Francisco Rivera Ordóñez, conocido popularmente como Fran, cumplió cincuenta años en enero y planeaba celebrarlo con un festival en memoria de su padre, el célebre torero Paquirri, fallecido trágicamente en septiembre de 1984. Sin embargo, un incidente le ha impedido rendir este homenaje en Ronda, una ilusión que había acariciado durante meses. Retirado de los ruedos desde hace seis años, Francisco quería aprovechar esta ocasión para que su hijo Curro, de cinco años, lo viera torear por primera vez. Pero no será posible.
A pesar de los obstáculos, Francisco Rivera sigue siendo una figura activa en diferentes ámbitos. Recientemente, ha sido invitado a dar clases a empresarios sobre el miedo, una propuesta que refleja su versatilidad y capacidad para reinventarse tras su retirada como matador a los cuarenta y cuatro años.
Francisco Rivera lleva tiempo disfrutando de una vida familiar estable junto a su segunda esposa, Lourdes Montes, con quien está a punto de conmemorar el décimo aniversario de boda. Sorprendió a muchos al compartir en el programa de televisión De viernes sus experiencias más íntimas, especialmente el sufrimiento que vivió tras su fracaso matrimonial con Eugenia Martínez de Irujo. «Sufrí mucho, ella también, pero me despellejó como padre», comentó. Esta revelación ante las cámaras de Telecinco estuvo magníficamente remunerada, como reza el refrán: «Los duelos con pan son menos».
Francisco Rivera ha demostrado tener un buen ojo para los negocios, con inversiones que abarcan desde la empresa Tazdevil hasta propiedades inmobiliarias y cultivos agrícolas. Se distingue de muchos de sus colegas toreros que suelen dedicarse a la ganadería de reses bravas. Francisco ha sabido diversificar y obtener pingües beneficios, incluso en el mercado de Triana en Sevilla.
A pesar de su éxito empresarial, su carrera taurina no estuvo exenta de riesgos. En agosto de 2015, sufrió una grave cogida en Huesca, donde estuvo a punto de perder la vida. Aunque su valentía en el ruedo fue indiscutible, la crítica nunca lo consideró una figura destacada del toreo, a pesar de su popularidad y capacidad para llenar plazas, aunque fueran de segunda o tercera categoría.
Tras su segundo matrimonio, Francisco Rivera ha encontrado la felicidad en un lujoso piso en Sevilla y en su finca de recreo en Villamanrique de la Marquesa. Además, posee una casa en el Rocío, reflejo de su devoción por la Virgen y su asiduidad a la romería.
En su aparición en De viernes, Francisco detalló los sufrimientos que experimentó tras su separación de Eugenia Martínez de Irujo, con quien se casó en 1998. Recordó que su madre, Carmen Ordóñez, se oponía a esa boda, advirtiéndole que terminaría mal. La separación en 2002 lo sumió en un periodo depresivo, aunque nunca dejó de torear. Francisco confesó que la culpa del fracaso matrimonial fue suya y que los rumores de sus romances en América no ayudaron.
A pesar de los momentos difíciles, Francisco ha logrado mantener una relación entrañable con su hija Tana, fruto de su matrimonio con Eugenia, aunque la relación con su exesposa sigue siendo tensa. La Duquesa de Alba, quien tenía un gran afecto por Francisco, cortó todo contacto con él tras la separación.
Francisco ha encontrado la estabilidad sentimental con Lourdes Montes, con quien celebró una boda civil en 2013 y una ceremonia religiosa en 2014 en Sevilla. El décimo aniversario de su matrimonio lo celebrarán en familia, junto a su hijo Curro y posiblemente con la presencia de Tana.
Francisco Rivera y la oscuridad
Durante su carrera, Francisco fue entrevistado varias veces. En una de sus primeras entrevistas, declaró que no hablaría de su vida personal, un enfoque que ha cambiado significativamente, como se evidenció en De viernes. Además, ha recibido ofertas para dar seminarios a empresarios sobre el miedo, una experiencia que, aunque diferente, también implica riesgos.
Francisco ha revelado que no puede dormir con la luz apagada y siempre lleva una linterna en su equipaje, reflejando un miedo persistente a la oscuridad. Este detalle íntimo subraya la complejidad de un hombre que ha enfrentado el peligro en los ruedos y las dificultades en su vida personal.
Francisco Rivera Ordóñez es un hombre polifacético que ha sabido reinventarse tras su retiro de los ruedos, explorando nuevos caminos en el mundo empresarial y mediático. A pesar de los desafíos y las críticas, ha mantenido su popularidad y continúa siendo una figura relevante tanto en el ámbito taurino como en el público en general.