El cambiar de calzado con frecuencia es algo que muchas personas asocian con el tener más o menos dinero, y poder hacerlo en función de ello, pero quizás después de leer las siguientes líneas cambien de opinión. Y es que por mucho que a alguien le guste llevar siempre los mismos zapatos o zapatillas, ya sea porque le resulten cómodos o porque no tenga mucho poder económico para tener más que esos, lo cierto es que hay muchos motivos, por cuestiones hasta de salud, para que de vez en cuando modifiquemos lo que ponemos sobre nuestros pies.
No cambiar de calzado no es higiénico
Quizás el motivo más claro por el que hay que cambiar de calzado casi todos los días, el más elemental, es el de la higiene. Y es que si todos los días usamos las mismas zapatillas, estas nunca se llegan a airear correctamente, por lo que el exceso de humedad y sudor podría dar lugar a la aparición de los indeseados hongos, de los que tanto queremos huir por ejemplo en piscinas o duchas públicas. Por ese motivo es mejor que como mínimo se deje al menos un día de descanso para volver a utilizar el mismo calzado.
Cambiar de calzado por estación
Otro punto clave para cambiar de calzado es que no es aconsejable llevar el mismo cuando, por ejemplo, estamos en verano o en invierno, las dos estaciones más distantes en cuanto a climatología se refiere. Por eso lo recomendable es adaptar el calzado que llevemos en función de la época del año en la que nos encontremos. Con la llegada del calor es mejor utilizar zapatos más frescos y abiertos, aunque también con una buena sujeción. En invierno, es mejor usar los que tengan una suela un poco más gruesa, por mucho que sean de materiales transpirables.
No llevar chanclas en invierno
A la hora de cambiar de calzado hay que saber que mientras que los de invierno, aunque vayas haciendo el ridículo en otras estaciones con unas botas de agua o de montaña por la playa, los puedes usar siempre, no es bueno que lleves las chanclas playeras por la calle casi nunca. Y es que solo están recomendadas en verano para su uso en piscinas, duchas o vestuarios, con el objetivo de prevenir contagios de hongos en aguas estancadas, pues sirven como barrera protectora, pero no se debe abusar de ellas para caminar trayectos largos ni en el día a día.
Porque se deforman
Por supuesto, hablando de cosas lógicas, para cambiar de calzado no hay una explicación más sencilla que, como ocurre con tantas otras cosas, su uso constante hace que se deformen y se desgasten con más facilidad. Utilizar el mismo calzado día tras día hace que éste se desgaste rápidamente en determinadas zonas, lo que entre otras cosas provoca que terminemos pisando de forma incorrecta y perjudique a nuestros pies. Esto puede causar dolores y patologías tanto en los pies como en caderas, rodillas o espalda, y que tengamos que acudir a un especialista.
Causa de dolor
Otra causa de que sufras dolores por no cambiar de calzado no depende solo de que estén viejos o desgastados sino del hecho de que los que estés usando sean de un determinado tipo de zapatos. Hablaríamos en este caso de llevar todo el día puestos los de tacón o las chanclas, pero te podría pasar también con otro tipo de zapatos. Lo de variar es bueno incluso si eres deportista, ya que en ese caso es aconsejable alternar las zapatillas que uses (siempre que sean aptas para realizar esa actividad) si quieres que tus pies estén sanos más tiempo.
Cómo evitar lesiones
Como resumen de estas nociones sobre lo de cambiar de calzado, la solución más sencilla para evitar lesiones en tus extremidades es no acostumbrar nuestros pies a un solo calzado, hay que saber combinarlos y dejarlos descansar, por lo menos un día para que se aireen y no se deformen. Y si eres una persona deportista lo ideal es usar para cualquier actividad de este tipo un calzado adecuado para dicha actividad. Como en todo en la vida, abusar de algo no es bueno nunca, por lo que no hay que cometer este error por mucho que te encanten tus zapatos.