Este miércoles se ha emitido, dos meses después de su estreno, el final de la docuserie de Rocío Carrasco, Rocío, contar la verdad para seguir viva, un episodio en el que la gran protagonista del momento volvió a poner en el ojo del huracán sobre su hija, confesando que no se había creído sus lágrimas ni su preocupación por su estado de salud durante su participación en Supervivientes en 2020, tras el inicio de la pandemia del Covid. Muy dura, la hija de Rocío Jurado se preguntaba cómo, tras ocho años sin relación, volvía a ser la madre de Ro en Honduras cuando en España la joven no dudaba en afirmar que su madre era Olga Moreno. Convencida de que su relación con sus hijos no tiene solución a corto ni medio plazo, y que los ha perdido para siempre, la empresaria dejaba nuevamente a Rocío como la gran señalada, al asegurar que no era la niña buena y maravillosa que nos había hecho creer hasta el momento.
Unas declaraciones durísimas de las que horas antes de la emisión del capítulo Rocío Flores conocía en buena parte – por los fragmentos que se emitieron en los últimos días – pero sobre las que prefería no pronunciarse, confesando una vez más la que se ha convertido en su frase preferida desde que su madre rompió su silencio: «No tengo nada que decir».
Harta después de que Belén Esteban y otros colaboradores hayan asegurado que ha llamado a Mediaset llorando para negar algunas de las declaraciones de su madre, como la paliza que presuntamente le dio en julio de 2012, Ro ha estallado y, con muy mala cara ha asegurado que «no tengo nada que decir. ¡Estoy ya hasta arriba!».
Dejando en el aire si algún día dará su versión sobre su relación con su madre y cómo Fidel Albiac se comportaba con su hermano David, la colaboradora de El programa de Ana Rosa prefiere no desvelar cómo está ‘su enano’ tras su declaración ante la jueza hace casi una semana: «Yo os entiendo, de verdad, y os respeto, pero es que prefiero no comentar nada de verdad. Ya estoy hasta aquí así que por favor…».