«Este es el verano más frío del resto de tu vida», este es el mensaje que aparecía en las redes sociales, concretamente en el Instagram, de la actriz Sara Sálamo. Un bombazo social y muy mediático, y es que lo que no se esperaba es que se convirtiera en su peor pesadilla, porque lo que sus seguidores no entienden es que presuma de viajar en jet privados, mientras es una abanderada de ciertos mensajes sobre ecología y sostenibilidad. No resulta coherente.
Por eso mismo, y ante las llamadas de atención que ha recibido, la actriz de La que se avecina se ha defendido usando los mensajes de odio que ha recibido por este asunto para justificar su falta de coherencia entre lo que hace y lo que piensa. Si bien, este argumento sí podría haber tenido cierta validez en el caso de que, queridos cotillas, tuviera algo que ver con lo que ha hecho. Os lo explicamos en este artículo.
El problema de Sara Sálamo es que no fue coherente
>Para poder entender bien la polémica vamos a ir paso a paso. El conflicto comenzó cuando la artista subió una imagen en su Instagram en un avión privado. Él que se puede ver en la parte superior de estas líneas y que se llama Pilatus PC-12 NGX. Pero para que os hagáis una idea del impacto medioambiental que tiene usarlo para viajar primero vamos a fijarnos en el combustible que consume, que son 55 galones por hora.
Pero antes de sacar una conclusión precipitada vamos a comprobar cuánto combustible gasta una aeronave comercial, algo que se calcula atendiendo al rodaje hacia la pista el despegue, y vuelo hasta la altitud de crucero, el vuelo, el aterrizaje y el rodaje hasta el hangar. Sin embargo, y si atendemos a cálculos generales un Boeing 747 o Jumbo, que es de pasajeros utiliza 1 galón de combustible (unos 4 litros) cada segundo, aproximadamente.
Un cálculo que en un primer momento nos daría a entender que el avión que utiliza la actriz de Brigada Costa del Sol tiene menos impacto en la huella de carbono (y en consecuencia en el efecto invernadero), no obstante todavía no nos hemos planteado el dato más importante: su Pilatus PC-12 NGX tiene una capacidad de 9 pasajeros, mientras que el Boeing 747 o Jumbo tiene puede trasportar a 416 personas en tres clases, 524 en dos y 660 en configuración de alta densidad.
Por eso mismo en Cotilleo.es nos preguntamos: ¿os imagináis que 660 pasajeros viajaran única y exclusivamente el jet privado Pilatus PC-12 NGX? Pues bien, este aspecto no lo tuvo en cuenta Sara Sálamo, que alrededor de un mes después compartió otra imagen en que se puede leer le mensaje, «este es el verano más frío del resto de vuestra vida». Una denuncia que pone en evidencia la falta de coherencia que demuestra entre lo que dice y lo que hace. Algo que no hubiese sido un problema si no fuese una figura pública que tiene un impacto directo en sus seguidores y, por supuesto, si no la hubiésemos pillado.
Una tesitura complicada que la ha obligado a tener que dar las explicaciones que ha tenido que dar y que, como ella misma ha señalado, no querría haber dado.
La justificación de Sara Sálamo
> Han sido tantos las críticas que ha recibido por esto, que no la ha quedado más remedio que explicarse: «No formo parte de la industria cárnica, no fumo, no utilizo aerosoles, reciclo y hago buen uso del agua. En el día a día trato de ser respetuosa con todo. Pero sí, un par de veces en mi vida he ido en yate».
Además, la artista ha hecho referencia a la polémica del avión privado echando balones fuera: «Tú que te sientes con el derecho a insultar, vejar, humillar a otro ¿Cuántos gestos haces a diario por cuidar el planeta? ¿No viajas en avión privado, pero te consideras mejor porque sólo haces daño a la salud mental de otros y no al Ártico?. A esto ha añadido, «no soy perfecta, pero tampoco siento que la responsabilidad del cambio climático sea únicamente por mis vacaciones. No soy activista del medioambiente, ni divulgadora del tema, ni la presidenta del país, ni me pongo la etiqueta de ecologista. Así que no entiendo bien por qué debo ser siempre la imagen de lo impoluto, o la diana de todo un odio desmesurado. Ni siento el por qué tengo que estar justificándome continuamente.».
«Únicamente compartí una imagen, que señalaba que hemos vivido el verano más frío de los que están por venir y mi texto decía que debíamos tenerlo en cuenta. Yo incluida», comenta, «así que disculpadme, si me sorprende que esté habiendo guerras o cosas serias como para que tantos miles de personas se focalicen en sí he compartido esa imagen o no, y soy la persona más coherente e impoluta del mundo, o no…«.
Unas declaraciones con las que señala que sigue sin justificar, «la violencia, el odio, las faltas de respeto y la ira de muchos energúmenos y energúmenas». Una teoría que podría ser válida por sí misma, pero no como argumento para sostener su falta de coherencia porque son dos cosas totalmente diferentes: que te sientas vejada porque tus críticos no sean respetuosos cuando te expresan lo que piensan (algo con lo que tendrías que contar porque eres una figura pública que ejerce una influencia directa en sus seguidores), no justifica que tus ideas sobre ecología y sostenibilidad no sean coherentes con acciones como viajar en un jet privado pudiendo ir en un avión comercial.