El martes Rosa Benito y Carmen Borrego se negaron a acudir a debatir en ‘Supervivientes: Tierra de nadie’ porque se estrenaba como contertulia Mila Ximénez. La ex de Manolo Satanana mantiene una guerra abierta contra su ex compañera y otra con la hija de María Teresa Campos, a la que acusa de tener un doble discurso respecto al novio de su madre.
Pero Mila no solo tiene problemas con tertulianas de Telecinco, sino que tiene una fría relación con cuatro de las estrellas de Mediaset, todas ellas presentadoras.
Con María Teresa Campos mantiene un famoso pique desde hace meses por la pésima opinión que tiene Mila sobre Bigote Arrocet: «Me perturba él, entero. Todo, verle, oírle, es poco empático, no sé qué me pasa con él. Si hay algún culpable de lo que sucede (a la presentadora), es la persona que vive con ella, yo sé elegir mi entorno. La influencia de Bigote es muy negativa, la hará reír, pero en la vida no puedes pagar tan cara una risa». Esta semana ha tildado al chileno de «jeta, que no fríe ni el huevo», por lo cual su reconciliación plena con la malagueña parece que tardará en llegar.
Tampoco tiene feeling con Sandra Barneda, a la que este lunes afeó la expulsión de Leticia Sabater recordando en ‘Sálvame’ lo mal que le trató su novia, Nagore Robles, en ‘Supervivientes’: «Encima. A mí me faltó el respeto su pareja durante todo el concurso y no dije ni mu». Peor incluso se lleva con Mercedes Milá, a la que replicó por sus dardos en ‘Sábado Deluxe’: «Como no me gusta hablar de oídas, me meto en la página web y la veo vestida de Peter Pan y dándome estopa. Pensé que me iba a cabrear mucho, pero lo cierto es que me produjo un sentimiento nada cercano a eso. Reconozco que me cuesta seguirla. Algunos tonos de voz me producen pistoletazos de alfileres en los oídos. Pensé que iba a estar tan aguda como su espectro audible, pero no. Los argumentos que utilizaba para el ataque denunciaban a una polemista a la baja. Y es una pena. Me habría encantado más brillantez en sus alegatos. Dice que le resulto desagradable y que por eso no me ve. Y me hago una pregunta. Si no me ve, ¿cómo me puede definir con tanta pasión? En eso nos diferenciamos. Yo ni la veo ni la sigo. Así que juego en desventaja».
Y añadió: «No puedo evitar su presencia cuando entra en el programa para publicitar alguno que ella empieza. Y siempre acaba clavando las uñas a alguien. La Sra. Milá siempre habla de la felicidad ajena y viéndola tampoco es que me transporte a un carrusel de alegría. Dice que no nos parecemos, porque yo soy de Marbella y ella, de Menorca. Ahí me quedó petrificada. ¡Qué perfección de defensa! Entre otras cosas porque soy de Sevilla ¡y olé! De dónde es ella, lo ignoro. Pero las diferencias entre nosotras son más notables. Yo siento admiración por la gente que sabe salir por la puerta grande de cualquier coso. No sufro con los éxitos de mis compañeros porque me beneficio de ello. Intento ser educada cuando me invitan a casa ajena y no me sueno la nariz en las cortinas. Intento seguir mi escala profesional, subiendo peldaños. El día que me quiten la escalera, me marcharé con la dignidad de que sea capaz. No pido más respeto del que soy capaz de ganarme. Y por último: soy incapaz de felicitar a nadie comiéndome el veneno de la rabia».
Tampoco son demasiado cordiales sus relaciones con Paz Padilla, con la que Mila ha protagonizado broncas de aúpa.
No es la primera vez que Paz Padilla se ve envuelta en un conflicto de estas características. Quizá no es tanto un conflicto como la consecuencia de una causa. La gaditana, a pesar de llevar el mismo tiempo que Jorge Javier al frente de Sálvame, no ha conseguido ganarse al cien por cien el cariño, y sobre todo, la confianza de sus compañeros. Jorge ejerce de dueño del cortijo pero les entrega bocanadas de aire fresco y un hombro donde apoyarse cuando los contertulios sufren los balazos de quienes por allí se lucen. Paz está acostumbrada a otra cosa. Ella es show.
Una mujer de escenarios que cuando las luces se encienden actúa y cuando se apagan, desconecta. Por eso no es capaz de mimetizar y empatizar con unos compañeros que se dejan la piel en plató y se llevan los conflictos a casa. Cuentan que están realmente cansados de que la humorista recuerde constantemente que ella es quien allí tiene el cetro.
La noticia no era otra que la de Kiko Rivera intentando alcanzar a caramelazos al rey Melchor de la cabalgata de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) el pasado 5 de enero. Irene Rosales, esposa del DJ, hizo una crítica en Facebook cargada de faltas ortográficas. Una en concreto fue la que hizo saltar a la presentadora. Irene escribió “Mercho” en lugar de “Melchor”, un error nada común entre la gente de Andalucía pues aunque la mayoría pronuncien “merchó”, por una cuestión dialéctica, el escribirlo de manera errónea no tiene justificación.
Kiko Hernández y Mila se mofaron profundamente de esta errata y Paz Padilla salió por peteneras: “¡Estoy harta de que os riáis del acento andaluz! ¡Basta ya! Lo habéis dicho 5 veces: ‘merchó, merchó, merchó’, yo también soy andaluza y estoy cansada de que os riáis de eso”. Lo cierto es que nada tiene que ver el tener acento andaluz con tener faltas de ortografía pero Mila, en un intento de explicárselo a la presentadora, se vio atrapada en una serie de interrupciones que hizo que acabase abandonando el plató no sin antes tachar a Paz de “inculta” y de que hacía apología del analfabetismo. Como explicábamos a priori, los focos se apagan y Paz desconecta. Sin embargo, Mila, parte activa del show Sálvame, se lleva los temas a casa y desde su Twitter publicó esto:
Estoy harta de que Andalucia, represente el chiste y la sevillana. Somos mucho mas!!!
— Mila Ximénez (@milaximenez) January 11, 2017