En el magnífico porche de su jardín, a la sombra de un grandioso castaño, Isabel Preysler ha organizado para algunos de sus más mediáticos amigos un ‘cotarro’ de aúpa y sólo apto para VIP. Peonías y hortensias en cada rincón y en los centros de mesa, coloridas vajillas mezcladas con el mejor gusto, frutas de verano que le daban el toque exótico, tartas originales coronadas por frutos rojos, mezcla de dulces y salados, música que te transportaba a una puesta de sol en Ibiza y, ¡atención!, al fondo, rodeada de una preciosa pradera, su nueva piscina: ¡Azul, infinita y tentadora en estas tardes de calor!
Y es que, como perfecta anfitriona, Isabel fue recibiendo uno a uno a sus invitados, entre los que se encontraban su amiga del alma, Carmen Martínez Bordiú, la modelo Nieves Álvarez, la actriz Amaia Salamanca, la directiva de Porcelanosa María Colonques y el gran descubrimiento del año, Pepe Barroso Jr., hijo del gran empresario de Don Algodón, quienes contaron a la revista ‘¡HOLA!’ sus nuevos proyectos.
En este ambiente desenfadado y chic, Preysler, por fin revela algo que toda la prensa rosa estábamos esperando, afirmado que, efectivamente y por ahora, está dando claras largas a esa futura boda con Mario Vargas Llosa. «No hay ninguna necesidad de casarnos porque estamos muy bien como estamos y no quiero estropearlo. No pienso que un papel pueda hacer que nuestra relación se vuelva más sólida. Estoy encantada en esta situación y no quiero que cambie nada», confesaba Isabel a la vez que añadía: «La verdad es que me he pasado toda la vida casada… No sabes la ilsuión que me hace tener novio, aunque reconozco que es un poquito rídiculo a mi edad«.
Unas palabras que no sabemos cómo de bien le habrán sentado al novio, Vargas Llosa, quien por cierto, no estuvo presente en la citada velada de amigos. ¿Hay que leer entre líneas que hay una posible crisis en la pareja?
Precisamente en esta última aparición de La Preysler, se comentó que había sufrido un evidente retoque estético. Nosotros tenemos la prueba, no solo del último truco de la filipina sino que hemos analizado su cara a lo largo de los últimos años… ¡Sigue leyendo!
Isabel Preysler: Hay pocas cosas en esta vida contra las que uno no puede luchar. Una de ellas es el irremediable paso del tiempo. Un concepto clásico que ha sido motivo de inspiración y lira para muchos autores de la literatura y la poesía a lo largo de toda la historia.
Los avances tecnológicos en concepto de medicina y cirugía estética han evolucionado de forma abismal en los últimos 40 años, y para muchas celebrities, sin lugar a dudas, es su mejor aliado. Hay haremos un repaso y un análisis a la estructura ósea del rostro de Isabel Preysler cuya base es innegablemente maravillosa pero que, de forma evidente, está más que tocada y retocada por manos cirujanas expertas. ¡Atención a las siguientes fotografías porque alucinarás!
El 29 de enero de 1971, Isabel Preysler contrajo matrimonio con el cantante Julio Iglesias. Toda la alta sociedad española y del ámbito internacional se trasladó hasta Illescas, Toledo, para celebrar el enlace y la unión de la pareja de moda en la década de los 70. Como podemos observar en la fotografía, Preysler, que se casó a la temprana edad de 19 años, era muy bella de cara y con algunas facciones marcadas.
No obstante, no dejaba de tener un rostro bastante redondito, algo que con el paso del tiempo y algunos trucos, Isabel resolvió de forma tajante para marcar mucho más mandíbula y pómulo. Te seguimos contando en siguientes páginas.
El matrimonio Iglesias-Preysler hizo aguas desde el primer día. Según la periodista Pilar Eyre, Julio Iglesias le era infiel «desde el mismo viaje de novios. Y encima, como todos los infieles, era un celoso enfermizo. Él también se engañó porque creía que Isabel era un chica sumisa, oriental, que sería la mujer ideal de todo artista, que aguantaria todos lo embates de la vida pública. Y se encontró con una mujer que era fuerte y compleja. En esta pareja el simple es Julio y la compleja es Isabel«.
Desde aquel entonces, además, Isabel adquirió una relevancia pública brutal. Vivía (y vive) de su imagen y su aliado no era otro que la revista ‘¡HOLA!’, lo que en su casa llaman ‘el álbum de fotos familiar’ y su rostro empezaba a lucir con una forma mucho más triangular y limada en la zona de la mandíbula.
De su matrimonio con Julio Iglesias, Isabel Preysler tuvo tres hijos: Julio José, Enrique y Chabeli. En aquel momento ya se hablaba de que la Preysler, justo después de tener a sus hijos pasaba por boxes para que el embarazo no hiciera estragos en su cuerpo, sin embargo, ella sostiene que lo suyo es pura genética, además de mucha agua y dormir ocho horas al día.
Isabel Preysler, además, luego tuvo dos hijas más: Tamara Falcó Preysler, fruto de su matrimonio con el marqués de Griñón Carlos Falcó y Ana Boyer, la benjamina, un retoño que nació tras su enlace con el ex ministro socialista Miguel Boyer.
Isabel Preysler nunca ha dejado de ser un personaje ‘boom’. Los 70 y los 80 fueron suyos pero los 90 marcaron un punto de inflexión en su vida. Ligada siempre a grandes firmas internacionales, la Preysler hizo un anuncio que se recordará toda la vida, el de los bombones Ferrero Rocher: «Las fiestas en casa de Isabel son famosas por el buen gusto de la dueña».
En el anuncio la llaman «Isabel» como si en España no tuviésemos ninguna otra. En aquel momento no había otra Isabel y que nos disculpe la Pantoja. En el anuncio podemos observar como la nariz de la Preysler ya tiene un toque en la punta que antes, cuando era algo más joven, no lucía. Retoque rinoplástico.
A las pruebas nos remitimos. El paso del tiempo no perdona y la ley de la gravedad llega para todos como una tormenta de verano, es decir, cuando menos te la esperas.
En la imagen podemos observar cómo Isabel Preysler se ha retirado las bolas de bichat, que son unos pequeños cúmulos de grasa que se acumulan en las mejillas y que al ser extraídos permite un adelgazamiento del área de las mejillas, perfilando la cara y acentuando los pómulos.
Además, por supuesto, de tratamientos de vitaminas y botox que van en forma de pinchazo y la famosa rinoplastia de la que hemos hablado antes.
Evidentemente que ninguna de las dos fotos forma parte de la verdadera realidad. Bueno, la de la derecha es más real que la de la izquierda. Isabel Preysler, sin gota de maquillaje, con la cara lavada y luciendo su verdadero rostro acorde a su edad. En la izquierda, tan solo unos días antes, portada de la revista, ¡HOLA!. ¿No es alucinante?
Isabel Preysler ha contado en infinidad de ocasiones sus trucos de belleza, incluso creó una crema, «My cream», ya que todo el mundo quería lucir su rostro pero solo existe una Isabel Preysler, y de momento, no está clonada.
Efectivamente, tal y como mostraba la revista «¡Qué me dices!» hace algún tiempo el algodón no engaña, ni tampoco se puede evitar el paso del tiempo o la caída de la piel debido a la disminución de la segregación de células con el poder propio de la juventud.
Todo lo que toca lo convierte en oro: sus publicaciones en ‘¡HOLA!’ se venden como churros, ídem con sus cremas, su batido verde antioxidante (2 tallos de brócoli, 2 hojas de col rizada, una taza de espinacas, unas rodajas de calabacín, unas rodajas de pepino, unas rodajas de pimiento verde, zumo de lima, un manzana verde, media taza de agua) fue todo una revolución, pero aún así, Isabel tiene que pasar por manos expertas en medicina y cirugía estética para conseguir el brillo, la luz y la tersura de la piel que luce en sus eventos.
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa van camino de los dos años de relación. El romance sorpresa, que aún resuena con fuerza, trajo consigo el resurgir público de la socialité ya que durante casi un año ha estado apartada del foco mediático debido a la muerte de su marido, Miguel Boyer.
Sus apariciones junto a Vargas Llosa son constantes, no solo en España sino en otros lugares, como la foto que adjuntamos de un evento al que acompañó al Premio Nobel en Nueva York. El rostro de Isabel luce terso, tirante, y es evidente que en su estancia americana, la Preysler pasó por boxes para darse el último pinchazo en la frente y los pómulos.
Isabel Preysler ha pasado un invierno en el que no se ha escondido en lo absoluto. La maestranza de Sevilla, Loewe, Vanity Fair y un sinfín de eventos donde la filipina ha acudido en los últimos meses acompañada de su pareja, el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa.
El pasado miércoles 14 de junio, Isabel hacía, por fin, su reaparición, tras casi dos meses apartada del foco mediático, en un evento de Porcelanosa, empresa de la que es embajadora hace muchos años y con la que ha viajado a lugares como Nueva York o el mismísimo Buckingham Palace junto a la Familia Real Inglesa.
Más joven que nunca, la Preysler esquivó las preguntas relativas a su rejuvenecido rosto o a si su ausencia temporal se ha debido a pasar por quirófano para mejorar, aún más, su rostro y aunque no entró al trapo, se nota que Isabel se ha hecho algo, un arreglo del que estamos absolutamente a favor. La cirugía es nuestra amiga y está ahí para usarla.