Hace unas semanas la Reina Isabel II aprovechaba el mensaje que enviaba por su 70 aniversario de su reinado para lanzar un deseo sobre la duquesa de Cornualles, Camilla Parker-Bowles, que sea considerada reina consorte una vez el Príncipe Carlos le suceda en el trono: «Es mi sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camilla sea conocida como reina consorte mientras continúa con su leal servicio».
Además, la Reina Isabel ha añadido: «Y, cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camilla el mismo apoyo que me has dado a mí». De esta manera, la reina ha abordado directamente la cuestión no resuelta del futuro título de la duquesa de Cornualles, lo que ha «conmovido y honrado» al príncipe de Gales y a su esposa, según ha asegurado un portavoz de Clarence House a la cadena BBC… pero, ¿por qué Camilla no es ‘Princesa de Gales’ todavía?
En 2005, el Príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles se daban el ‘Sí, quiero’ y hacían saber a todos sus seguidores y ciudadanos que cuando él ascendiera al trono, ella no recibiría el título de reina consorte, pero sí el de ‘princesa consorte’. El motivo no fue otro que el de aquellos que se posicionaban en contra de este matrimonio por ser de todos conocidos que su amor no cesó durante el matrimonio con Diana de Gales y por el respeto que se tenía que guardar a la ya fallecida.
Aunque se casaron en 2005, el Príncipe Guillermo no cesó su relación sentimental con Camilla durante su matrimonio con Lady Di, lo que hizo de la princesa una mujer con la que el pueblo empatizaba por la soledad que desprendía su mirada, su tristeza y las humillaciones de las fue objeto.
Por eso, en vez de ser conocida como ‘Princesa de Gales’, título del que fue embajadora hasta después de su divorcio, Diana, la esposa del Príncipe Carlos tiene el título de ‘Condesa de Cornualles. Ahora, su suerte ha cambiado porque la Reina Isabel II ha hecho público el deseo de que sí sea reina consorte, tal vez porque considera que ya ha pasado el tiempo oportuno para ganarse el respeto de esos ciudadanos que mostraron su desagrado hace más de quince años.