María José Campanario ocupó las portadas de las revistas tras sus continuos ingresos hospitalarios. La primera vez que vimos a la mujer de Jesulín de Ubrique acudir a un hospital fue cuando sufrió un mareo en su casa que despertó infinidad de hipótesis. Una hernia discal acabó por disipar todas las dudas y, tras la intervención quirúrgica, María José recibía el alta médica y posaba ante los medios de comunicación apostados en las puertas del centro. Tan solo unos meses más tarde, María José tuvo que volver al nosocomio aquejada de una grave infección que a punto estuvo de costarle la vida. Una inyección que le provocó una reacción alérgica hizo que saltaran todas las alarmas. No llegó la sangre al río y María José recibió el alta.
La de Castellón ha retomado su agenda y ha vuelto al trabajo. Así de feliz la pudimos ver a la entrada en la clínica en la que colabora una vez a la semana y en la que se siente como en casa. Y es que según ha podido saber esta revista, María José mantiene una estrecha relación con los directores del centro que consideran que Campanario representa el espíritu del aprendizaje y la superación. Dos grandes cualidades que describen a María José que, pidiendo disfrutar de una vida cómoda, decidió formarse para no tener que depender económicamente de su marido.
Aquella decisión no fue fácil. Acostumbrado a tener a su mujer cerca, y en casa, a Jesús no le gustó mucho la idea de que María José volara lejos del nido. Explican que, aunque hubo desencuentros sonados entre ellos, la naturalidad con la que María José era capaz de conciliar su vida familiar con la profesional consiguió convencer al torero que, a partir de ese momento, se convirtió en uno de sus principales valedores.