Lola Flores, arte, duende y tronío. Nacida en Jerez de la Frontera en la calle Sol. Orgullosa gaditana, con profundo amor a Sevilla y cuya trayectoria profesional se desarrolló fundamentalmente en Madrid y toda Latinoamérica.
El pasado 21 de enero, Lola habría cumplido 95 años. Como buena folklórica, Lola intentó que jamás se supiese su edad. Hilario López-Millán llegó a revelar que un día que la artista fue a renovar su documento nacional de identidad, a la última cifra del año en que nació (1923) le dibujó dos pequeños círculos que completaron el tres consiguiendo convertirlo en un ocho. Cinco años menos. Pero ese no es el secreto que Lola ha intentado mantener oculto toda su vida…
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1Lola Flores, toda la vida guardando un secreto
Lola Flores era de esas personas únicas, capaz de conquistar al hombre y a la mujer con un sublenguaje cultural que tan solo dominaba ella. La bata de cola, una pataíta y un poema de Lorca emanando de su boca de carmín: la hipnosis era real. Persuasiva, seductora, magna.
Le preguntaban si todo el dinero ganado se lo gastaba en los casinos y ella respondía, sin emitir palabra, tocándose los brillantes que colgaban de sus orejas. Mismo «pendiente en oro» que perdió en el mítico Florida Park y que por supuesto, José María (Íñigo) terminó consiguiendo: «el pendiente, Íñigo, no lo quiero perder. Ustedes me lo van a devolver, que mi dinerito mi costó«.
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