Cayetana Fitz-James Stuart de Silva, más conocida como la duquesa de Alba, siempre brilló con luz propia como una de las aristócratas con más títulos del mundo. Se casó tres veces, pero solo con su primer marido, Luis Martínez de Irujo, tuvo hijos: seis en total. Su primogénito fue Carlos, seguido por Alfonso, Jacobo Fitz-James, Fernando, Cayetano y Eugenia. Mientras casi todos son figuras habituales en la prensa rosa, Jacobo es el hijo menos mediático. La fallecida duquesa no solo capturó la atención por su destacado papel en la sociedad, sino también por su agitada vida personal.
Este 15 de julio, el tercer vástago del matrimonio Jacobo Fitz-James celebró su 70 cumpleaños. Al igual que en anteriores ocasiones, seguramente festejará de manera íntima y privada, rodeado de sus familiares y amigos más cercanos, y completamente alejado del foco mediático.
Jacobo Fitz-James Stuart emerge como el más intelectual de todos sus hermanos desde una edad temprana. Criado entre espléndidos palacios y educado con un enfoque cosmopolita, a los 26 años, en 1982, fundó Ediciones Siruela, una editorial que no solo se distinguió por su exquisita literatura, sino también por su audaz visión vanguardista.
Aunque luego la vendió, más allá de revolucionar el mundo editorial, Jacobo dejó una marca indeleble como autor con obras como Historia mínima de la Casa de Alba, parte del volumen sobre El Palacio de Liria (2012). Su genio no pasó desapercibido: en 2003, recibió el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial, y en 2004, el prestigioso premio Daniel Gil de Diseño Editorial, consolidando así su reputación como uno de los editores más influyentes de su tiempo.
Pero Jacobo Fitz-James no se limitó a destacar únicamente en el ámbito literario; su talento también abarcaba el arte del lienzo. Desde una edad temprana, su madre fomentó su amor por la pintura al proporcionarle un profesor, lo que le permitió no solo explorar su creatividad, sino también exhibir su obra en exposiciones desde su juventud, un logro notable para cualquier aspirante artístico.
En una entrevista reveladora, Jacobo compartió cómo su madre le transmitió un profundo sentido de libertad, un legado que impactó profundamente en su vida. Ambos compartían un estilo de vida bohemio y una afinidad por el espíritu hippie, y curiosamente, hasta el mismo color de pelo. Sin embargo, en 2017, Jacobo optó por no participar en el homenaje a la duquesa de Alba. Mientras Cayetano asumía su parte, Jacobo seguía su camino, creando una pequeña brecha entre hermanos.
En cuanto a su vida personal, Jacobo Fitz-James estuvo casado con María de Hohenlohe, y fruto de su relación nacieron sus dos hijos: Jacobo y Brianda. Durante diez años, tuvo como pareja de hecho a la diseñadora gráfica y pintora Gloria Gauger. Sin embargo, el amor verdadero llegó con Inka Martí Kiemann, una mujer de múltiples talentos: periodista, editora, escritora, fotógrafa, agricultora y ganadera hispano-alemana, además de condesa consorte de Siruela.
Jacobo Fitz-James e Inka
Junto a Inka, Jacobo Fitz-James emprendió la misión de transformar las dehesas en Salamanca, herencia de la duquesa, en una finca ecologista y animalista. Esta impresionante propiedad, que se extiende por unas 4.000 hectáreas entre Alba de Tormes y Larrodrigo, es un testimonio de su compromiso con la naturaleza y la sostenibilidad. Antes de establecerse definitivamente en el campo, la pareja vivió en el pintoresco pueblo de Vilaür en el Empordà.
La relación entre ambos siempre ha estado envuelta en una discreta elegancia. Contrajeron matrimonio en la más estricta intimidad en marzo de 2004, en la romántica ciudad de Roma. A pesar de su bajo perfil, el matrimonio de Inka con Jacobo la ha situado ocasionalmente en el ojo mediático, a menudo de manera indeseada. Una de las situaciones más complicadas fue cuando la duquesa de Alba la calificó de «mala» y «envidiosa» en El programa de Ana Rosa. Posteriormente, la duquesa se arrepintió de sus palabras, como Inka reveló en una sincera entrevista.
A lo largo de sus 70 años, Jacobo Fitz-James Stuart ha demostrado ser una figura multifacética, con un legado que abarca la literatura, el arte y la conservación ambiental. Su vida, aunque menos expuesta que la de sus hermanos, revela una profundidad y un compromiso con sus valores que lo destacan como uno de los miembros más interesantes de la nobleza española actual. En un mundo donde la atención mediática a menudo distorsiona la verdadera esencia de las personas, Jacobo ha sabido mantener su integridad y dedicarse a las pasiones que realmente importan.