Sara Carbonero se ha embarcado en un viaje que quedará grabado en su memoria para siempre. A diferencia de otros viajes en los que ha participado a lo largo de su carrera, este ha sido, sin duda, uno de los más complicados, tanto a nivel físico como emocional. Junto a UNICEF, la periodista viajó a Bajo Chiquito, una comunidad indígena ubicada en la frontera entre Panamá y Colombia, con el objetivo de conocer de primera mano las historias de los migrantes que atraviesan la infame Selva del Darién. Lo que allí vivió y las experiencias que presenció la han marcado profundamente, dejándola con un sentimiento de desolación y, al mismo tiempo, de esperanza.
3«Es un reto personal»

Sara también reflexionó sobre el privilegio que siente al poder participar en este tipo de misiones, reconociendo que, a pesar del dolor y la tristeza que conlleva, es un reto personal que la llena de satisfacción. «Es un reto personal y una de las cosas que más pueden llenar a una persona», afirmó, mostrando una vez más su dedicación y compromiso con su trabajo y con las causas en las que cree.
El viaje de Sara Carbonero a Bajo Chiquito no ha sido simplemente una aventura periodística. Ha sido una experiencia transformadora, un recordatorio de las realidades que millones de personas enfrentan en su lucha por una vida mejor. A través de su relato, Sara no solo ha compartido su propia experiencia, sino que ha dado voz a aquellos cuyas historias a menudo quedan en el olvido. Sus palabras han conmovido a sus seguidores y han despertado una mayor conciencia sobre la situación en la Selva del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.
El impacto de este viaje en Sara es evidente. Su relato es un testimonio del poder del periodismo para abrir los ojos del mundo a las realidades más duras, y del poder de la empatía para conectar a las personas, sin importar las distancias ni las diferencias. En un mundo donde las noticias a menudo pasan rápido y se olvidan, las palabras de Sara Carbonero resuenan como un llamado a no olvidar, a seguir luchando por un cambio y a mantener viva la esperanza, incluso en los momentos más oscuros.