En una jornada que ha dejado a Madrid en estado de shock, Borja Villacís, hermano de la exvicealcaldesa y exdirigente de Ciudadanos, Begoña Villacís, fue asesinado a tiros a plena luz del día. El crimen tuvo lugar alrededor de las 12:30 de la mañana en la carretera de Fuencarral a Alcobendas, justo antes de que la víctima entrara en un restaurante. Las primeras investigaciones apuntan a un posible ajuste de cuentas, pero la historia detrás de Borja Villacís revela un entramado complejo y oscuro.
Borja Villacís, de 41 años, no era un desconocido para la opinión pública, especialmente por sus controvertidos vínculos con movimientos de ultraderecha. Villacís era conocido por su militancia en los Ultra Sur, un grupo radical asociado con el Real Madrid. En 2004, Borja fue condenado a seis meses de prisión por agredir a un joven de 21 años. El incidente ocurrió cuando la víctima, que salía de un pub en el distrito madrileño, fue perseguida por un grupo de ultras, entre los cuales se encontraba Villacís. Sin motivo aparente, los atacantes agredieron al joven en la calle Hernani, insultándolo y golpeándolo brutalmente.
La policía, en aquella ocasión, detuvo a cuatro individuos y encontró en su posesión armas blancas y panfletos con simbología nazi. Entre las armas incautadas se incluían puños americanos, tijeras y un cuchillo con funda, así como una navaja multiusos. Borja Villacís ya contaba con antecedentes policiales por delitos de lesiones, daños y desórdenes públicos, lo que evidenciaba un historial delictivo preocupante.
En años más recientes, Borja Villacís se había visto envuelto en investigaciones por tráfico de drogas y blanqueo de capitales. Desde hace seis años, el Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional estaba instruyendo una causa en su contra. Fuentes de la Guardia Civil señalaron que Villacís formaba parte de uno de los clanes de droga más significativos de España, ahora desarticulado. Esta implicación en el narcotráfico situaba a Borja en el epicentro de un peligroso entramado criminal, aumentando los riesgos y amenazas en su contra.
La persecución a Borja Villacís
El asesinato de Borja Villacís se produjo de manera brutal y calculada. Testigos presenciales relataron que un BMW se detuvo frente al restaurante donde se encontraba la víctima. Tres ocupantes del vehículo dispararon contra otro coche, en el que estaba Villacís. Tras el ataque, huyeron rápidamente. Borja recibió varios disparos a quemarropa, sufriendo heridas fatales en la cabeza y el tórax. El arma utilizada, una de calibre 7,62 conocida como ‘Arma de guerra’, subraya el carácter profesional y meticulosamente planeado del homicidio.
Inmediatamente después del tiroteo, los servicios de emergencias del Samur-Protección Civil llegaron al lugar y realizaron maniobras de reanimación cardiopulmonar. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano y solo pudieron certificar la muerte de Villacís. La escena del crimen quedó bajo un estricto perímetro de seguridad, mientras los investigadores recogían pruebas y testimonios.
Horas después del asesinato, la Policía Nacional detuvo a una mujer como presunta autora del disparo que acabó con la vida de Borja Villacís. Sin embargo, las autoridades no descartan nuevas detenciones en relación con el caso, ya que se sospecha que más personas podrían estar involucradas en el crimen. La investigación sigue abierta y se centra en desentrañar los motivos exactos y los autores intelectuales detrás del asesinato.
La muerte de Borja Villacís ha generado una fuerte reacción tanto en el ámbito político como en la sociedad madrileña. Su hermana, Begoña Villacís, conocida por su papel destacado en Ciudadanos y su labor como vicealcaldesa de Madrid, ha guardado silencio hasta el momento, pero se espera que emita un comunicado en las próximas horas. La noticia ha reabierto el debate sobre la violencia vinculada a grupos ultras y el impacto del narcotráfico en España.
Este trágico suceso no solo ha acabado con la vida de Borja Villacís, sino que también ha expuesto una vez más las profundas ramificaciones del crimen organizado en la sociedad española. La policía y las autoridades judiciales trabajan intensamente para esclarecer los hechos y llevar a los responsables ante la justicia, mientras Madrid llora una pérdida que, aunque envuelta en controversia, afecta a toda la comunidad.
El asesinato de Borja Villacís es un recordatorio sombrío de las consecuencias de la violencia y la criminalidad. Más allá de los titulares y las polémicas, queda la tarea de analizar las raíces de estos problemas y trabajar hacia una sociedad más segura y justa. La memoria de Borja, con sus luces y sombras, sirve como una advertencia de los peligros que acechan en los márgenes de la ley.