El concepto de ‘La Isla de las Tentaciones’ es una perversión en sí mismo, en el que sus participantes no sólo ponen a prueba su amor y confianza; en un formato en el que las cinco parejas participantes son separadas para que convivan en villas de lujo con un grupo de solteros, también se ponen a prueba sus virtudes.
Pero no nos referimos a cualquier virtud, sino a aquellas relacionadas con la facultad de controlar y superar lo que haría al ser humano caer en el pecado o, en este caso, en la tentación.
1Castidad
El fundamento principal del formato de Mediaset es poner a prueba a las cinco parejas de participantes; por ello la castidad es – si se quiere – la primeras de las virtudes que se vulnera ante la lujuria que, por excelencia, representan los solteros y solteras del programa, que con sus encantos pretenden conquistar a los hombres y mujeres que decidieron embarcarse en esta aventura, rumbo a ‘La Isla de las Tentaciones’.
Al inicio del concurso, las parejas son separadas y puestas a pruebas de convivencia continua con los ‘tentadores’ y ‘tentadoras’. Esto aunado a las citas, en las que los solteros harán todo lo posible por tambalear su fuerza de voluntad. Lo vimos en las primeras imágenes promocionales de esta segunda edición del reality.
Una muestra de cuan vulnerables pueden ser algunos concursantes es Tom Brusse, que se ha dejado lamer el cuello en la piscina y posteriormente fue visto tonteando con otra de las solteras.