70 minutos. Algo más de una hora dura exactamente el primer capítulo de la segunda temporada de Las Campos. Jamás un clip tan corto de televisión había servido para nutrir de contenido a tantos programas y medios impresos y digitales. Pues señores, así es. Las anécdotas no cesan y esta última es quizá el principio del fin. Gustavo González, reconocido paparazzo, se ha aventurado a decir, con conocimiento de causa, que los días de desconexión y descanso de María Teresa Campos y Edmundo en Lanzarote no han sido tan idílicos como lo pintan. El supuesto agarrón de Bigote a un reportero gráfico bajo el grito de «¡déjadme vivir en paz!» y el inesperado manotazo de María Teresa a una reportera para evitar ser preguntada por Edmundo denotan tirantez en la pareja. La tensión entre ellos es un hecho que además, según cuentan, se ha materializado en una acalorada discusión en pleno vuelo de vuelta a Madrid.
La repercusión del reality, los comentarios en la calle, las publicaciones en prensa y la aparición de Gemma Serrano cuya figura, agazapada en la sombra, trastoca los cimientos de las Campos, porque -como nosotros- desconocen sus verdaderas intenciones. Todo esto, sumado a que todavía tienen que afrontar el resto de capítulos de la segunda temporada está haciendo que la matriarca de las Campos y sus hijas hayan entrado en un bucle de desasosiego al que intentan restarle importancia pero que a la primera de cambio, como si la vida se les fuese en ello, reculan y truecan en pos del amparo. Según varios testigos, en pleno vuelo dirección Madrid, Edmundo hizo un comentario sobre las Terelu y Carmen a lo que la presentadora contestó: «¡por encima de ti están mis hijas!».
Un tema que no muere es el relativo a las fotografías de Edmundo con Gemma Serrano, sobre el cual Terelu, hace unos días admitía que «de haber podido frenarlas, lo hubiese hecho». Hoy confiesa que intentó adquirir tales instantáneas. A priori, según cuenta, se les ofrece a una publicación afín a las Campos con el objeto de que finalmente se retiren. El director de ese medio, según relata la propia Terelu, las rechaza. Y cuando la mayor de las hermanas Campos intenta comprarlas, siempre a través de esta publicación, el paparazzo pide una cifra tan desorbitada de dinero que hace que definitivamente Terelu desista. El continuo goteo de informaciones relativas a María Teresa y Edmundo han hecho que Terelu, víctima colateral, harta y completamente hastiada, haya decidido abandonar el plató de Sálvame.
Pero no solo esto, porque la presunta amante de Bigote Arrocet se ha desnudado. Pasa página para verla confesando lo que tuvo con el humorista.
Se filtró la semana pasada. Gemma Serrano, la amiga de Edmundo Arrocet, había concedido una exclusiva para una revista con fecha de salida en lunes. El círculo se cerraba y las publicaciones en las que por temática, contenido y perfil editorial la empresaria podía hablar se resumían en dos. E voilà, Gemma Serrano portada Interviú, con más calor que frío, al menos, eso interpretamos por la ausencia de ropa. A pesar de que ella ya contó en un programa de televisión cuál era su relación con el humorista chileno, su nombre sigue latente en todos los debates relativos a la pareja que forman Bigote Arrocet y María Teresa Campos: “Estoy calentinta. Si yo no me he dado por aludida, ¿por qué lo hacen los periodistas?”, reprocha airada en la entrevista.
Lo cierto es que Gemma no cuenta nada nuevo. O sí. Pues aunque afirma que Edmundo “nunca le ha tirado los tejos” también comenta que la relación que ambos mantienen “solo la sabemos Edmundo y yo”. “Bigote y yo somos amigos y socios, tenemos negocios fuera de España con una multinacional. Soy seria y no busco ni fama ni dinero. Si fuera fría y calculadora, lo habría tenido fácil porque me pagaban una pasta por decir algo”. ¿Le pagaban una pasta por contar una verdad o una mentira? Reflexionamos… Ni corta ni perezosa Gemma declara que le habría gustado que María Teresa “hubiera cogido el toro por los cuernos y me hubiese invitado a su programa para dar normalidad al tema”. ¿Un careo en pleno Qué tiempo tan feliz? ¡Qué des-careo!
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