El escándalo saltó a última hora de la tarde cuando Alba Carrillo, enfadada por los desafortunados comentarios de Mila Ximénez, decidía dar la réplica a través del teléfono. La tensión abocó a la modelo a un pozo de errores que, aparentemente justificados, provocaron una reacción exagerada en la colaboradora de Sálvame. Excesiva tensión y falta de contención que acabó enmarañando un ambiente que fue mucho más difícil cuando los focos se apagaron.
La tensión acabó pasándole factura y, al terminar su intervención telefónica en Sálvame, Alba no pudo soportar tanto dolor y acabó derrumbada a los pies de su madre que le ayudó a parar el golpe
Alba sufrió una fortísima crisis de ansiedad al colgar el teléfono. Lloraba sin consuelo, angustiada y desesperada. Mascaba el dolor entre unas lágrimas que le cortaban la respiración. Apenas era capaz de hablar. Arrodillada y descompuesta, su madre intentó darle el consuelo que necesitaba. Pero el corazón de Alba latía de forma desmedida. No sólo porque sabía que había cometido una imprudencia al intervenir telefónicamente con semejante efusividad, sino porque era plenamente consciente de que su corazón, tristemente ajado, le hace tener comportamientos ciertamente equívocos. Pero también Alba es madre y se desgarra cuando tiene que dibujar sonrisas y secarse las lágrimas. Pero también Alba es hija y siente que su madre se ha convertido en protagonista muy a su pesar.
Pero no puede más. Pretender disimular que las traiciones con las que le han apuñalado, es imposible. Feliciano ha apagado su burbujeante juventud, sus grandes sueños, sus pasiones ocultas. Y ella se revuelve ante el dolor utilizando su repercusión mediática para proyectar en Feliciano su enfado y rencor. Indirectas -más bien directas- que conocemos bien todos aquellos que hemos sufrido por amor y que hemos encontrado en las palabras el camino hacia la recuperación.