sorpresas y tras una hora de trayecto.
El Rey ha vestido uniforme militar oscuro, al igual que en el funeral de la reina Isabel II. La impecable presencia del monarca español iba acabada con el toisón de oro, orden de la que Felipe VI es la máxima autoridad. Por su parte, la Reina Letizia ha mostrado un look fucsia mate con un curioso tocado que no ha pasado inadvertido a los presentes.
ESTILISMOS DE LOS PRESENTES
En un acto como este la mirada ha estado puesta sin duda en los estilismos de algunos rostros conocidos y con mayor importancia en esta coronación. Entre esas miradas no podían faltar los focos puestos en Kate Middleton, la cual ha sido la primera Princesa de Gales en asistir a una ceremonia solemne como esta. Para la ocasión, la heredera al trono inglés se ha decantado por un color marfil que ya vimos con anterioridad en su antecesora Lady Di. Su vestido es obra del diseñador Alexander McQueen. Y en el han predominado los lingotes de plata e hilo bordado que ha combinado con una capa y tiara. Destacaban los bordados con flores representativas de las cuatro naciones del Reino Unido: narcisos, rosas, tréboles y cardos.
Por su parte, la reina consorte Camila Parkers ha sido la gran protagonista del acto si a estilismos nos referimos. porque, tal y como se ha venido hablando en las últimas semanas, ha elegido para este gran día el mismo diseñador que tenía la omnipresente Lady Di: Bruce Oldfield, que fue amigo personal de la fallecida princesa Diana. Al bajarse de la carroza Diamond Jubilee ha dejado impactados a todos los allí presentes con un vestido blanco de seda impresionante con detalles dorados. Similar a los que la tradición británica marca para otras reinas en este tipo de ceremonias, pero con unos bordados que intentaban dar ese toque de innovación que Camila aporta a la familia real.
Capitulo a parte han tenido las capas que han lucido tanto Camila como Carlos a su llegada a la abadía de Westminster. Muy nerviosos, él ha controlado más sus emociones y ella ha sonreído en más de una ocasión, reflejando así el momento tan especial e histórico que están viviendo en esta jornada de sábado.
Por otro lado, los más críticos no han parado de comentar la presencia de Harry, sin Meghan en la coronación. El hijo pequeño del Rey Carlos III y de la recordada Diana de Gales, no se ha sentado con el resto de la Familia real y ha acudido sin su mujer con la excusa de que ésta se encuentra inmersa en los preparativos del cumpleaños de su hijo y es que Harry no olvida el racismo de parte de su familia para con quien es su mujer.
LADY DI MUY PRESENTE
Con la muerte de la Reina Isabel II el pasado mes de septiembre volvió a hablarse de Diana de Gales, una de las figuras más icónicas a nivel mundial tras su fallecimiento en 1997 por un fatídico accidente de coche en París. El heredero al trono, el Príncipe Carlos, se convertía en rey y por consiguiente -y por deseo de la reina- Camila Parker Bowles en reina consorte, un hecho que no ha sido bien visto por los ciudadanos británicos ya que siguen teniendo muy presente a la tan recordada ‘Princesa del pueblo’.
Sin duda, la relación entre Diana y Carlos fue una de las más seguidas a nivel internacional: los dos causaban sensación, pero rápidamente el creciente protagonismo de ella en los medios de comunicación acaparaba la atención del heredero al trono y esto no le sentó nada bien. Los problemas no comenzaron en un momento determinado durante el matrimonio, estaban latentes desde el minuto uno: el príncipe se casó por conveniencia y no por amor.
Los malos gestos, los desplantes continuos y las desapariciones durante días empezaron a cobrar más sentido en cuanto ambos se dieron el ‘Sí, quiero’ y Lady Di supo que su matrimonio estaba roto porque no estaba construido en los pilares que siempre había soñado: confianza, respeto y amor. La relación extramatrimonial de Carlos con Camila era sabida por todos y esto supuso la mayor humillación que la Princesa del pueblo sufrió en su vida.
Como decíamos, con la muerte de la Reina Isabel el pasado mes de septiembre, el nombre de Diana volvía a la esfera mediática: los británicos ni olvidan ni perdona la actitud con la que la Casa Real trató a la princesa su último año de vida, tampoco el desprecio y el mal comportamiento de Carlos durante su matrimonio y mucho menos que la mujer que ahora es reina consorte sea la misma con la que era engañada.
Diana lo tenía claro. Ella misma ofreció una entrevista para la BBC, emitida el 20 de noviembre de 1995, en la que hizo unas declaraciones devastadoras hablando de su matrimonio, la Familia Real, su salud mental y reconoció su infidelidad al Príncipe Carlos con James Hewitt. En esa charla, Lady Di dejaba claro que tenía la creencia de que nunca llegaría a ser reina, pero sí «me gustaría ser reina en los corazones de la gente, pero no me veo siendo reina de este país. No creo que mucha gente quiera que yo sea reina, me refiero a la institución con la que me casé, porque han decidido que soy una principiante».
Hoy, día de la coronación del Rey Carlos III, los ciudadanos y los seguidores de la figura de Lady Di siguen acordándose de ella porque, quién sabe, si el destino hubiese jugado sus cartas de otra manera, la icónica podría haber llegado a reinar o quién sabe, a ver como su exmarido triunfaba en la institución mientras ella disfrutaba de su vida familiar, unas conjeturas que han sobrevolado sobre el acto.