El culebrón entre María Teresa Campos y Bigote Arrocet y el regreso de Jorge Javier Vázquez le han venido a las mil maravillas a Paz Padilla. La gaditana, harta de estar en la diana de Mila Ximénez, respira tranquila al comprobar cómo la ex de Manolo Santana ha cambiado de objetivo: ahora su enemiga pública número uno es Carmen Borrego. Pero de vez en cuando las rencillas entre Paz y Mila ven la luz. Ayer, por ejemplo, Paz se congració en los minutos finales de ‘Sálvame’ sobre el buen funcionamiento de su restaurante. Recuerden que solo cinco días después de la inauguración Padilla cerraba por sorpresa el negocio, aunque en las redes sociales lo puntualizó: «Me ha llamado la encargada de los Tunantes porque tenemos que cerrar mañana. Nos hemos quedado sin existencias. ¡Os lo habéis comido todo! ¡Ha sido todo un éxito!».
Este discurso lo repitió ayer en su programa mientras aprovechaba la promoción gratuita para invitar a todos sus compañeros. «Al restaurante para promocionarlo nos invitas, pero a tu boda no«. Recuerden que cuando la gaditana se casó la mayoría de sus compañeros se enteraron por la prensa, pero Paz contextualizó la invitación: «A Belén se lo he dicho y todos lo saben: yo no necesitaría más publicidad. Es cierto que yo aprendí cosas de la boda». Es decir, que la cómica asume su error y admite que ahora lo haría diferente si se volviera a casar, ya que se quitó de la cabeza invitar a sus compañeros para buscar una intimidad que no encontró por una razón…se enteró todo el mundo de todas las formas.
Sea como fuere, Paz se le ve ahora más cómoda pero aun así, tal y como desveló a ‘Diez Minutos’, ella cree que podría llegar a más en la profesión: «Creo que no he llegado a la cima. Yo he tenido épocas muy buenas, pero nunca he sido consciente de que estaba teniendo una buena época, porque como siempre pienso que esto se puede acabar… Lo que quiero es aprovechar el momento, aprender, disfrutar y ser consciente de que mañana a lo mejor no estoy aquí (…) Sé que soy feliz y que lo tengo todo. Ahora mismo tengo una vida estable y tranquila a nivel emocional, con mi niña… Pero la gente no me va diciendo por ahí: ‘¡Eres Top Ten!’.
Pero hace pocos meses Jesús Mariñas le atribuía unas palabras contra sus compañeros por una supuesta persecución: «De entrada, no es que me lleve mal o no me entienda con el equipo. Sólo son mis compañeros de trabajo. Ni salimos juntos ni vamos a cenar. Siempre he mantenido ese distanciamiento, el mismo con el que hace 20 años decidí no conceder entrevistas. Por eso me dolieron las fotos que me robaron. Se dónde estoy y conozco a los colaboradores en lo bueno y en lo malo. Son muy distintos y eso es otro acierto del programa. Lidio como puedo».
Estas son las DIEZ RAZONES por las que los colaboradores de ‘Sálvame’ odian a Paz Padilla… Sigue leyendo
Paz Padilla es humorista pero, en ocasiones, carece de sentido del humor. Tiene una salidas de pata de banco. Le falta empatía y azuza sin piedad. Lo suyo no es presentar. A veces duelen los oídos de las patadas que le pega al diccionario. Su relación con Sálvame es de amor-odio. Varias veces ha estado a punto de abandonar el buque insignia de las tardes de Telecinco pero la cúpula la ha frenado. Son numerosas las broncas en directo que ha tenido con los colaboradores. La realidad es que la mayoría prefiere a Jorge Javier o a Carlota antes que a ella. Y qué decir de su aversión a la prensa del corazón trabajando ella donde lo hace. ¿Eres fan de la humorista? ¿Te encanta su manera de ser? Pues sigue leyendo nuestras diez razones para odiarla y cuando llegues al final habrás cambiado de opinión.
Paz Padilla es pura contradicción. Son varias las ocasiones en que ha arremetido duramente contra la prensa del corazón. Revistas, fotógrafos, reporteros y cámaras han sido objeto de su ira. Ante esto, nos preguntamos si la humorista es consciente de dónde trabaja. Hasta donde sabemos, Sálvame se nutre de contenidos de la prensa del corazón. Pero, no, ella que nones. Y cómo se pone cuando es la protagonista de la noticia. Virgen Santa del Calmante Bendito, hay que escuchar sus peroratas cuando eso sucede. Que si no respetan su intimidad, que si la acosan, que por qué tienen que hacerle fotos y seguirla… Un suma y sigue de despropósitos que hacen ver muy a las claras que la humorista no tiene conciencia de su fama y de lo que la misma conlleva. Paz, por favor, ubícate.
Durante el juicio de la pieza separada de la Operación Malaya en que se juzgaba a Isabel Pantoja, Paz se despachó a gusto contra la tonadillera. Le dijo de todo. Que si no había derecho a que se hubiera aprovechado de dinero público, que si tal, que si cual… La verdad es que entonces su discurso era coherente. Sin embargo, cuando su marido, Juan Vidal, fue imputado en la causa contra los jefes del Servicio Andaluz de Empleo por los cursos de formación pagados con fondos públicos, oh, cielos, enmudeció. Ni una sola palabra salió de su boca para reprobar el comportamiento de su chico, ni en plató, ni en la calle. Por cierto, que huía como alma que lleva al diablo cuando veía a un reportero asfáltico. Pero tal como ella pregona, ¿no hubiera sido mejor pararse y contestar? Pues ya ven que no porque Paz es la ley del embudo, lo ancho para mí y lo estrecho para ti.
Paz puede ubicarse en el grupo de personas que de simpáticas, se pasan. Completamente innecesarios los malos ratos que le hacía pasar a Yurena cuando iba a cantar a Sálvame. Se reía de ella, le impedía realizar su trabajo… En fin, mofa en toda regla. Y es que las bromas de paz son bastante pesadas. Al hecho de que la interrumpiese mientras la intérprete de Around The World intentaba llevar a cabo su riguroso playback, hay que añadir que la técnica para pedirle disculpas también sobrepasó los límites del «buen humor»: la agarró con todas sus fuerzas y no dejó de besarla en la cara, cabeza, moño y todo lugar donde podía. Besos y más besos. Y Yurena sin saber cómo salir de aquello. Pero las bromas no quedan ahí, una tarde, cogió una botella de agua y se dedicó a mojar a algunos de los colaboradores. Por supuesto, se pillaron un buen cabreo y algunos le dedicaron calificativos nada agradables.
El día de los Santos Inocentes, la humorista posteó una foto donde su rostro aparecía magullado con la siguiente leyenda: “Todo ha quedado en un susto. Quiero dar las gracias a la Unidad de Urgencia del Hospital de la Quirón, he tenido un accidente doméstico con el desatascador del fregadero, me he quemado con sosa cáustica, no me podré maquillar en una semana. Esta tarde no podré hacer el Sálvame”. Lógicamente, sus seguidores en Instagram se preocuparon y empezaron a preguntar qué le había pasado, a lo que ella respondió: “Sé que mis seguidores tenéis sentido del humor y es el día de los inocentes, si alguien se ha asustado le mando muchos besos. Fue algo que me pasó hace unos meses, fue un accidente doméstico. El Photoshop hace milagros”. Ciertamente, una broma de tan mal gusto como la que protagonizó en Sálvame cuando empezó a toser y a expulsar sangre. También esta inocentada fue idea suya. En fin, Paz, a nosotros no nos parece nada gracioso bromear con la salud. Y si a ti sí, háztelo mirar.
Paz no logra cogerle el punto a los colaboradores de Sálvame. O se pasa, o no llega. Esto hace que haya tenido más de un enganche. Hace poco, mientras en el programa se comentaba que la esposa de Kiko Rivera, Irene Rosales, había escrito “Mercho” en vez de “Melchor”, la humorista saltó en tromba y explotó en directo: “¡Estoy harta de que os riáis del acento andaluz! ¡Basta ya! Lo habéis dicho 5 veces: ‘Merchó, Merchó, Merchó’, yo también soy andaluza y estoy cansada de que os riáis de eso”. Lo cierto es que nada tiene que ver el tener acento andaluz con tener faltas de ortografía pero Mila, en un intento de explicárselo a la presentadora, se vio atrapada en una serie de interrupciones que hizo que acabase abandonando el plató no sin antes tachar a Paz de “inculta” y de que hacía apología del analfabetismo. Realmente alucinante que la humorista confunda un error de ortografía con un ataque a los andaluces. Hay que estar más atenta para saber qué se comenta en plató y así no meter la pata, querida Paz Padilla.
La cómica es consciente de que lo suyo no es presentar. De ahí que se pusiera tan nerviosa cuando supo que Carlota Corredera conduciría Sálvame los viernes. Paz se siente insegura y es consciente de sus limitaciones en este terreno. Lo cierto es que tiene miedo de que Carlota le haga sombra. Es por eso que una tarde soltó que “Sálvame funciona esté quien esté”. Debería pensar que hay espectadores que rechazan su manera de expresarse y de conducir el programa. Y para muestra, un botón, lo que se comenta sobre su hacer como presentadora en redes sociales. La verdad es que algunos la ponen pringando. Y si ya resulta inexplicable que la gaditana esté al frente de Sálvame, más incomprensible resulta que sea la escogida para presentar el programa de Nochebuena de Telecinco. ¿Pero es necesario esto? ¡Por favor, no nos machaquen así! ¡Tengan piedad de nosotros!
Si hay una colaboradora a la que Paz saca de sus casillas es a Belén Esteban. Y es que la humorista, a la hora de hacer hablar a los contertulios, insiste e insiste. Da igual si se reservan su derecho a opinar, ella no para de pincharles. Hace gracia que se escude en que ese es su trabajo. Y sí, tiene razón, pero también es verdad que debería tener más mano izquierda. Le falta tacto. El caso es que a la rubia la pone al borde de un ataque de nervios. Más de una vez se ha ido de plató porque no aguantaba más los envites de la dueña del cortijo. En otras ocasiones, ya completamente agobiada ante la presión de Padilla, se ha girado al director para decirle: “Raúl, que me enfado”.
Paz Padilla se ha convertido en la digna sucesora de Mariló Montero en redes sociales. La humorista ha protagonizado sonados trending topics en Twitter a raíz de sus controvertidas declaraciones. Hace algún tiempo, Paz expresó que había estado en Nairobi con los masais y que la habían tratado fenomenal. Posteriormente, explicó que “Mi muchacha (asistenta) es de Kenia y la verdad es que la quiero muchísimo. Yo le digo mi negra pero la quiero muchísimo. Me han sorprendido mucho los negros porque son súper trabajadores, súper honestos y muy cariñosos. Yo nunca había tenido relaciones con negros y me han sorprendido”. Así no, Paz. No nos gusta nada cuando te pones en plan Lo que el viento se llevó.
La humorista se equivoca cuando pone tanta distancia y se refiere con frialdad a los colaboradores de Sálvame, tal como le explicó a Jesús Mariñas en La Razón: “No sé qué pasa. De entrada, no es que me lleve mal o no me entienda con el equipo. Sólo son mis compañeros de trabajo. Ni salimos juntos ni vamos a cenar. Siempre he mantenido ese distanciamiento”. ¿Eing? Que dice Paz que solo son sus compañeros de trabajo. Sí, claro, personas con las que comparte más de cuatro horas al día. Por tanto, sería bueno que se molestara un poco en conocerlos mejor para que así no saltaran chispas en plató como ocurre con demasiada frecuencia. No se pueden marcar tantas distancias con quien compartes tanto. A no ser que les considere inferiores y hagas de menos al formato. Quizás, para ella su trabajo en el programa solo tenga un objetivo: el dinero y de ahí las coces que arrea al mundo Sálvame.
Dice Paz Padilla que hace veinte años que decidió no dar entrevistas. Sin embargo, nosotros la recordamos en el extinto ¿Dónde estás corazón? hablando de su faceta personal y laboral. ¿En qué quedamos? La verdad es que esta mujer consigue confundir al personal. Le molestó sobremanera que la imagen de su hija, Anna, fuera captada por las cámaras de los fotógrafos. Sin embargo, no dice nada del vídeo que Anna protagonizó con la bloguera Dulceida y que está colgado en youtube, así como otros vídeos porque la hija de la humorista es blogger. Tampoco se tomó a bien la humorista que su boda, que preparó a conciencia para que no hubieran filtraciones, fuera inmortalizada. En este caso, el problema no era que quisiera que la ceremonia fuera solo para los íntimos, sino proteger a su marido de los comentarios por su condición de imputado en la causa contra los jefes del Servicio Andaluz de Empleo por los cursos de formación pagados con fondos públicos.