Pues sí, la ensaladilla rusa es casi casi de origen ruso. En concreto fue Lucien Olivier, un cocinero franco-belga, quien la cocinó para la élite de la capital rusa usando ingredientes tan exuberantes como caviar o lengua aunque antes, ya se cocinaban otras ensaladillas parecidas por Europa, también con ingredientes lujosos como la langosta. Así, a mediados del siglo XIX aparece en Francia una versión con patatas y mayonesa como ingredientes principales, ingredientes más populares.
Hoy en día la ensaladilla rusa, la que todos conocemos, está hecha con una base de patatas, zanahorias y huevo cocido, junto con guisantes, atún y algún encurtido. Y ya que no usamos ingredientes tan gourmets como hacían en el pasado, no vamos a escatimar en el uso de la mayonesa, ya sea casera o comprada.
Las mejores patatas para la ensaladilla rusa son las patatas de la variedad Monalisa, que es la que mejor se adapta a todas las elaboraciones. En cuanto a los guisantes, podéis usarlos frescos, pero los que vienen ya cocidos son más pequeños y casan muy bien con la ensaladilla. Para la aceitunas, podéis optar por unas sin hueso, bien troceadas. En nuestro caso las hemos elegido con hueso pero las hemos cortado muy pequeñas desechando el hueso. Ya tenemos todo lo necesario para preparar la mejor ensaladilla rusa. Solo queda preparar las bebidas y rodearse de invitados para degustar esta deliciosa tapa.
Ingredientes
PARA 6 PERSONAS
2 patatas grandes variedad Monalisa
1 zanahoria
1 huevo
50 g de aceitunas
75 g de guisantes cocidos
150 g de atún en aceite
400 g de mayonesa
Elaboración de la ensaladilla rusa
Comenzamos poniendo 2 patatas de la variedad Monalisa lavadas, y enteras con la piel, y una zanahoria limpia en agua fría salada en una olla. Llevaremos la olla al fuego y cocinaremos las patatas y la zanahoria durante unos 35 minutos a fuego medio. Transcurridos los 35 minutos añadimos 1 huevo y dejamos que hierva todo junto otros 10 minutos.
Retiramos las patatas, la zanahoria y el huevo del agua de cocción, y dejamos que se enfríen antes de pelarlo todo. Cortamos en trozos pequeños las patatas, la zanahoria y el huevo. Si hemos elegido aceitunas con hueso cortaremos 50 gramos de manera que nos quedemos solo con la carne de las aceitunas desechando el hueso. Si por el contrario elegimos aceitunas sin hueso, troceamos directamente 50 gramos de estas aceitunas.
En un bol ponemos las patatas, la zanahoria, el huevo y las aceitunas junto con 75 g de guisantes cocidos y escurridos de su líquido y 150 g de atún en aceite también escurrido de este. Añadimos al bol 400 g de mayonesa, que puede ser mayonesa casera o bien una buena mayonesa comercial. Mezclamos todos los ingredientes muy bien. No hay que preocuparse si la patata se deshace un poco ya que esto dará como resultado una buena ensaladilla rusa, muy cremosa. Llevamos la ensaladilla a la nevera y la servimos fría acompañada de unos picos de pan.
Origen de la ensaladilla rusa
Como sucede con tantos otros platos, basta con hacer una búsqueda rápida en Internet para darnos cuenta de que el origen de la ensaladilla rusa no está libre de leyendas. La más extendida nos lleva hasta la esplendorosa Rusia de los zares, en concreto hasta las cocinas del restaurante Hermitage, un espacio gastronómico de lujo inaugurado en 1860 por un jovencísimo chef llamado Lucien Olivier.
Por lo que conocemos de esta historia, este chef francés nacido en Bélgica fue el creador de la primera ensaladilla rusa de la historia. Dedicado al disfrute gastronómico de la élite moscovita, se dice que Olivier ideó en sus cocinas una ensalada fría que, al poco tiempo, no solo se convirtió en el plato estrella del Hermitage, sino que pasó a ser denominada como «ensalada Olivier», y como tal terminó extendiéndose a lo largo y ancho de Rusia, y más tarde, de Europa.
Sobre la receta original de la ensalada Olivier poco se sabe con certeza, ya que solo él la cocinaba y siempre quiso guardar cuidadosamente los secretos de su exitosa fórmula. Tal y como se detalla en el «SRAS» (The School of Russian and Asian Studies), la receta original estaba elaborada con una serie de ingredientes gourmet que incluían caviar negro y alcaparras, gallina de caza al vapor y caldo en gelatina. Además, se servía con colas de cangrejo de río hervidas y trozos de lengua alrededor de los bordes del plato; todo ello cubierto con una pequeña cantidad de salsa provenzal fresca hecha de aceite de oliva, yemas de huevo, vinagre francés, mostaza y especias.
Una piel de patata con pepinillos y rodajas de huevos duros decoraban el centro del plato. Ingredientes de lujo para un plato que buscaba satisfacer los paladares más exquisitos de la época. Había quienes, incluso, acudían al Hermitage única y exclusivamente para probar la creación de Olivier.