Podría decirse que es una de nuestras presentadoras más importantes. Una comunicadora de raza, con soberanía mediática y siempre al pie de la noticia. Sin embargo, también sería correcto escribir que la Campos es toda una institución en el mundo del corazón. Uno de esos personajes que, de forma inagotable, genera la misma información y la misma controversia. Porque a María Teresa Campos solo hay dos formas de vivirla: amándola u odiándola. Despierta de forma idéntica filias y fobias de manera desmedida. Por eso desde esta revista consideramos que la Campos podría ser, perfectamente, la próxima presidenta del país. O, en su defecto, debería ocupar algún cargo de responsabilidad en el gobierno. ¡Queremos a Teresa con las tijeras dispuesta a recortar y la queremos ya!
Es la presentadora más longeva de nuestra televisión. Rozando los ochenta años, Teresa Campos ha forjado su trayectoria profesional en infinidad de medio de comunicación. Aunque empezó en la radio, pronto dio el salto a la televisión y se convirtió en todo un referente audiovisual. Dicen que se las tuvo y se las deseó con Jesús Hermida (aunque ello vistan de broma un desencuentro pactado) porque caer en un mundo que era habitualmente de hombres, no fue demasiado fácil. Sin embargo, Teresa se hizo un hueco y consiguió demostrar que la valía profesional no entiende de sexos.
Además, en su haber, María Teresa cuenta con haber innovado con secciones que eran un auténtico riesgo en su época. La mesa política o una especie de «tu cara me suena» son algunos de los grandes hit televisivos de la andaluza. Por eso estaría preparada para aportar nuevas visiones a nuestro país. Seguro que tendría ideas originales para paliar el paro o bajar los impuestos.
María Teresa ha sabido colocar a sus dos hijas. Terelu se ha labrado un futuro profesional gracias al manto protector de su madre. Aunque sus relaciones no son tan cercanas y cotidianas como nos hacen creer, lo cierto es que dónde está María Teresa allí está Terelu. Desde que debutó en TVE hasta que se consagró en Día a Día, desarrollándose como actriz con su papel de la script.
Por su parte, Teresa también promovió que su hija Carmen se pudiera al mando de la dirección del programa Día a Día que ella codirigia. La oportunidad hizo que Carmen, toda una desconocida por aquel entonces, pilotara un espacio de tanto éxito con destacada respuesta de la audiencia. Después de aquella oportunidad, llegarían otros formatos, como el que dirige actualmente en la autonómica de Castilla la Mancha.
Demostrada su capacidad para oler el talento (incluso en su propia casa) creemos que Teresa podría reducir la fuga de cerebros españoles y demostrar que, en efecto, aquí también se puede triunfar sin ningún miedo ni dubitación.
Teresa ha conseguido enamorarse en la tercera edad. Un amor que empezó siendo algo clandestino y que ahora sobrevive a pesar de las recurrentes fotografías de su novio, el humorista Bigote Arrocet, con otras señoras. Lo curioso de su relación es que, cuando se inició, María Teresa acababa de publicar un libro en el que, precisamente, aseguraba que ya no creía en el amor. Una paradoja increíble que hizo que su obra pasara absolutamente desapercibida. En contra, recibió una recompensa chilena de la que no se separa.
Teresa ha evidenciado una gran paciencia y, aunque algo borde con los medios de comunicación, ha intentado restar importancia a todos aquellos comentarios que tachan a su novio de interesado. Ella asegura que ambos están muy enamorados y que nadie va a terminar separándoles. Es tal el apego al amor que está demostrando, que estamos convencidos de que con María Teresa como presidenta se acabarían las guerras y se fomentaría el crecimiento de parejas mayores. Queremos en la Moncloa muchos chistes.
Teresa tiene una habilidad pasmosa para sacar a su invitado de turno lo que quiere escuchar. Lo hace siguiendo la estela de Mirta Legrand, la gran dama de la comunicación argentina, quien siempre se escuda ante las preguntas complicadas con un estiloso «pregunto lo que la gente quiere saber», que no deja lugar a la escapatoria. A María Teresa tampoco le tiembla el pulso a la hora de espetarle la frase de marras a quien tenga en frente. Ya sea Loli Álvarez, la vicepresidenta del gobierno o a Raphael.
Es tal la necesidad que tiene de comunicar lo que la gente piensa que, sin duda alguna esta es uno de las grandes virtudes de María Teresa para ocupar un cargo de responsabilidad dentro de Moncloa. Seguro que sería capaz de escuchar las peticiones de sus vecinos y aportar respuestas y soluciones a las dudas planteadas.
Aunque lleva mal las críticas -y rara es la ocasión en la que las afronta con una sonrisa- lo cierto es que Teresa está demostrando que no tiene miedo a embarcarse en nuevos proyectos. Su pasión por el entretenimiento ha hecho que haya aceptado programas de televisión que nunca pensamos que llegaría a hacer. El último ejemplo es el del reality que comparte con sus hijas. El reflejo, grabado y editado, de lo que suponemos es su vida cotidiana.
A Teresa no le ha importado que se emitiera como su novio se levanta a las doce de la mañana, la forma en la que se refiere a la asistenta que trabaja en su casa o cuáles son sus mayores miedos o temores. Por eso estamos convencidos de que María Teresa sería una perfecta representante de los valores y principios. De enrolarse en aventuras sin miedo a lo desconocido. Soltando amarras en el momento preciso.