En un mundo tan arraigado en tradiciones como el de la tauromaquia, donde las esposas y novias de los toreros suelen mantenerse al margen de la tensión de la plaza, Ana Soria, la joven pareja de Enrique Ponce, ha roto el molde. Valiente y desafiante, Soria prefiere acompañar a su amado torero en el ruedo antes que quedarse en casa esperando ansiosamente una llamada telefónica que le confirme si todo salió bien. Soria ha estado en Bilbao, donde Ponce encabezaba uno de los festejos más importantes de las Corridas Generales de la capital vizcaína.
Para muchos, el mero hecho de que Ana Soria asista a las corridas donde Enrique Ponce se juega la vida es un acto de coraje y un testimonio del profundo amor que siente por él. Desde que el diestro levantino reapareció en los ruedos tras su retiro temporal el 27 de junio de 2021 en Nimes, Ana ha seguido fielmente a su pareja en cada tarde de toreo.
La joven de 25 años se ha hecho notar por su presencia constante en la plaza, algo que no ha pasado desapercibido para la prensa taurina ni para los aficionados. No es común que las parejas de los toreros se expongan a la angustia y el peligro de ver a sus seres queridos en una situación tan extrema, pero Ana Soria lo hace, y con orgullo.
El pasado 17 de mayo, en Nimes, Ana Soria no solo estuvo presente, sino que también enfrentó a los periodistas que la rodearon, ávidos de obtener alguna declaración sobre Enrique. Aunque generalmente mantiene su vida privada fuera del foco mediático, en esa ocasión habló abiertamente de su felicidad junto al hombre que ama. «Mis padres quieren mucho a Enrique, y él los quiere a ellos», confesó, dejando claro que su relación con el torero es profunda y sincera. Fue en esa misma corrida donde Ponce brindó uno de sus toros a su novia, un gesto que, aunque protocolario en el mundo taurino, adquirió un significado especial dada la ocasión.
Este gesto, sin embargo, no sería el último. El 21 de agosto, en la primera corrida de la feria de Almería, Enrique Ponce repitió el tributo, pero esta vez, con una carga emocional aún mayor. Durante el paseíllo, Ponce se despojó de su capote de paseo, en el que se lucía bordada la imagen de la Virgen del Mar, patrona de Almería, y lo depositó en la barrera que ocupaba Ana Soria.
El momento cumbre llegó durante el último tercio, cuando Ponce, sosteniendo la montera en su mano derecha, se dirigió a su prometida y, con voz firme pero emotiva, le dedicó unas palabras de amor. «Despedirme en tu tierra, aquí, en Almería, es una enorme ilusión para poder demostrarnos nuestro amor», pronunció el diestro, provocando una ovación ensordecedora de la plaza.
Los espectadores, emocionados, no tardaron en responder con vítores de «¡Torero, torero!» y «Almería y Ponce», en un acto de adoración y respeto hacia el torero que había cortado dos orejas a su primer enemigo y una más al cuarto toro. Al finalizar la corrida, Enrique Ponce, vestido con un terno violeta y oro, fue izado en hombros junto a sus compañeros de cartel, Roca Rey y Juan Ortega, en un cierre triunfal de una tarde inolvidable.
Ana Soria y su boda con Ponce
Pero el calendario de Ponce no se detiene aquí. El torero tiene por delante unas pocas corridas más hasta su despedida definitiva del ruedo, programada para el 9 de octubre en Valencia, su tierra natal. Antes de ese emotivo adiós, hará el paseíllo en plazas tan emblemáticas como la de Murcia, donde compartirá cartel con el local Pepín Liria, quien reaparece para la ocasión, y luego en Córdoba, Pozoblanco, y Madrid, donde se espera un sentido homenaje en la Feria de Otoño. En cualquier de estas tardes, Ana Soria podría estar presente, reafirmando su papel como compañera y testigo del final de una era en el toreo.
A pesar de su juventud, Ana Soria ha demostrado ser una mujer decidida y con una clara visión de su futuro. Recién graduada en Derecho, está por iniciar un máster que la preparará para trabajar en el prestigioso bufete de su padre, el abogado almeriense Federico Soria. Aunque ha tardado más de lo previsto en obtener su título, está decidida a ejercer la abogacía, un sueño que Enrique Ponce comparte y apoya plenamente.
La diferencia de edad entre ellos —25 años ella, 52 él— no parece ser un obstáculo para su relación, que se encamina hacia el altar. La pareja ya baraja fechas para su boda, que se espera se celebre en la primavera del próximo año. Dado que el matrimonio de Enrique con su anterior esposa, Paloma, no ha obtenido la nulidad eclesiástica, la boda será de carácter civil.
Ana Soria ha demostrado que el amor puede desafiar las más arraigadas tradiciones y que, a veces, estar en el ruedo es una forma de vivir la vida en su máxima intensidad, de frente y sin miedo. ¿Es amor, temeridad o simplemente la pasión por vivir cada momento al límite? Solo el tiempo lo dirá. Pero lo que es seguro es que Ana Soria ha dejado su huella en el mundo de la tauromaquia, no desde la arena, sino desde la barrera, donde el amor y el peligro se encuentran cara a cara.