«Si me queréis irse», es una de las frases más conocidas de La Faraona, nuestra querida Lola Flores, que en su intento de ser la madre de todos los españoles, terminó casando a su hija en la sacristía de la iglesia de la Encarnación de Marbella, porque el templo estaba lleno de periodistas y de fanáticos que esperaban ver la boda de Lolita y el empresario Guillermo Furiase.
«Toda la gente que realmente quiera a Lolita, puede entrar en la iglesia. Estáis todos invitados«, esto es lo que le contestó la cantante al periodista, José María Íñigo, en una entrevista en el programa Estudio Abierto el 25 de mayo de 1983. En este noticia vamos a hacer un repaso de uno de los momentos más graciosos de la historia de España.
Lo que llevó a Lola Flores a hace una invitación masiva
>Imaginaros, queridos Cotillas, querer tener tu minuto de gloria en televisión y terminar, tres meses después, con media Andalucía en la iglesia donde se casa tu primogénita. Un alarde de alegría que terminó convirtiéndose en una jornada de puertas abiertas en toda regla. Lo que es comprensible, porque la artista sostenía que no había vendido la exclusiva de la boda, y que no había cobrado por el posado previo al gran día (Esta sesión se hizo en una ceremonia íntima y privada en la que se juraron los votos). Un aspecto que dejó mosca a muchos medios de comunicación. Por eso mismo, quiso calmar los ánimos, pero le terminó saliendo el tiro por la culata.
Más que nada porque la ceremonia pintaba ser muy interesante. Aunque si bien es cierto que los novios ya habían contraído matrimonio por lo civil y en la intimidad en Marbella, este evento iba a tener, previsiblemente, a la estrella del futbol, Diego Armando Maradona, como padrino de la novia. No obstante, al final no pudo ir porque le coincidió con un partido.
Además, este evento eclesiástico estaba en todos los programas del corazón porque una semana después de la boda por lo civil, se había casado otra de las folclóricas más famosas del los noventa, Isabel Pantoja, que se había unido al torero Perquirí en una ceremonia celebrada en Sevilla a la que asistieron 1.200 invitados. Con respecto a este tema, Lolita siempre negó que esta hubiera sido una vendetta de La Faraona, pero en ese momento el ánimo estaba caldeado, sobre todo después de que tan sólo un año antes, la hija de la cantante de A tu vera hubiera conocido al padre de Kiko Rivera.
Sin embargo, la polémica se centraba en la madrina de bautismo de la hermana de Rosario, Paquita Rico, que tenía roces con el clan Flores por su amistad con la intérprete de Marinero de luces. Unas pruebas que demuestran lo caldeado que estaba el ambiente, y que vaticinaban lo que estaba a punto de suceder.
Lo que no se esperaba Lola Flores
>Fue la mañana del 25 de agosto cuando turistas y lugareños, provistos de todos lo necesario para irse directos a la playa, se plantaron una hora antes de la ceremonia delante de la iglesia con tanto ímpetu que obligaron al cura a cancelar el funeral. Si es que no cabe duda que si este suceso fuera una película se llamaría Dos bodas y un funeral. Se colapsaron varios kilómetros a la redonda.
Claro, imaginaros el momento, Lolita entrando al templo de la mano de su padrino sustituto, Manuel Benítez, El Cordobés, escoltada por policías, que también pagaron las consecuencias de la desafortunada invitación. Especialmente uno de ello que terminó descompuesto y con lo pantalones bajados. Mientras tanto Carmina Ordoñez perdía una cadena entre los invitados. ¡Todo un espectáculo para la benemérita!
Finalmente, todos los allegados consiguieron entrar a la iglesia y La Faraona, haciendo gala de la impulsividad y la personalidad que la caracterizaba, terminó entrando en cólera, al mismo tiempo que su marido, El Pescaílla no paraba de decir, «¡Qué vergüenza!». Una situación ante la que la intérprete de Limosna de amores, no se le ocurrió mejor idea que dirigirse a su público: «Mi hija no se puede casar. Así que si me queréis a mí, marcharse. ¡Si me queréis algo, irse!», y continuó vociferando porque, como os podréis imaginar le hicieron caso omiso, «no se puede casar porque ustedes tienen la culpa».
Finalmente, el cura terminó cortando por lo sano y casó a los jóvenes novios en la sacristía de la iglesia en una brevísima ceremonia de 3 minutos que solamente tuvo por testigo a los padres de los novios y sus respectivos padrinos a la ocho de la tarde. Y claro, como no podía ser de otra manera, tuvieron que salir por el lateral del templo a escondidas, tras romper el candado de una cancela, a través de un patio interior. ¡La boda más cómica de la historia de España!