La familia de Iñaki Urdangarín cumple, a rajatabla, con la consigna ante el peor momento de su vida

Urdangarin

Aunque en el día a día reine la normalidad, lo cierto es que hay una calma tensa que pasa factura en la vida familiar del matrimonio Urdangarín. La consigna es que nada de lo que se diga, ocurra o pase dentro de las paredes, único reducto de seguridad, debe salir de ellas. Y esta máxima familiar implica también a los hijos del matrimonio.

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De un tiempo para acá, tanto Iñaki como su mujer, la Infanta Cristina, cuidan al milímetro, hasta la obsesión, no sin razón, de lo que dicen y a quien lo dicen. Cuidan los correos electrónicos, para que no vuelvan a ser publicados si caen en las manos no deseadas. Vigilan lo que hablan por teléfono, para dificultar que nadie pueda seguir sus pasos, y sólo el entorno más cercano al matrimonio, los más fieles, los que han demostrado que les apoyan en las duras y en las maduras, son los que conocen sus planes, para evitar filtraciones indeseadas, como es cuando viajan a España- con más frecuencia de la que creemos- para reunirse y trazar nuevas estrategias con sus abogados.

LA INFANTA CRISTINA DE BORBON E IÑAKI URDANGARIN CON SUS HIJOS JUAN VALENTIN, PABLO NICOLAS, MIGUEL E IRENE POR LAS CALLES DE GINEBRA 02/09/2013 GINEBRA

A sus recién estrenados 49 años, Iñaki, lo ha celebrado en la más estricta intimidad familiar. Atrás quedan esas fiestas sorpresa en las que una enamorada infanta agasajaba a su marido, y la familia real se mostraba tan unida que hasta la reina doña Letizia acudía y formaba parte activa de la fiesta. En apenas ocho años, la relación es completamente inexistente, y a Iñaki solo le resta esperar que un golpe de timón inesperado ponga fin a la agonía sobre un futuro incierto, porque ya se sabe que en esto de la justicia no hay nada escrito.