¿Se puede morir de amor? Esta es una de las cuestiones que más se ha planteado la sociedad a lo largo de la historia. De hecho, se ha relacionado directamente con muertes tan conocidas como la del cantante, hijo de Lola Flores, Antonio. No soportó la muerte de su madre. A Isabel II le podría haber sucedido los mismo.
Fue ayer a las 7 y media cuando conocíamos la fatal noticia. El mundo entero lloraba el deceso de la monarca más longeva de la historia de Reino Unido, y es que ayer por la tarde Lilibet fallecía a los 96 años, apenas diecisiete meses después de que lo hiciera el amor de su vida, Felipe de Edimburgo.
Los detalles más íntimos de Isabel II y Felipe de Edimburgo
>Lo suyo fue amor a primera vista, sobre todo lo de ella que fue un flechazo adolescente, y es que la monarca tenía 13 años cuando conoció a un joven Felipe de Grecia y Dinamarca, que tenía 19. Fue durante una visita en la que ella acompañó a su padre, el rey Jorge VI, a la Base de Dartmouth. Desde ese momento ambos empezaron a intercambiar correspondencia.
Una relación que alumbró la bombilla del tío del novio, Lord Dickie Mountbatten, que estaba empeñado en que se casase con ella. En ese momento, era la tercera en la línea de sucesión al trono. Aunque este nunca fue el interés real del abuelo de Guillermo, y es que desde el primer momento ambos dos demostraron tener una química inmejorable.
Tanto, que Felipe accedió a hacer varios renuncios. Claro, hay que tener en cuenta que en este momento Isabel II ya era la heredera al trono británico. Su tío Eduardo VIII ya había abdicado para poder vivir su amor con la doblemente divorciada, Wallis Simpson. (Y ahora el divorciado es el que presumiblemente va a llamar Carlos III). Una premisa que ponían en un lugar diferente al pretendiente que tuvo que renunciar a su nacionalidad, religión y apellido, adoptando el materno (Mountbatten), así como a sus derechos de sucesión de Dinamarca y Grecia. Y, claro, tuvo que abandonar su carrera como marino. ¡Tenía que ser amor!
Y de ese amor nacieron sus cuatro hijos Carlos (73), Ana (72), Andrés (62) y Eduardo (58). No obstante, como en todos los matrimonios, no siempre es oro todo lo que reluce. Y esas crisis tuvo mucho que ver con el hecho de que Felipe se convirtió en la sombra de Isabel II. Algo que , en ciertos puntos de su vida, fue un problema para él.
Las infidelidades de Felipe de Edimburgo
>Después de que Isabel II pasara a ser, a sus 25 años, monarca de Reino Unido, el Duque de Edimburgo pasó automáticamente a un segundo plano. De hecho, tuvo que aguantar, porque no se lo tomó nada bien, ver como sus hijos no pudieron llevar, en un primer momento, su apellido. Más adelante la monarca lo aceptó en el ámbito privado. Después le afectó tener que caminar siempre detrás de su mujer. Lo que no debería de suponer mucho, pero, queridos Cotillas, tenéis que entender que nació en 1921 en una sociedad machista.
«En este palacio pinto menos que una ameba porque soy el único hombre de este país al que se le niega el derecho a darle su apellido a sus propios hijos», llegó a decir el marido de Isabel II en un ataque de enfado. Un ambiente caldeado que no mejoraba con las salidas nocturnas del Duque al club Soho, cuando empezaron los rumores de infidelidad. Unas especulaciones que se acrecentaron cuando en 1956 inició una gira en solitario por Commonwealth, con la excusa de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne.
Fueron 6 meses de exilio matrimonial. Lo que no evitó que se lo pasara realmente bien. De hecho, de ese tiempo se corresponde con el nacimiento de algunos de los hijos ilegítimos que se cree, tuvo.
Unas informaciones que estallaron cuando se hizo público que Michael Parker, íntimo amigo suyo y primer secretario privado, se estaba divorciando con su mujer por adulterio. Terminó dimitiendo en esta misma gira. Claro, queridos Cotillas, es importante que tengáis en cuenta que, en ese momento, el divorcio era un suicidio social. Tanto, que Isabel II se vio en la obligación de dar un comunicado de que no había ningún problema en el matrimonio real.
La escritora Daphne Du Maurier, la actriz y bailarina Pat Kirkwood, la cantante de Francia Hélène Cordet y Lady Penny Brabourne, con la que tuvo una relación realmente estrecha. Es mas, el antiguo secretario de prensa de la reina Isabel II, Dickie Arbiter llegó a afirmar que, «siempre le ha gustado mirar escaparates, pero nunca compra«. Sin embargo, Felipe de Edimburgo siempre ha sido claro ante estas afirmaciones, «¿alguna vez te has parado a pensar que desde hace años no voy a ninguna parte sin que un policía me acompañe? ¿Cómo demonios iba a esconder una cosa así?».