Aunque el plato en sí no sea preferido de nadie, el puré de patata sí que es todo un imprescindible para muchas comidas, ya sea como entrante o como acompañante de un principal. Eso sí, pese a ser una receta fácil y rápida, no siempre se consigue darle una textura o sabor perfectos cuando preparamos uno casero, que dicho sea de paso siempre salen mejores que los que ya vienen hechos. Por eso en las siguientes líneas vamos a dar una serie de pautas a seguir para conseguir uno perfecto, casi se podría decir el mejor que se puede cocinar.
El producto del puré de patata
Obvio o no, el primer paso para preparar un buen puré de patata es el de elegir el tipo de patata que vamos a utilizar en el mismo y en este sentido es importante que la variedad elegida tenga cantidad de fécula, del tipo harinosas. Dentro de este género destacan las Baraka, Kennebec o Monalisa que, debido a la cantidad de fécula que aportan, nos permitirán cocinar uno más cremoso. A ser posible no emplear patatas tipo cerosas que quizá sean mejores para freír. Otro punto a tener en cuenta es el tiempo que tienen y lo ideal es que no sean ni nuevas ni demasiado viejas.
Otra clave para el puré de patata
Fundamental es también para que salga un buen puré de patata el cocer éstas enteras, sin pelar e intentando que sean todas del mismo tamaño. Hay que hacerlo con piel para evitar que el agua de la cocción se introduzca en la patata dejándola un poco aguada, lo que sería perjudicial para la textura final del puré. Hay que intentar que todas sean del mismo tamaño, ya que el punto de cocción de una grande será distinto al de una pequeña. Las más grandes quedarán algo crudas y las pequeñas demasiado cocidas si ponemos el mismo. El ideal suele ser unos 30 minutos.
Cómo triturarlas
El tercer detalle clave para nuestro puré de patata es la posterior preparación de las mismas. Para ello, una vez que las tenemos cocidas hay que escurrirlas bien y, estando aún calientes, hay que quitarle la piel exterior. Para que el puré salga suave, sin grumos y cremoso lo mejor es triturarlas, y para ello nos sirve lo mismo un triturador de patatas, un pasapuré clásico o incluso un simple tenedor, tratándola siempre en caliente. Lo que no se debe hacer en ninguno de los casos es utilizar una batidora porque ésta estropearía el almidón de la patata provocando que la textura final del puré sea como si fuera un chicle.
Cómo usar la mantequilla y la sal
Antes de la presentación final de cualquier receta de puré de patata hay que incorporar también la mantequilla, y para ello es importante que esté a temperatura ambiente para así integrarlas mejor con las patatas. Si la mezclamos de esa manera el calor de la patata puede derretir más fácilmente la mantequilla. Por lo que respecta a la leche, ésta hay que calentarla antes de añadirla a las patatas, con lo que será más cremoso nuestro puré. Es importante no haber echado mucho sal al agua de cocción porque de esta manera ahora, si están sosas, podremos salpimentarlas ahora otra vez.
Forma de servirlo
Hechos todos los pasos previos para nuestro puré de patata solo nos quedaría saber la mejor manera para servirlo. Lo primero que hay que saber es que hay que hacerlo en el momento justo, tan pronto como lo tengamos, no esperando a que esté el resto de la comida lista. Si por algún motivo lo hemos preparado con cierta antelación tendremos que meterlo al baño maría, a fuego bajo y tapándolo con film transparente o un paño de cocina, para que se nos conserve medianamente bien. Una vez consumido podríamos guardarlo durante dos días en el frigorífico, si es que nos ha gustado mucho y queremos repetir, tapándolo siempre bien con plástico.
Algunas variaciones
Lo dicho, si nos ha gustado nuestro puré de patata y queremos tomar otro día lo que nos ha sobrado, lo mejor es calentarlo previamente al baño maría cubriéndolo con una fina capa de leche que habrá que remover hasta que se integre. Luego, si queremos innovar también podemos probar, por ejemplo, incorporando una yema de huevo, con lo que nos saldrá más cremoso, o incluso un poco de algún tipo de queso rallado cremoso, o de tomillo, albahaca o perejil fresco.