Ya es un hecho. Cuando más de media España -la de cierta edad, claro- había aprendido a vivir asumiendo las supuestas amantes del Rey Emérito y esa doble vida que tanto lleva ejerciendo, llega Bárbara Rey y lo descoloca todo. Entre la ignorancia y el secreto a voces. Así se existía plácidamente conviviendo con ciertas cosas que todo el mundo sabía. Pero, ahora, esa placidez ha saltado por los aires. Y a nosotros ni nos va ni nos viene, salvo por el morbo y el interés mediático. Pero al emérito… ¡Ay! A don Juan Carlos… Menuda se le viene encima. Ya no va a poder esconderse detrás de esa cortina de humo que había conseguido construir durante muchos años con el beneplácito de trabajadores, espías, amigos cercanos y, en cierta manera, también por parte de doña Sofía.
Lo de Bárbara Rey, y su supuesta implicación con el suegro de doña Letizia, se está empezando a dar a conocer con pelos y señales. Que si el anillo de dos millones que le regaló, el pisito del CNI donde presuntamente se veían o los lugares tan singulares donde, la que fuera mujer de Ángel Cristo, escondía las cámaras.
Una historia con tintes de historieta que no es, ni será, la única. Una vez que se ha comprendido que don Juan Carlos ya no es intocable sólo queda avisarle de lo qué se le viene encima. De hecho, ya ha empezado. Un antiguo empleado del CNI ha amenazado con contar todo lo que sabe sobre la relación de Juan Carlos y Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Preexista como amistad, negocio o un supuesto algo más… Otro secreto a voces.
Los tiempos ya no son los que eran y si le perdonaron lo de cazar elefantes con Corinna, lo que está a punto de llegar, quizás no. Después de destapar lo de zu Sayn-Wittgenstein, podría venir lo de aquella periodista que entrevistó a don Juan Carlos hace años y con la que compartía afición a las motos. O lo de su amistad con Paloma San Basilio o, quizás, lo de la mallorquina Marta Gayá, que se acabó convirtiendo durante años en habitual del grupo de amistades más férreo del padre de Felipe VI en Mallorca.
Ahora ya estamos todos mucho más pendientes de los líos de faldas, sabidos y callados, del abuelo de Leonor y Sofía. Que nos importa más el saber quién grababa, quién fotografiaba y estaba bajo la cama del suegro de doña Letizia que de cuál va a ser la sentencia contra Iñaki Urdangarin por el caso Noos. La estrategia perfecta. Otra bomba de humo ideal que ya hubieran querido muchos para sí.