Feliciano López, el reputado tenista, el deportista de élite, el que no se mancha las manos de tinta con revistas del corazón a pesar de haber vivido -también- de ellas, ha hablado. Lo anunció Saúl Ortiz en exclusiva para esta revista y es que «Feliciano ya no quiere callar más. A las últimas entrevistas concedidas, me explican que está dispuesto a conceder un reportaje completo para exponer, de forma medida pero contundente, cuáles fueron sus vivencias al lado de una de las mujeres más importantes de su vida».
El día ha llegado. Amalia Enríquez ha sido la afortunada a la que el todavía marido de Alba Carrillo ha concedido la tan esperada entrevista. Hasta ahora todo había sido un mísero goteo de informaciones pero hoy se ha abierto otro melón. Cuando la periodista le pregunta por su calma ante esta época de turbulencias, Feliciano contesta que «Yo he procurado siempre ser una persona muy discreta, introvertida, tímida… No me gusta hablar de mis cosas personales, incluso mi familia se ha enterado, a veces, de cosas mías por otras personas. Como considero que son cosas mías, de mi pareja y que pertenecen a mi vida privada, siempre me las guardo para mí. Nunca comercializaría con algo así, sobre todo porque son mis principios».
Aguda pregunta la de Enríquez cuando se le plantea el hecho de que qué tipo de cuestiones negativas observó durante el matrimonio que no lo hiciese en los anteriores años de convivencia. Y como si de una respuesta de examen perfectamente estudiada se tratase, Feliciano ha explicado que «nadie se casa sin estar convencido. Antes de casarme, como en todas las parejas, hubo discusiones, diferencias de criterio, pero yo estaba muy enamorado de esa persona y convencido que el paso del matrimonio iba a ser para toda la vida. Siempre pensé que los problemas que pudieran surgir los iba a superar».